Navidad en Venezuela |
Escrito por Antonio Ledezma | X: @alcaldeledezma |
Domingo, 25 de Diciembre de 2022 13:10 |
Los tiempos de navidad y de año nuevo son fechas análogas con la alegría, la felicidad y la esperanza. Es común que en la antesala de cada una de esas festividades nos dirijamos a nuestros seres queridos, amigos, e incluso, desconocidos, para desearles dicha y ventura. Sabiendo como está la situación actualmente en Venezuela, podrán comprenderme, los que leerán esta crónica, cuando digo que lo menos atinado es proclamar felicidades a un pueblo que vive en una constante zozobra, dentro y fuera de su territorio natal. No puede estar feliz la madre que tiene a sus hijos lejos de sus alas maternales. Tampoco la abuela que no puede consentir a sus nietos y se debe conformar con verlos, a duras penas, por un aparatico telefónico, cuando, con algo de suerte, tiene posibilidades de conectarse usando las redes sociales en un país en donde nada funciona bien. Es lógico suponer que los mismos sentimientos de nostalgia experimentan esos hijos y nietos que añoran a sus padres y evocan querencias de sus ascendientes mayores. No puede estar feliz esa madre que trata de mantenerse en pie, mientras atraviesa la desafiante Selva de Darién con el celo propio de una progenitora que lo daría todo por salvaguardar a su cría. Es imposible pedirle que sea feliz el padre que vio como se le escapaba de sus manos el amado hijo que terminó arrastrado por las indómitas corrientes que surcan el rio Bravo. Imposible ver dibujada una sonrisa entre las comisuras de su boca a los padres de aquel bebe, Yaelvis Santoyo Sarabia, tiroteado en el Mar Caribe en momentos en que, junto a 20 personas, intentaban desembarcar en Trinidad, después de huir de la tragedia que los acorralaba en suelo patrio. Un pueblo desgarrado por los efectos del destierro de mas de 7 millones de venezolanos mal puede estar feliz en momentos en que se desatan tormentas sentimentales que nos abruman, como es natural que ocurra mientras escuchamos villancicos y nos iluminan las luces de los fuegos artificiales. Solo pensar en la familia lejana, en la calle del pueblo en que nacimos, de lo que pueden estar sufriendo nuestros compatriotas, hace de nuestro pecho un patio en donde los corazones danzan incesantemente. Nada fácil para el inmigrante que saca cuentas y no le cuadran los números para enviar la remesa a sus familiares en Venezuela, para juntar la paga de la habitación rentada, al mismo tiempo que lo apremian las tensiones pensando en los trámites del asilo, de los documentos que no terminan de ser formalizados, del trabajo que no consiguen y más aún, de la salud y la educación de sus muchachos. Cómo se puede estar feliz en un país en donde el sistema de salud está colapsado y no sabes que mala suerte le toca a un ser querido al momento de requerir ser atendido como Dios manda. ¿Feliz, en un país en donde no hay agua potable, ni luz ni salarios dignos para poder vivir decentemente? Y que quede claro que la felicidad no está enajenada con la pobreza, porque bastante que supimos de esas realidades en las que en medio de necesidades elementales era posible ser un niño feliz porque, por lo menos, amanecíamos con el calor de la bendición de la madre que nos trajo a este mundo. Éramos felices en medio de carencias porque sobraban las posibilidades de surgir, de estudiar y de crear para poner en marcha emprendimientos, aprovechando las oportunidades que nos facilitaba la vida en libertad y democracia. Por eso lo que corresponde es pedir fuerzas para no desfallecer en el intento de lograr la libertad de la patria amada. Ese es el petitorio clave que corresponde elevar con la esperanza de ser escuchados. Esperanza y fe para no claudicar, para no rendirnos ante los usurpadores de los poderes que secuestraron las instituciones para convertirlas en los cadalsos en los que ejecutan continuamente los principios que le dan forma y contenido a nuestra democracia ultrajada. Que la alegría que sobrevive en nuestras almas atraiga esa certidumbre e ilusiones con la determinación oportuna para procurar ese regocijo extraviado en medio de la barbarie que oscurece nuestros horizontes.
|
La escritora venezolana Araiana Godoy lanza audiolibro "Room 27"La autora venezolana Ariana Godoy da un salto al mundo del audio con su primera obra original creada para este formato: ‘Room 27’, disponible en Audible. |
Se prevé un crecimiento del 6.5% del audio digital en el próximo lustroEn Colombia el crecimiento del podcast ha ido en un camino ascendente y a nivel mundial continúa creciendo en penetración, |
Arranca el Rolda International Barber Tour 2024Con todas las entradas vendidas, la segunda edición del Rolda International Barber Tour se proyecta como uno de los acontecimientos del año. |
Primer Congreso Venezolano de FundraisingLas organizaciones venezolanas del tercer sector, como en el resto del mundo, enfrentan enormes desafíos para asegurar su sostenibilidad y poder cumplir con su misión. |
Fundación Gabo y CAF premiaron a los ganadores de ‘Macondo sí tiene quien le escriba’La Fundación Gabo, institución creada por el periodista y Premio Nobel de Literatura, Gabriel García Márquez y CAF |
Si se calla el cantorUn nuevo zarpazo en contra de la libertad de expresión acaba de ocurrir en nuestro estado Lara. |
Mercadeo en Venezuela:2024 año desafianteEl portal Banca y Negocios publicó el lunes 22 de abril de 2024 una nota informativa basada en entrevistas realizadas a gerentes de Mercadeo |
El ejército de Caracas que invadió a Coro en 1810Hay historias personales de la negligencia. Aunque sea una negligencia disculpada dentro de los anales de una Historia Patria siempre invicta y aleccionadora. |
Guayana Esequiba: ¿nos conviene comparecer ante la Corte en la fase de pruebas?Luego de la oportuna presencia de la delegación venezolana en el Ente Jurisdicente de la ONU; |
Dicho todo en apenas siete palabras(Delta del Orinoco, 23 de abril de 2024). En la literatura contemporánea, Augusto Monterroso se dio a conocer como gran fabulista o “genio de lo breve”. |
Siganos en