Benavides Torres y los compromisos de la GN |
Escrito por Argenis Machado |
Domingo, 23 de Agosto de 2009 15:25 |
Extraña trayectoria la de la Guardia Nacional bajo el régimen del teniente coronel de ejército Hugo Rafael Chávez Frías. Cuando éste comenzara a asomar sus garras recién montado en la presidencia y a apuntar sus baterías a la transformación de nuestras fuerzas armadas de cuerpo profesional subordinado al poder civil y sin ninguna pretensión deliberante, en cuerpo político al servicio del presidente de la república, no faltaron los analistas que previnieran contra su posible liquidación. Aparentemente la Guardia nacional, aquella para la cual el honor es la divisa, no se avenía con las pretensiones dictatoriales y totalitarias del chavismo. Diez años después la guardia nacional no sólo no ha desaparecido del escenario institucional: se ha convertido en el propio cuerpo de mercenarios al servicio del proyecto personalista del teniente coronel. Si a alguien le cabía alguna duda, la feroz arremetida de ayer de sus mastines uniformados y la rocambolesca aparición en escena del coronel Benavides Torres arengando a sus tropas como Napoleón frente a las Pirámides de Gizeh, ha venido a despejarlas de manera irrebatible. ¿Cuáles son las razones para el desaforado pataleo de este bufón con casco de acero y sus ofensas amplificadas a la civilidad, a los medios, a las universidades? ¿Qué lleva a sus oficiales a jugar duro, implicarse en el debate político y poner sus botas, sus peinillas, sus escopetas, ametralladoras y bombas lacrimógenas de manera tan inconstitucional y descarada al servicio de un hombre condenado a desaparecer en el 2012, si es que los Dioses le protegen durante estos tormentosos e impredescibles últimos días de Pompeya? Nadie había recurrido en Venezuela a la corrupción y el crimen como formas de debilitar a los neutrales y blindar el respaldo de sus fieles, como lo ha hecho Hugo Rafael Chávez Frías. Desde los tiempos del malhadado Plan Bolívar, en que mojara sus manos un pequeño equipo de generales enriquecidos de manera alevosa – algunos de ellos acompañados de ex misses con fortunas rimbombantes y apartamentos de súper lujo – hasta la epopeya de los maletines y las compras de presidencias regionales, no ha faltado una sofisticada agenda de compras de conciencias y violaciones a la ética y la moral. Tesorero de este magno operativo de corrupción a escala planetaria ha sido, naturalmente, el presidente de PDVSA, Rafael Ramírez, cajero mayor de Miraflores. Tendrá en su libreta más íntima y resguardada la detallada cuenta de las gigantescas sumas entregadas a la operación sometimiento. Es, por cierto, su seguro de vida. ¿Quién se atreve a tocarlo siendo dueño de tamaños secretos de Estado? Ni José Vicente Rangel, el esquirol profesional de la Venezuela decadente. Chávez sabe, por supuesto, de las graves implicaciones de altos oficiales de la guardia nacional en el gigantesco negociado del narcotráfico y del contrabando. Sin su venia, tales actos contra natura, que convierten a nuestro país en el principal pasaporte de la droga para Europa y los estados Unidos, no serían posibles. De allí el horror con que reacciona ante la cercanía de tropas especializadas en seguimiento de tales ilícitos. Y el empeño en movilizar todas sus influencias en la región para acorralar a Uribe y frenar el funcionamiento de la operación de seguimiento aéreo al tráfico de cocaína, principal actividad de muy altos y poderosos oficiales de la Guardia Nacional, por parte de insobornables funcionarios del Pentágono. Pero quien crea que esos son los únicos ilícitos en que están incursos altos oficiales de esa institución venezolana debiera leer las graves revelaciones efectuadas por Moisés Naim, director del importante semanario Foreign Policy, en su libro ILÍCITO. Allí, en sus capítulo finales, se demuestra el papel crucial que juega Venezuela bajo el gobierno de Hugo Chávez para los piratas globales y la pretoriana protección de la guardia nacional para con esos delincuentes internacionales, que desde el narcotráfico y la venta de armas hasta la trata de blancas, dominan al mundo de hoy con su mensaje siniestro de corrupción, perversión y violencia. ¿Puede permitir esa mafia enquistada en la Guardia Nacional que desaparezca Chávez del escenario y se descubran sus conexiones con la mafia del crimen globalizado? Una buena pregunta a formularle al coronel Antonio Benavides Torres, alias "modelito". A él, que se las da de revolucionario, posiblemente le calce en el mejor de los casos el viejo refrán que dice que nadie sabe para quién trabaja. |
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