Ya pasó la época en que la palabra cultura referida a las políticas de Estado con respecto al sector, significaba literatura, artes escénicas, artes visuales y música. Igualmente las divisiones entre lo elitesco, lo popular, lo masivo y lo tradicional se han difuminado dado el impacto de la televisión, la radio, el cine, el disco, la reproducción masiva de obras de arte, el video y los nuevos formatos propios del ciberespacio. En otras palabras, una telenovela puede mezclar referencias literarias y artísticas "elitescas" con patrones comerciales y referencias a culturas tradicionales. ¿Un ejemplo? La adaptación que hizo José Ignacio Cabrujas de Pobre negro, de Rómulo Gallegos.

La palabra cultura describe un amplio rango de actividades cuyo hilo conductor es la creatividad. Alude a lenguas, gastronomía, expresiones de d los sectores populares urbanos, tradiciones, manifestaciones literarias y artísticas, patrimonio arquitectónico. Estás actividades están ligadas a una urdimbre económica e institucional formada por el turismo cultural, el cine, la radio y la televisión, las editoriales, la artesanía, el comercio cultural, instituciones de gestión cultural y de formación, bibliotecas, museos, ciberespacio y salas de espectáculos.

La creatividad es democracia porque emana del más humano de los derechos, el derecho a transformar la realidad a través del intelecto, la sensibilidad y la herencia que nos otorga vivir en sociedad. La creatividad es democracia porque todos tenemos una lengua, unas tradiciones, una manera de ver el mundo y está en todo hombre y mujer la capacidad potencia de innovarlas y defenderlas.

Como escritora defiendo la libertad de expresión y creación por encima de cualquier intención de acallar el derecho a ser y pensar diferente en favor de una noción burocrática y estatista de la justicia, la verdad y el pueblo.

La creatividad está más allá de los límites impuestos por las dinámicas sociales y económicas que dividen las actividades culturales por el tamaño de su público, la especialización requerida para realizarlas, el nivel educativo necesario para disfrutarlas o su origen social o geográfico. Es capaz de romper con esos límites. Ciudades como Barcelona y Bogotá se transformaron al asumirse como espacios de encuentro ciudadano y de despliegue creativo. Barcelona se apropió de su mar para su gente y Bogotá convirtió la arquitectura de Rogelio Salmona y la recuperación de su casco histórico en una mejora de la vida.

Problemas como la violencia, el conflicto y la pobreza no se resuelven por arte de magia, pero prefiero lo que ha pasado con Bogotá a lo que pasa con Caracas, y esto no tiene nada que ver con simpatías o antipatías políticas. Pensar que todo es gobierno es lo que hace que el chavismo no reconozca las realizaciones anteriores a 1998 porque las asocia con sus enemigos.

Esta percepción autoritaria y religiosa de nuestros logros es antidemocrática.

Y nada creativa, por cierto.

TC