De un remate de libros |
Escrito por Luis Barragán | X: @luisbarraganj |
Sábado, 23 de Julio de 2011 19:17 |
Las viejas fotografías revelan una hermosa avenida con arqueado puente limpiamente iluminado en sus extrañas, inaugurada en la Caracas del perezjimenato. La ciudad aniversaria del nuevo siglo, la recuerda ahora como un inmenso tramo de remiendos y obras complementarias incumplidas, agresora sistemática del peatón que la sabe congestionada también por el basural. A mediados de los ochenta, acaso avergonzada la década frente a las promesas de la otra centuria que se acercaba, hubo la lenta mudanza del remate de libros y revistas de las esquinas de Padre Sierra a Múñoz que pugnaban por kioscos de mayor confort y prestancia estética. Sin lugar a dudas, el permiso y arribo de la mercadería impresa transformaría, como en efecto lo hizo, aquellos sótanos visibles de suciedad, rancios olores, maltrechos dormitorios para una delincuencia de menores ambiciones: los viejo-libreros se emparagüaron con el puente de la avenida Fuerzas Armadas, incluyendo las no menos célebres mesas de ajedrez. En todo caso, la metrópoli agorafóbica permitió que la imprenta librara una batalla en su nombre para la recuperación de los espacios perdidos. Toda herencia desesperada halló un lugar para realizarse, los ejemplares sobrantes del hogar encontraron destino, el hurto furtivo localizó un nido, el estudiante cansado un pretexto y las ediciones ilegales un mercado, para cubrir la demanda más exigente, pasando por los apremios escolares, hasta llegar a las foto-novelas, las rosa y de vaqueros, por no citar el material pornográfico que nunca sospechó de la red de redes. Al principiar los noventa, surgió la alternativa de una plazuela triangular ubicada en Bellas Artes y, frente a la desconfianza de algunos que no la creyeron un referente promisorio para las nuevas cotizaciones, otros se mudaron. Recordamos a dos o tres excelentes libreros, hechos sobre una larga experiencia y comprobada vocación, que fracasaron después con la plazuela que sucumbió ante unas vaguadas consecutivas que padeció la zona, amén del deterioro y el hamponato de estilo. Las mesas más o menos artesanales de origen, dieron lugar a cajones de fortísimo metal de distintas dimensiones que hicieron del remate-debajo-del-puente, un territorio de la sospechosa formalidad comercial alcanzada. No sólo hubo un reparto del espacio disponible que protocolizó la fusión de los mesones, haciendo más fuertes unos comerciantes que otros y autorizando el subempleo, sino que se convirtieron en grandes y desiguales armarios o torres que también procuraban obstaculizar el hospedaje nocturno de vagos y maleantes. Sin embargo, el objeto principal se mantuvo, a sabiendas de la aparición de las grandes librerías formales que, al este de Caracas, ofrecen y encarecen aquellas piezas que el bibliófilo las aspiraba en el centro – acaso - menos riesgoso de la ciudad. Recientemente, las autoridades municipales tuvieron la genial idea de transformar el vientre de la avenida y, para ello, construyeron los pequeños locales que entran en conflicto con la arquitectura sobreviviente de las Fuerzas Armadas. Y, en lugar de corregir las fallas o desarreglos del lugar, saneando tan particular mercado, envalentonándolo como referente espontáneo para una mercancía cada vez más difícil en la era del control de cambio, dispusieron de un número más reducido de esos pequeños locales, sujetos a la renovación trimestral de los permisos, que no tardarán en depreciarse o hallar mejor ocasión para la chatarra alimentaria de los apurados transeúntes, juntándose la necesidad de responder al clientelismo político con el hambre de los contratistas que hurgan cada rincón de la metrópoli. Ojalá no fuese así, pero el remate del puente de las Fuerzas Armadas, donde obtuve y celebré la primera edición de “El reino de este mundo” de Carpentier, o las novelitas francesas del siglo XIX que tuve ocasión de obsequiar en lejana fecha, se convertirá en otro simulacro hasta desaparecer. Y con él, una generación de libreros y bibliófilos irreemplazables. Fotografía: LB, un instante en el remate de libros del Puente de las Fuerzas Armadas, Caracas (25/08/10) @luisbarraganj |
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