De los más iguales de todos |
Escrito por Luis Barragán | X: @luisbarraganj |
Martes, 26 de Enero de 2010 08:02 |
El menos avispado estudiante de las ciencias penales, chuletero empedernido y despreocupado, podrá advertir que la disciplina ha sufrido graves transformaciones en el campo sustancial y procesal. Y no porque importe la naturaleza y abundante recurrencia del delito común en Venezuela, sino por el Estado Punitivo que tiene por obsesión la disidencia política. Chávez Frías jamás ha permitido que un periodista venezolano lo interpele directamente, por ejemplo, sobre la desaparición masiva de los libros en el estado Miranda, la desinversión en la industria eléctrica, la compra y adquisición de un multimillonario sistema de aire acondicionado para una de las casas presidenciales o la gigantesca importación de alimentos. De modo que tampoco dará razón sobre actos y planteamientos que, precisamente, lo pondrían penalmente en aprietos. Digamos que la voz presidencial puede alzarse para opinar y hasta literalmente especular sobre la cotización del dólar paralelo en contravención a una ley que él mismo ordenó para acallar, o intentar acallar, lo que realmente se vive y palpa en las calles. Parece que un periodista como Miguel Angel Rodríguez, inquieto por el tema, es candidato seguro para poblar con sus señas un expediente penal, en un claro contraste con la protección con la que cuenta el pisatario de Miraflores. Recordemos que, tiempo atrás, Rodríguez Chacín destacó también por las distintas cédulas de identidad que la prensa tuvo a bien ventilar, violentando la Ley Orgánica de Identificación y Extranjería. Lejos de una sanción, perfeccionó su inmunidad cuando los parlamentarios afectos reformaron el instrumento, restándole toda importancia a la lógica tipificación que acarreó el hecho. Ahora, otro de los más iguales entre los iguales, un estudiante pro-oficialista, es sorprendido por el propio artefacto que armaba, en la escuela de Trabajo Social de la UCV: estallando, por poco pierde la vida, pero declara que fue una bomba la que le lanzaron por la ventana del aula donde oraba fatigosamente, acaso haciendo unos ejercicios orientales de inspirada significación. Nada ni nadie sabe de una explicación, como nada ni nadie la conoce respecto a los agresores, con patente de corso, que dicen defender a la mentada revolución afincándose sobre los más débiles a través de los llamados colectivos, fórmula evolucionada y perfeccionada de los celebérrimos encapuchados que ahora ejercen el poder. |
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