Es una de las características esenciales de los regímenes dictatoriales: agredir, perseguir, desaparecer y eliminar a los opositores que actúan dentro del marco legal. Estos regímenes actúan de manera cínica sistemáticamente, culpando a quienes son sus víctimas de ser sus propios verdugos. Esa es una práctica de la mentalidad perversa de los regímenes tiránicos más crueles de que se tenga noción alguna en la historia de la humanidad.

Esa práctica cruel y deleznable se está desarrollando en Venezuela, por lo que tratan de hacer aparecer a la oposición como sus propios victimarios. Con el uso perverso de todo cuanto ocasione daño, quebrante el espíritu y la condición humana, se pretende doblegar el valor cívico de la colectividad que no cesa en su disposición de luchar para hacerse oír sobre lo que atenta contra la estabilidad de la nación.

A la lucha cívica que la sociedad venezolana asume con la firmeza y convicciones democráticas se le responde con descalificaciones intemperantes y cínicas. Asimismo, el régimen hace gala de las agresiones viles y acusaciones fabricadas en lúgubres mentes maniqueas del mal, bajo los designios funestos de la cartilla cubana con más de 50 años de dominación criminal.

Ateniéndose a ese formato cruel son capaces de presentar a luchadores democráticos como sus propios victimarios. Esa práctica sólo cabe en mentes desquiciadas y desesperadas por mantenerse en el poder a costa de lo más cruento e impredecible.

Así pretenden silenciar el accionar de la población atosigada de problemas y sobre la que se ciernen incruentas prácticas desterradas ya por quienes la sufrieron durante largos años y que dejaron profundas huellas de crueldad.   

Esta lucha que se intensifica a lo largo y ancho del país está profundamente vinculada a los valores que son comunes a las sociedades civilizadas, en las que los gobiernos responden con creces a los intereses colectivos, privilegiando los derechos esenciales de toda sociedad organizada en un régimen de libertades públicas. Pero eso está muy distante de ser en la Venezuela de nuestros días, puesto que lo imperante es un régimen prevalido de autoritarismo militarista cuartelario y afín con todo elemento contrario a los derechos humanos.

Las alianzas internacionales de este régimen lo dicen todo.

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