Habla un exorcista
Escrito por Macky Arenas   
Miércoles, 01 de Diciembre de 2010 07:53

altEl padre José Antonio Fortea, sacerdote católico español, compagina actualmente su trabajo como teólogo con su labor como párroco de Nuestra Señora de Zulema en Madrid. También es administrador parroquial de La Asunción de Nuestra Señora de Los Hueros. Aún no llega a los 50 años y se ha convertido en uno de los exorcistas más brillantes del mundo y considerado uno de los mejores demonólogos del momento, escribe de su aprendizaje a lo largo de tanta conversación con el Demonio: “He conocido lo horrible que es la condenación eterna”.

La lectura de su último libro nos invita a reflexionar seriamente sobre esos temas que cuando pequeños representaban a lo sumo una fastidiosa clase de religión pero que, ya de adultos, se impone como un deber de conciencia que nos reencuentra con el justo sentido de estas cosas, en verdad importantes, cuya dimensión es muchas veces distorsionada por tanta fantasía que se teje alrededor.

Pero por encima de todo, es recomendable repasar estas páginas cuando vivimos una de las más bochornosas en la historia de nuestro país, signadas por la maldad al mando, por tantos rasgos de crueldad en quienes manejan el poder, tan ajenos a lo nuestro; por tan desparpajada corrupción y por la mentira y el engaño como políticas de Estado. El encono con que se persigue, la perversa iniquidad con que se humilla y la inocultable satisfacción con que se trabaja por configurar una cultura de la muerte que aleje a Dios de los corazones, todo el conjunto refiere a una evidente presencia de malignidad, sin precedentes entre los venezolanos. Los relatos del P. Fortea, producto de su experiencia lidiando con las fuerzas del Mal, son contundentes y nos regresan a considerar no sólo la existencia real del Demonio y su presencia entre nosotros, sino del infierno, que está lejos de ser “un lugar lleno de juerguistas donde reina una especie de vida de alegre vicio. Nada más ajeno a la realidad”. Lo que sigue es lo que impacta.

“Si los hombres supieran lo que es el infierno —dice el P. Fortea— harían lo que fuera, lo que hiciera falta, con tal de no ser condenados a las tinieblas exteriores. Es algo que pone los pelos de punta. El condenado se convierte en un ser tan odioso y tan lleno de odio, tan saturado de furia, tan deseoso de hacer el mal, que el que lo contempla (viendo a un poseso) sólo desea hacer el bien. El infierno es un estado del alma, un estado de tal melancolía, de tal tristeza, que no tienes ganas de nada. Por eso el conjunto de condenados no forma una sociedad, tal como suele ser entendida por la gente, es decir, como una comunidad animada, sino que es como un cementerio de islas, en que cada condenado es una isla de depresión. No se necesita un fuego externo, ni torturas provenientes de fuera de la persona. Cada espíritu se convierte en su propio torturador, que una y otra vez se echa en cara haber llegado a ese estado, pese a disponer del libre albedrío. El infierno es un archipiélago de náufragos, un cementerio de espíritus condenados a la existencia, a una existencia eterna, sin esperanza, conviviendo con la rabia, echándose la culpa una y otra vez”. Y sin regreso.

Esta presentación de lo que sería la vida después de esta vida para quienes usan su libertad y el poder que acumulan en función de someter, vejar, despojar y causar dolor y sufrimiento a sus semejantes, es sencillamente espeluznante. Se puede concluir que ninguna pena en esta vida se compara con semejante panorama, con el agravante de lo que tiene de eterno y de irreversible. Pareciera que escuchar al exorcista tiene alguna utilidad.


blog comments powered by Disqus
 
OpinionyNoticias.com no se hace responsable por las aseveraciones que realicen nuestros columnistas en los artículos de opinión.
Estos conceptos son de la exclusiva responsabilidad del autor.


Videos



Banner
opiniónynoticias.com