Lamentable. Como mínimo ese es el calificativo que puede utilizarse para describir lo que dijo en una asamblea de trabajadores petroleros  el ministro de Energía y Petróleo, Rafael Ramírez quien expresó que quienes no se incorporen a un Comité Socialista son sospechosos de conspirar contra el proceso.

Semejante perla en la boca de un alto funcionario del gobierno es expresión de una concepción realmente atrasada con respecto al ejercicio de la política, y conlleva severos riesgos, incluso para el propio Partido Socialista Unido de Venezuela, en el cual milita Ramírez.

Me imagino que ante el temor de ser catalogados de conspiradores, miles de trabajadores petroleros ya estarán formando parte de estos comités socialistas. Con sus palabras, que serán tristemente recordadas, Ramírez le da fuerza a las versiones según las cuales funcionarios de la administración pública fueron obligados a inscribirse en el PSUV en el reciente recenso partidista, cuando la participación política es un derecho y no una obligación para con el patrono, público o privado.

Bien endebles serán las bases de un partido que tenga como parte de sus integrantes a militantes del miedo o del bozal de arepa. Estas prácticas en nada se relacionan con la visión que el propio Vladimir Lenin, líder de la Revolución Bolchevique en la Rusia Zarista, tenía con respecto al rol de la organización política. Lenin se planteó la idea del partido de cuadros que jugara un rol de vanguardia, lo cual implicaba que no todos los trabajadores podían formar parte de él, sino los más conscientes, los más ganados para la idea socialista y los más comprometidos con el trabajo.

Aquí se apuesta a lo contrario, a pervertir un partido con la incorporación de militantes que ven en el carnet un pasaporte a la estabilidad laboral. Entonces, con el discurso de Ramírez se va hacia el modelo adeco de partido clientelar y no al de Lenin, de cuadros formados y forjados al calor de la lucha. No sé si a estas alturas el ministro y dirigente del PSUV se habrá dado cuenta del error que ha cometido al provocar la forzosa incorporación de trabajadores a comités socialistas. Si no lo ha hecho persistirá en aseveraciones y en decisiones que a la larga le van a pesar, más que a él, al propio PSUV.

Igualmente, eso de decir que Pdvsa sólo discute contratos colectivos con revolucionarios es otra muestra de que no hay claridad política sobre el rol del sindicato. El patrono, sea Estado o sea privado, tiene que respetar la autonomía del movimiento sindical. Si en una empresa del Estado llegara a ganar las elecciones una plancha sindical de oposición, tenga usted por seguro que la principal responsable de esto es la gerencia de la empresa, comenzando por su presidente.

La voluntad de los trabajadores, a la hora de elegir sus dirigentes, debe ser respetada.

En definitiva, las erráticas palabras del ministro Ramírez son una campanada de alerta para el gobierno. La emoción de una asamblea no puede justificar expresiones que lleven implícito un mensaje de prepotencia y de autoritarismo que le hace un flaco servicio a la causa del socialismo y a la gestión  del presidente Hugo Chávez. No se puede retar la dignidad y la paciencia de la gente con actitudes como esas, que generan rechazo incluso en el propio conglomerado de trabajadores que siguen a Chávez y a sus ideas, y le ponen en bandeja de plata a la oposición nuevos elementos que le permitan seguir denunciando que en Venezuela se está gestando un modelo de sociedad reñido con la democracia y con los postulados de nuestra carta magna.