Estados Unidos, recesión e inflación y su impacto en Venezuela
Escrito por Guillermo Mendoza D. | @gmendozad   
Jueves, 18 de Agosto de 2022 00:00

altLa economía norteamericana ha experimentado crecimiento negativo por dos trimestres consecutivos, lo cual se toma como el inicio

de un período de recesión. La decisión de soportar a su población con abundantes recursos monetarios durante la pandemia, aunado a las secuelas de la fútil invasión rusa del territorio Ucraniano, han traído como consecuencia una perversa etapa inflacionaria que apunta a un enfriamiento en la producción y adquisición de bienes y servicios a todo nivel. El descalabro que indujo el COVID en las cadenas internacionales de suministros, en especial las chinas, y las sanciones globales a la conducta bélica “soviética” se suman y contribuyen con la situación actual.

Aun así, todavía el empleo sigue firme en el país del norte, lo cual podría dar signos de resiliencia económica, al permitir soportar el consumo privado, primer motor de su economía al contribuir con cerca del 70% de su PIB. La fortaleza actual del dólar abarata sus importaciones y algunos síntomas de que la inflación está comenzando a ceder son un buen augurio en este momento borrascoso. La data es aún contradictoria e insuficiente, algunas cifras bien y otras muy mal, motivo por el cual aún no se ha declarado formalmente la recesión. Esperemos y anhelamos que logren evitar el decrecimiento económico y contralar la subida de precios.

Para Venezuela esa situación trae consecuencias directas e inmediatas, ya que mensualmente recibimos desde Norteamérica una cifra significativa de remesas en apoyo a los dilapidados bolsillos de los consumidores locales, y que ya se ven mermadas proporcionalmente al efecto que dicha inflación tiene en los remitentes. Por otro lado, nuestra oferta actual de productos de consumo es en un alto porcentaje de origen importado, por lo tanto la inflación internacional  “se viene con ellos”, encareciendo lo que a diario adquirimos en nuestras bodegas y supermercados, así como también el precio de los suministros de materias primas que traen nuestras empresas. El costo por fletar un contenedor desde China a Venezuela pasó de unos $4.000 hace 3 años a $24.000 actualmente, con unos marcados atrasos en los tiempos de entrega…y ese incremento se le suma al precio de venta de todo lo que viene adentro de dicho contenedor.

En nuestro país, algunos factores de política económica, tanto cambiaria como monetaria y fiscal se han conjugado para crear unas condiciones mínimas bajo las cuales fragmentos del sector privado ha podido mantener algo de su actividad y en algunos casos muy puntuales se ha logrado un leve repunte. La dolarización, el “taima” en las visitas del SUNDDE y el SENIAT, la no aplicación de la Ley de Precios Justos y otras perlas similares han dado un ligero respiro al empresariado, a pesar de encontrarse ahora con mayores impuestos municipales y el afamado IGTF. 

Ahora bien, el camino del crecimiento sostenido que el país requiere para retornar a una economía diversificada y en sólida expansión pasa necesariamente por permitir el crédito bancario, tanto a los sectores comercial y manufacturero como a la construcción. Sólo así podremos ver una recuperación significativa del empleo privado productivo y con ello mejoras en el nivel de vida de la población. Si el precio y el volumen de petróleo mantienen llenas las arcas del Estado y los recursos se orientan a la muy necesaria inversión en infraestructura, entonces tendríamos una oportunidad cierta de volver a donde estabamos…y arrancar desde ahí.

 

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