Los héroes olvidados en América Latina |
Escrito por Jamie Morris | @morrisjamie |
Jueves, 08 de Diciembre de 2016 14:44 |
Se acerca el Día Internacional de los Derechos Humanos y este año se ha querido elevar la voz para la defensa de los derechos humanos con un llamado general a toda la población mundial para “defender los derechos del otro” y así evitar la discriminación y los actos violentos por parte de cualquier persona u organismo del Estado en contra de inocentes. Este mensaje no puede ser más acertado, incluso ya era hora de reconocer que la defensa de los derechos humanos es un compromiso que involucra activamente a toda la sociedad. Sin embargo, existen personas y organizaciones que se dedican incansablemente a ello, y se les reconoce como los defensores de los derechos humanos. Un defensor es de acuerdo a la ONU la persona que promueve, protege y busca que pueda realizarse a plenitud los derechos humanos y las libertades fundamentales sin limitación geográfica, llevando a cabo su labor de forma individual o colectiva. Esto es sin duda algo loable, pues un defensor se enfrenta a la injusticia, al odio, a los abusos y casi todas las veces a los gobiernos que oprimen a sus ciudadanos en materia política, social, económica, ambiental, etc. Un defensor de los derechos humanos es vulnerable a todo tipo de ataques, (en especial en gobiernos no democráticos) que van desde asesinato, desaparición forzada, detenciones arbitrarias, ataques a su integridad física, acosos, hostigamiento, hasta el entorpecimiento de su labor y descredito a su trabajo. Sin embargo, bien se pudiera argumentar que como el derecho a la vida, a la integridad personal, libertad de expresión, libertad de asociación, son derechos reconocidos en casi todos los textos constitucionales de las Américas, un defensor no necesita de una protección especial, lo cual es erróneo. Mayormente, los defensores realizan su trabajo a través de recopilación de información de situaciones que vulneran los derechos humanos, campañas a en favor de ciertos derechos y situaciones, denuncias ante la opinión pública de abusos cometidos y denuncias antes los operadores de justicia de un país, pero cuando el violador de estos derechos es el Estado, el defensor por alzar su voz, pasa a convertirse en víctima también, usando el gobierno todo la fuerza de su aparato en su contra, y esto es debido a la falta de protección en materia legal específicamente para su trabajo. Por ejemplo, en América Latina de acuerdo a la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos en sus diversos informes 2006, 2011 y 2016, sobre la criminalización de estos defensores, el Estado tiende a obstaculizar de forma civil, administrativa y legal su labor, ya que buscan controlar, castigar o impedir el ejercicio del derecho a defender los derechos humanos. Del mismo, ha reconocido como grupos más vulnerables a quienes ejercen la defensa del derecho a la tierra, recursos ambientales y el medio ambiente, derechos laborales y sindicales, y la defensa de los derechos sexuales y reproductivos, así como la defensa de los derechos de las personas LGBT, en países como Venezuela, Honduras, El Salvador, Guatemala y Colombia. Por ejemplo, la organización Global Witness, señaló que de 2014 a 2015 se incrementó en un 59 % el asesinato de defensores, con un total de 185 homicidios el año pasado. Tristemente, México hasta el momento, ha sido el único país de la región con normativas específicas para su protección física, donde se les otorgan medidas especiales de protección que hasta la fecha siguen siendo insuficientes, teniendo el Estado mexicano una alta tasa de ataques en contra de los defensores. Los defensores de los derechos humanos merecen nuestro apoyo y respeto, pues ellos solo buscan la vigencia y respeto de las leyes para garantizar nuestros derechos fundamentales y bienestar. Asimismo, los defensores merecen un marco legal donde se les defina, clasifique, y donde estipule mecanismos de protección especial en proporción a la urgencia de su caso, con oficinas de atención especializadas cuando se realicen ataques en su contra y su trabajo. Pero sobre todo, el Estado debe reconocer jurídicamente su trabajo y facilitárselos, porque sin ellos, la democracia sería imperfecta. Jamie J. Morris @morrisjamie |
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