Eli Bravo entre las olas emocionales
Escrito por Iván R. Méndez | X: @ivanxcaracas   
Martes, 28 de Julio de 2009 19:04

Al igual que Andrés,  el protagonista de su exitosa novela  Una ola tras otra (segunda edición en julio de 2009), Eli Bravo nos cuenta en esta entrevista que  zarpó a la mar el 11 de abril de 2002. Mientras en Venezuela una multitudinaria marcha de protesta detonaba la renuncia de Hugo Chávez; en Miami, el escritor (y personaje) levan anclas al Mar Caribe escapando de un guayabo

y armado tan solo con un GPS y la certeza de que “cuando viajas solo, no eres sino lo que llevas encima”.


Antes de partir, Bravo comienza a recibir llamadas desde Venezuela, relatándole el clima efervescente. Una marcha inmensa se transforma en una sesión de disparos en el centro de la capital, “me hablaba mi parte como periodista, yo pensaba ‘tengo que irme a caracas’; y luego entendí que ya no  tenía un programa al aire y tenía un barco listo para salir. Me costó mucho, pero fue muy liberador en ese momento sentir,  porque de verdad lo sentí, que el viaje comenzó cuando logré cortar con el trabajo… Cuando llegue acá me encontré al país realmente convulsionado”, comenta.


— Iván R. Méndez (IRM): Novela de aventura postmoderna, pues el protagonista marinero usa GPS, le dan mareos y no sabe estacionar su velero, pero también viaje histórico que bordea las denuncias de las penurias caribeñas y melodrama amoroso y cómodo. ¿Cómo se logra que esos tres universos bailen al mismo son y se integren en una novela? ¿Cómo fue ese trabajo?


Eli Bravo (EB): Eso fue lo más difícil. Si te soy sincero no sé como lo logré. Yo quería contar en principio tres historias. Quería contar la historia de ese viajero físico, el viaje interno y la transformación de Andrés y quería contar la historia de amor. Entonces, apenas cuando comienzo a escribirlo lo hago como una crónica de viaje en primera persona, muy individual, y en ese momento me doy cuenta que allí no está lo que quiero contar, este género no me lo iba a permitir.

Quería plasmar una historia que fuera más emotiva, en el fondo quería que tuviese un contenido de belleza, que me permitiera tocar más aspectos espirituales o de alma.  La parte crónica me pareció muy descriptiva y no quería ponerme a juzgar lo que estaba pasando, pues me iba a encontrar haciendo análisis de cosas que no quería hacer. Y lo que busco es que la gente se quede con una sensación al final de la novela, ni siquiera con una reflexión, sino con una sensación.

Para  escribirla me ayudó muchísimo todo lo que había leído, me di cuenta que muchos de los libros que me han gustado son aquellos que tienen  sutileza y te dejan sueltas las cosas, por ejemplo, me acordé de Alessandro Baricco y  Murakami, que dejan una sensación compleja.


De paseo por el pasado


“El pasado es para dejarlo atrás” afirma el abuelo de Andrés, que luego agrega: “regresar era perderse en lo que ya no existía, cuando salgas de tu país asegúrate de cerrar la puerta y tirar la llave”. Esa afirmación es dura, sobretodo de alguien que emigró a Estados Unidos.

— IRM: ¿Al igual que Andrés y las personas que están en Miami o en Madrid, compartes ese deslindarte del país ? ¿Es necesario reinventase? ¿Podríamos decir que ese es, de alguna manera, el viaje inconcluso del personaje?

— EB: Yo no me deslindé ni cerré la puerta, esa no fue mi manera de emigrar. Pero si me siento un emigrante hispano en los Estados Unidos, he asumido esa identidad. Una de las cosas fabulosas es que el inmigrante se puede reinventar, y lo han hecho muchos.  En mi caso me ha tocado adaptarme pero no reinventarme del todo. Yo pude continuar con la carrera que traía, pude continuar la comunicación con el  país que dejé. Mi proceso de migración ha sido particularmente diferente al de muchas personas podríamos decirlo.


— IRM: ¿Ser figura pública te favoreció o entorpeció esa adaptación?


— EB: La comunidad venezolana que me sigue me ayudó, porque abrió puertas a muchas relaciones.  Actualmente, que ya tengo mi programa de radio, muchos de mis oyentes ya conocían el trabajo que venía haciendo acá. Así que en este caso sí lo facilitó. Los primeros años que estuve allá y  hacía el programa para People and Arts, fueron deliciosos porque nadie me conocía, eso lo disfrutaba mucho.  


Ya no es igual, no sólo porque tengo más gente conocida sino porque estoy más expuesto a los medios. Pero lo que tú preguntas es bien interesante, porque hay quienes asumen que la manera de adaptarse y de verdad salir es hacer ese corte.  Si tú no llegas a hacer ese corte estás como fijo. Como el caso del abuelo de Andrés, que nunca volvió, es un poco lo que ha sido en la historia la migración.  Mis bisabuelos, uno del Líbano y otro de Canarias, dejaron todo atrás, en parte porque no existían los medios de comunicación y mucho menos los medios de transporte de hoy en día. Los inmigrantes ahora somos muy distintos, tenemos mucho contacto con el país que dejamos, pero yo creo que si hay algo importante y es que si tú asumes la identidad de inmigrante debes deslindarte, cortar la nostalgia y entender que estás haciendo una nueva vida, en un nuevo país, y eso para los venezolanos es difícil. Me parece que uno de los trabajos interesantes que se puede hacer con la comunidad venezolana en Miami, son esas historias de quienes no lograron entender que era una mudanza a otro país y no simplemente a otra ciudad. Ellos sufrieron mucho ese proceso de adaptación.


— IRM: Compartes la frase de Milan Kundera  en La ignorancia, que dice: “La vida que dejamos atrás tiene la mala costumbre de salir de las sombras, de presentarnos algunas quejas de imponernos juicios”.


— EB: Sí, totalmente. A mi Kundera me gusta mucho y durante el viaje leí La identidad,  donde él trabaja ese concepto también, es un hombre que se va a erradicar a Francia, vive y carga con su pasado, que implica escapar de un sistema comunista. Muchas de éstas personas se inspiraron en esas preguntas que uno se plantea:  ¿quiénes somos? ¿qué hacemos acá? En la novela de Kundera hay un personaje que regresa a su ciudad y  se encuentra con sus amigas. En una escena que me encanta sus amigas de toda la vida hacen una fiesta para ella y la apariencia es que no ha pasado el tiempo, no ha pasado nada, pero ella en el fondo se siente totalmente desapegada, ajena a todas ellas.  Las otras también se lo reclaman en algún momento, le hacen su juicio y le dicen: “tú te fuiste y nosotras nos quedamos y sufrimos todo, y ahora ¿tú que vienes a buscar acá?”. Eso pasa. No solo te pasa a ti y tú te lo cuestionas, sino que tu entorno mismo te lo hace. Un amigo  me decía recientemente: ‘ustedes los que están afuera, ¿nos ven a nosotros como los pobrecitos que nos quedamos?’


Viaje transformador


Ralph Waldo Emerson aseguraba que es una ilusión pensar que un viaje puede cambiar las actitudes del viajero, “sólo llevan las ruinas a las ruinas”, sentenciaba. Por el contrario, Eli Bravo nos hace transitar la transformación de Andrés, un típico citadino desenfocado y desconectado, que consume cultura (Conrad, Cadenas, Miles Davis, Héctor Lavoe) con asepcia y lejanía; quien al contacto con sistemas de vida muy distintos al suyo en esa larga procesión de islas caribeñas, experimenta un inusitado llamado interior.

—IRM:  ¿Realmente crees que un viaje puede transformar a una persona?


— EB: Totalmente. Si tú asumes un viaje como  un tránsito, como un proceso de conocimiento de estar en un espacio ajeno y de utilizarlo como un momento de verte en un entorno sin referencia, comienzas a amarrar la cotidianidad con lo que llevas y tienes por dentro y te permite evaluarte mejor.  Yo he hecho dos viajes largos que me han servido en momentos importantes de mi vida. Uno  al sureste asiático, de morralero, y este en barco.  El viaje del sureste asiático fue en 1994, en ese momento estaba dejando un programa de radio que hice acá, que fue para mí muy exigente, y me fui con mi novia cuatro meses y medio. Eso me permitió deslastrarme de todo y llevar una vida a mi ritmo, a mi tiempo y lograr que yo fuera ese cuerpo y ese morral y más nada.


Andrés al principio sale con una idea predeterminada, que es uno de los errores más frecuentes de los viajeros. Debes ver el viaje en ese tránsito; el viaje no es el traslado para llegar a un lugar. Si se asume ese viaje de verdad lo importante deja de ser a dónde vas y a veces ni siquiera el camino que estás recorriendo, sino lo que estás experimentando en ese momento. Empiezas a descubrir muchas cosas. Así que si creo en el viaje como un poder de transformación grandísimo.


— IRM: Indica Javier Marías que la vida  “La vamos poseyendo a trozos, a sorbos. Y, por última, esa posesión es imperfecta; no poseemos más que un instante de nuestra vida: el presente; poseemos de un modo deficientísimo el pretérito, en la memoria; de un modo aún más precario, el futuro, en la medida en que podemos anticiparlo; y nada más”…  Esa afirmación, siento, engloba un poco la travesía de Andrés, por lo menos en un 80%, crees tú en esa posesión imperfecta y a trozos o sientes que tu personaje logra anclarse en algo al retornar con Sofía y niños?


— EB: Creo que una de las cosas que descubre es el tema del presente, que él lo único que tiene es ese presente. Logra deslastrarse del pasado, y el tema con Sofía es que el tiene un deseo de llegarle al futuro con ella pero se da cuenta que es imposible porque todavía no ha llegado. A mí me encanta  una frase básica del budismo que dice “todo avanza hacia su disolución”. Por eso estoy  en acuerdo totalmente con él.


— IRM: La metáfora del viaje se aplica un poco al país. Un grupo de venezolanos decidió realizar esa travesía revolucionaria pero todo salió mal, y se anclan y naufragan. ¿Por qué decides que el personaje entre en esas dos travesías a la vez? ¿Sientes que parte del país sigue en el mismo punto intentando regresar? O ¿crees que la corriente cada vez es más fuerte y arrastra todo?


— EB: Para quienes están afuera hay esa idea de la nostalgia por el país que dejaron,  que es la más ilusoria. Tienen una idea de la cachapa que comieron hace 15 años en choroní con todo el andamiaje y la memoria que le han montado, que cuando llegan aquí  ven que no existe. Hay gente que no lo quiere ver, e insiste en que sabe igual, hay gente que se desilusiona, pero es inevitable que cuando tu sientas que te quitaron algo primero tienes un resentimiento, pero por otro lado tienes una nostalgia sobre ello.

En el caso personal efectivamente ese país desapareció y se fue, no sólo porque el pasado no existe sino porque el cambio que se ha dado es muy grande, y quienes viven acá yo siento que muchas veces al momento de crear sus burbujas, compartimientos y recrear el mundo que tuvieron, tienen una pretensión en medio de ese naufragio de mantener  la forma. Te ves obligado para no sentir que se te está desmoronando todo, incluso el tener que enfrentar la sensación de que hay un momento en que tú ni siquiera comulgas con una parte del país, los valores no son los mismos ni siquiera los compartes. Un ejemplo perfecto es un artículo que se escribió a raíz de la pita que le hicieron a Maglio Ordoñez: ya en el momento de pitarlo de esa manera, nos muestra que ni siquiera ahí nos podemos encontrar. Allí es cuando comienzas a sentir que hay una parte del país que no te alberga ni te identifica, te anclas más en aquello que tenías y comienzas a magnificarlo.


— IRM: ¿Qué opinas de la inversión de roles en las universides? Ahora los estudiantes de las universidades privadas lideran las protestas,  ¿cómo percibes a Venezuela a partir de ese punto?


— EB:  Allí te das cuenta de cómo en este país se invirtió todo. Hubo un cambio de los grupos de poder, hubo un cambio de los principales actores, y en las universidades privadas puede estar gente más ligada a la clase media porque lo han visto como uno de los refugios. En muchas universidades públicas se veía como el discurso era contra el poder y actualmente me llama muchísimo la atención que se ha hecho tan oficialista. Cuando estaba en la universidad era inconcebible alguien marchando a favor de Carlos Andrés.

— IRM: ¿Por qué consideras que las elecciones en América Latina son “levadura de un pan que nunca llega al estómago, pero igual infla el espíritu”?


— EB: Es así. Nada mas con ver los últimos ocho años con todo este discurso , en el cual  la gente ha agarrado una gran emoción, pero el país sigue en el mismo lugar. Dicen que han acabado con la pobreza, pero ves una situación que no es tal. Incluso cuando no hay hambre en el estómago,   la gente sigue con una gran necesidad espiritual. Yo estuve en República Dominicana en un proceso de elecciones y me acordé tanto de las elecciones de acá, pues fue una euforia porque ganaron. Es esta cosa eufórica de que vamos a llegar todos juntos, ¿a qué? nadie sabe, pero vamos a celebrar.


— IRM: ¿Por qué te preocupa el tema del sexo por dinero? Lo has trabajado en artículos de opinión y en tu novela te detienes en el episodio en que una chica se ofrece por US$ 35…


— EB: Yo he trabajado  con Derechos Humanos y me parece que el tema de la equidad es fundamental. Nuestra sociedad tiene  muchas deudas pendientes con las mujeres. Somos los hombres los que tenemos que cambiar el rol que jugamos en la pareja, en la sociedad y en la manera en como tratamos a las mujeres. Creo que hay una nueva sensibilidad masculina, afortunadamente, que de verdad le da  respeto a la mujer y que no es sólo una cosa de discurso y formas, sino que es entender a la mujer como tu par en la vida,  aceptando sus diferencias. Ese tema  del sometimiento y de la violencia me parece que es muy duro y hay sociedades que son muy crueles con eso. Pero eso no va a cambiar en la medida en que los hombres  no cambien  la manera en que perciben la relación con la mujer.


Arquitectura de Una ola tras otra


— IRM:  ¿Cómo trabajaste los detalles marinos, las rutas (“la mona”, por ejemplo), el clima?


— EB: Era parte de mis notas y yo quería que la gente se metiera un poco en el barco, entonces me dije voy a tratar de no abusar de los términos, ya que hay muchos libros de marinería que están llenos de éstos.  Yo los leí en español, comencé a usarlos en inglés, y luego llegó un momento  en que se me olvidaron unos y otros, hay cosas que ya ni siquiera me acuerdo como se llaman. Es poner algunas cositas para que la gente sienta que realmente está allí navegando con Andrés. Todo partió de, digamos, que yo tenía sobre la mesa mi diario, las guías de navegación que usaba en ese momento, mis fotos y ponerme en el lugar de quien no sabía nada de vela, pero le seducía la idea del velero.


— IRM: Muchos autores no logran avanzar de los relatos a las novelas, ¿en qué se diferencian? Cómo se logra el plot point en una novela versus un cuento que es casi un suspiro?


— EB: Es difícil. Hay muchas cosas que pasaron de manera muy intuitiva y no lo pensé. Mi editora me dijo “ahorita es cuando lo que hayas leído te va a servir”. Porque yo cuando escribía, sabes, pensaba el final, y le daba vueltas y vueltas, no hay nada peor que cuando sales de una película y piensas porqué no se acabó hace 20 minutos.  Yo decidí cortar esto rápido, hay temas que no quiero cerrarlos y no me importa, al final ya no importa.

Me daba el temor de que estuviese “macheteándola”, entonces tuve claro eso de tener esas tres narraciones,  quería contar esto en capítulos cortos y llegar al punto en donde el lector  se quedara con las ganas. El cómo armar eso fue pasando de manera intuitiva, lo que sí es cierto es que yo había trabajado de una manera muy cómoda   porque  hacía cuentos o artículos, que luego compilaba. Aquí trabajé y aprendí mucho en el camino. Le agradezco muchísimo a Planeta, porque me tuvieron muchísima paciencia ante los  muchos cambios que hice en el libro.


— IRM: A quemarropa: ¿Cocinas tan bien como Andrés?


— EB: ¡ Yo lo adorné un poco, pero de verdad me gusta mucho la cocina. Como tenía tiempo durante el viaje me dediqué a prepararme cosas a mi gusto y arreglé mi barco para andar cómodo. Lo hice porque sabía que iba a pasar mucho tiempo por allí, y como es una ruta muy transitada podía abastecerme de cosas, así que no me compraba latas de atún, sino que me agarraba mis latas de cosas más exquisitas,  dedicándole así el tiempo a la cocina. Hice mucha parrilla (risas)


— IRM: ¿Has probado escribir literatura en inglés?
— EB: ¡No! para nada.  Me he puesto a escribir un poco sí, pero todavía no he podido avanzar mucho en eso. Quiero empezar a escribir en inglés por dos cosas: porque me gustaría probar el idioma y sobre todo porque he estado leyendo en ese idioma y me encanta ese carácter seco que puede tener el inglés, que puede ser muy activo a la hora de narrar. Pero  todavía no tengo el dominio para hacerlo.


—  IRM: ¿Le agarraste el gusto a esto? ¿vas para la segunda novela?
— EB: ¡ Claro que sí. Me encantó porque aprendí más del proceso, lo entendí mejor, y he logrado la disciplina que es una de las coas más importantes


Sobre Eli Bravo
Este periodista desciendiente de árabes y españoles,  egresado de la UCAB en 1990, inició su carrera como asistente de musicalización en Radio Capital 710 AM en 1985. A los pocos años toma el control del micrófono y debuta en esa frecuencia mientras culmina su carrera, mención prensa. En 1988  presenta en televisión el programa Sonoclips, seguido de un retorno a la radio, esta vez FM, que le reportó un Premio Nacional de Periodismo con el espacio Enclave 104.5. Eli marcó un nuevo estilo de hacer radio: interacción con los usuarios y una minuciosa producción de los contenidos de su show radial “Cualquier cosa”. Apenas tres años después, Bravo se monta en El autobús de la Mega, un espacio radial ecléctico, donde las noticias y el entrenimiento en clave juvenil marca la pauta, sin obviar que fue el primer programa transmitido satelitalmente en la radio venezolana. Durante la última década, Bravo se convirtió en la imagen del canal People + Arts e inicia su participación en BBC y Discovery. Desde el 2006, su espacio Radio Global se transmite, con una comunidad de oyentes en crecimiento, en la 1210 AM en Miami, ciudad en la cual reside el comunicador.
Eli es columnista en el diario El Universal y ha escrito seis libros:   Tan Insaciable como la muerte, Cortas, lecturas para el baño, Historia Canalla, Radio Global, 39 entrevistas que nos hablan del mundo, Caldo de Cultivo Una Ola tras otra.


+ información sobre Eli Bravo: http://www.elibravo.com/

Reseña de Una ola tras otra
(*): Entrevista realizada en el Altamira Suites el 22 /04/2009


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