Cuando aún el Sol  está despertando su esplendorosa ostentación, las silentes calles miran transitar a esos hombres y mujeres que con ahínco se disponen a trabajar, a luchar por un sueldo, un salario que generalmente no logra menguar, tantas necesidades que tienen que confrontar Pero es un trabajo, es una oportunidad de ser útiles y de procurarse el sustento familiar.

Son los hacedores de oficios, en cuyas manos, a veces callosas, está la responsabilidad de ejecutar las labores que generan bienestar y comodidad  para todas las personas que conforman el ámbito organizacional.

Es el personal que asea las oficinas, para que todo esté impecable cuando vayamos a trabajar, el que  limpia las salas de baños con el propósito de que siempre estén en óptimas condiciones de uso u operatividad, ése que prepara y sirve el café cuando intuye que lo deseamos degustar, que lustra el piso, por donde, en ocasiones con arrogancia, solemos caminar.

Para ellos, hoy se abre este portal de consideraciones puntuales que debemos atender para fortalecer los valores de la solidaridad, la hermandad y la comprensión. Es tiempo de que se erradiquen expresiones y actitudes u tanto peyorativas heredadas de otras épocas y mentalidades, de otras idiosincrasias ajenas a la nuestra e internalicemos que hoy por hoy, cada miembro de la empresa es un ser humano, sin importar las labores u oficio que realice, que aunque a la gente "se le paga para que efectúe su trabajo" como aún piensan determinadas personas, también requiere de un ambiente cónsono, armónico, respetuoso y digno para sentirse a gusto y ser más productivo.

Afortunadamente cada día son más, los supervisores, gerentes y líderes que se embarcan en la nave del  trabajo en equipo, que han concienciado que el agradecimiento, la humildad y la gratitud engrandece al hombre.

Es cierto, estos trabajadores de oficios sencillos o tareas domésticas no son titulados, tal vez un día algunos de ellos, lo serán. 

Sin embargo en sus distintas áreas de competencia, también  saben gerenciar, realizando sus tareas con entusiasmo y efectividad, porque no sólo se logra méritos con los llamados “trabajos importantes”, sino que labores como las que realizan estos señores dignifican a quienes con honradez, las saben ejecutar, pues no hay trabajo que humille, ni oficio que haga avergonzar, porque todo trabajo fortalece  y eleva su espiritualidad.

Estos hombres y mujeres, como usted, como yo que siempre están ahí, aunque muchos no los perciben al pasar, ellos esperan el mejor reconocimiento que se les pueda dar, con una mirada, con una sonrisa, con un simple gesto de atención, porqué ¿Quién no necesita de un estímulo o una motivación?

En efecto, cada tarea es relevante, por más insignificante que   ante los ojos de algunos pueda parecer. Basta que un día ellos falten, para que no sepamos qué hacer: ¿qué pasó con el café de hoy? ¿Dónde está el señor de la limpieza? ¿Qué sucedió con el mensajero? No obstante, ellos siempre han estado ahí muy cerca, pero muchos no los quieren ver.
En consecuencia, sólo es cuestión de detenerse un poco y sobre este capítulo reflexionar, porque ¿Cuántos hombres  y mujeres  han pasado los mejores años de su vida limpiando un piso, que  en poco tiempo se vuelve a ensuciar?

Ser humilde es cuestión de actitud, de querer evolucionar como hijos de Dios  que somos todos y si ante Él no hay distinción.

¿Con qué derecho algunas personas se atreven a marcarla?  Evitemos las injusticias. No ignoremos lo que sucede en nuestro alrededor. Comprendamos que una excelente garantía de servicio comienza con un buen trato y que las diferencias entre una persona y  otra vienen dadas por su condición humana, por la práctica de sus valores.


HOMBRES Y MUJERES, COMO USTED, COMO YO  QUE SIEMPRE ESTÁN AHÍ, AUNQUE MUCHOS NO LOS PERCIBEN AL PASAR, ELLOS  ESPERAN EL MEJOR RECONOCIMIENTO  QUE SE LES PUEDA DAR.

(*): Consultora Gerencial