Goebbels en Caracas
Escrito por Iván R. Méndez | X: @ivanxcaracas   
Jueves, 17 de Febrero de 2011 09:27

altTodo empezó al comprar "La filial del infierno en la Tierra", un librito que recoge los artículos de prensa del novelista Joseph Roth (Brody, 1894 – París, 1939).

Roth ha sido un amigo por más de dos décadas, sus novelas, escritas en un lenguaje llano, casi coloquial, son máquinas para volar hacia principios del siglo XX y coexistir con personajes a los cuales se les derrumbaba el mundo. “Hotel Savoy”,  “Fuga sin fin”, “Job” o “La leyenda del santo bebedor” son obras memorables que alegran o molestan a un ritmo que no le sube la tensión arterial al lector.  Esa sosegada estrategia de escritura estalla en sus escritos para prensa e incluso cartas  (a Stefan Zweig). Aquí, el vértigo, la denuncia, la provocación, la devastación del espíritu y un nihilismo decimonónico delinean un estilo que no da tregua, que reclama su reflexión (o pesadilla) luego  de cerrado el volumen y escondido en la mesa de noche.

La filial del infierno
En el artículo homónimo del volumen, Roth escribe a quemarropa “se sabe que la misión de la prensa alemana consiste no tanto en publicar hechos, sino en ocultarlos; no sólo en difundir mentiras, sino también en sugerirlas; no sólo en confundir al mundo —el resto de este mundo raquítico que aún posee una opinión pública—, sino también en obligarle a aceptar las noticias falsas con una ingenuidad desconcertante” (Pariser Tageblatt, 1934).  Para lograr esa meta, el Tercer Reich cuenta con “el más sensacional invento de las modernas dictaduras”  que no es otra cosa que “la mentira estridente, basándose en la hipótesis, acertada desde el punto de vista psicológico, de que al que hace ruido se le concede el crédito que se niega a quien habla sin levantar la voz”… El autor denuncia que a la mentira le han crecido las piernas y corre delante de la verdad, engatusando a los periodistas de Inglaterra, Francia o Estados Unidos, quienes caen en manos de los altavoces, pues ellos son, también, “hijos de su tiempo”.

Un texto explosivo
“La filial del infierno en la Tierra”* denuncia a ciertos judíos que, de no haber emigrado, habrían sido eficientes funcionarios de la SS; comenta la anexión del cine austríaco, vía convenio, al Tercer Reich y pide a los europeos que “dejemos de una vez por todas de deducir del gran pasado alemán la esperanza de un gran futuro alemán”. Meses antes de fallecer, alcoholizado, en París,  el Das Neue Tage-Buch le pidió un artículo, que Roth responde con una larga carta explicando porqué no vale la pena escribir artículos en esos días. En esa misiva asevera que los tiranos contemporáneos se diferencian de sus antepasados por “una falta absoluta de personalidad. ¡Sí hasta su cobardía resulta insubstancial! Su mentira no es sólo  producto de su falta de imaginación: también en su deformidad hay algo insuperablemente pueril (…) parece que se trata más bien de un nuevo fenómeno psicótico, una especie de pubertad retardada, de inmadurez sexual esclerótica, de falta de hombría adulta”.

altGoebbels en Caracas
Para Roth, su tocayo, el ministro Joseph Goebbels, es el estratega que diseña el andamiaje del Tercer Reich. Esa política de altavoces y radio esconde algo, puesto que “la voz de la verdad es discreta, la de la mentira ruidosa. Tan poco segura de sí está la mentira, que tiene que gritar con vehemencia. Como si quisiera sonar más fuerte que ella misma”.

Sin tener que justificarlo, se que el lector intuye y extrapola esa vivencia nazi de Roth hacia el resto de regímenes dictatoriales de la modernidad. Sería poco elegante y hasta ofensivo con su inteligencia, intentar justificar o buscar símiles entre las ideas de Roth y los males presentes, por eso decidimos, sigilosamente, tender las oraciones del escritor austríaco para que usted, lector, las transite armado de  sus propias circunstancias… Lo que sigue, parece una broma de la historia, pues es el método que, según Roth, utiliza Goebbels para promover su propaganda dictatorial desde su despacho, que el autor denomina el “Ministerio para la adulteración y la calumnia”.

Joseph Goebbels despliega propaganda hacia el interior del país y hacia el extranjero, veamos:

“En lo que respecta a la propaganda en el interior del país, imperan los siguientes principios:

a)    disimulo, encubrimiento;

b)   negación;

c)    enardecimiento, exaltación;

d)   falseamiento, exageración.


La propaganda destinada al extranjero no se basa únicamente en los cuatro principios que rigen la del interior del país, sino también en los siguientes:


e)    intimidación, o mejor dicho, soborno material o inmaterial de los observadores extranjeros;

f)     adulación, o mejor dicho, intimidación;

g)    influencias imperceptibles”.


Ate usted los cabos, apreciado lector…


(*):Joseph Roth. La filial del infierno en la Tierra, El acantilado, Barcelona, 2004.

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