Del hartazgo febrerista
Escrito por Luis Barragán | X: @luisbarraganj   
Lunes, 05 de Febrero de 2024 00:00

altCertísimamente, en todo el presente siglo ha fracasado el intento de equiparar los consabidos eventos del 4 de febrero de 1992 (4-F), a una magna gesta de la patria. 

Todo el poder material y simbólico del Estado se ha invertido para que la población lo acepte e internalice como un acontecimiento y  valor imborrable e imprescindible, y, faltando poco, se haga manifestación cabal de nuestra propia identidad nacional. 

Desde principios del presente régimen, buena parte del esfuerzo propagandístico y publicitario consistió en resaltar la intentona golpista y sus actores, e, igualmente, consciente e inconscientemente, compararla con las jornadas históricas del 23 de enero de 1958 (23-E), suponiéndolas largamente superadas.  Fecha ésta, muchísimo más arraigada y que, ya se había integrado al calendario histórico como una conmemoración rutinaria, resurgió como un aniversario movilizador de la ciudadanía opositora que el antecesor y el sucesor intentaron e intentan atajar inútilmente.

En efecto, el problema del oficialismo estuvo en neutralizar infrutuosamente el símbolo y la movilización que suscitaba, sabiendo cuan imposible era que la monopolizara, generando contradicciones entre sus más fervientes seguidores. Los festejos del 4-F, por muy de Estado que fuesen los actos, no calaban suficientemente, por lo que debían administrar una y otra ocasión lo mejor posible frente a los adversarios.

Además, es demasiado evidente el contraste entre la producción historiográfica que un fenómeno ha motivado ante el otro, guardadas las proporciones temporales. En el más distante, hay una riqueza de hechos y de consecuencias que no tienen equivalente en el más cercano, reducido inexorablemente a un hecho de fuerza que amalgamó a la izquierda marxista de entonces, militarizándola, y la condujo entusiastamente a la estafa de 1998. 

El entonces senador vitalicio Rafael Caldera en su celebérrimo discurso del 4-F, se resistió a creer en el la tentativa de magnicidio, pero todo apuntó al hecho con el ataque a La Casona y el asedio constante a la familia presidencial al mismo tiempo que el presidente Pérez subía desde Maiquetía hacia Miraflores. Un reciente testimonio de la señora Carolina Pérez revela la profundidad de un evento doloso que muy pocos antecedentes tuvo en nuestro historial republicano, si es que lo hubo alguno (https://www.youtube.com/watch?v=OcfTsyGs_Us). 

No constituye, porque nunca constituyó, un sostenido sentimiento nacional de profundo calado. Provocó – eso, sí - una enorme confusión que prontamente disipó el gobierno inicial de Chávez Frías, transcurrido año y tanto, apagado el descontento con plomo y candela.

Ayer, Maduro Moros cumplió con un ritual de escasa asistencia (por ejemplo: https://twitter.com/jesusmedinae/status/1754186019841212576), porque hay tedio con cualesquiera motivos que invoqueel régimen dizque para legitimarse. Van muchísimos años de hartazgo frente al 4-F, en comparación con un 23-E actualizador de metas y propósitos al que tanto le temen.  

Fotografía: LB, vidriera CC Los Próceres (CCS, 31/01/2023).

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