El chavismo como problema
Escrito por Pastor Heydra   
Jueves, 02 de Septiembre de 2010 06:51

alt“El chavismo como problema”, es el título del nuevo libro de Teodoro Petkoff, quien vuelve por sus fueros de las manos de Fausto Masó de la Editorial Libros Marcados. Ya en 1969, Editorial Fuentes, también conocido como “Ho Chi Minh”, le publicó su primer libro, con nombre similar: “Checoeslovaquia, el socialismo como problema”, que le costó la ex comunión del Kremlin, presidido por Leonid Brézhnev, junto al filósofo francés Roger Garaudy, autor de “Ya no es posible callar”, que trata de la crisis del comunismo de ese entonces, por impíos.

Teodoro, a su manera ha sido un iconoclasta. En su momento, a raíz de la invasión soviética en Checoeslovaquia en 1968, dio un importante viraje y se deslindó del mundo del estalinismo, al cual regresó tangencialmente en 1978, cuando tomó las riendas del MAS, que después dejó en las manos del inefable Enrique Ochoa Antich, hoy secretario ejecutivo de “Un Nuevo Tiempo”, quien no pudo con aquel sueño y le dejó las descosidas bridas a Felipe Mujica y Leopoldo Puchi, quienes terminaron de fulminar esa quimera revolucionaria democrática en los brazos de Irene Sáez primero, de Hugo Chávez después, hasta llegar a ese piélago del espacio que es la nada.

Petkoff es sin duda un intelectual muy perspicaz. Hizo un buen cambio al dejar la política militante por el periodismo activo que práctica a diario en “Tal Cual”. Carismático, antojadizo y no pocas veces equívoco, es un tipo que con hechos ha demostrado que es un “echao pá lante”. Un hombre de pensamiento y acción, que no se para en pendejadas. En mi último libro, aún no editado, que habla de historias de golpes de Estado, invasiones, conjuras y renovaciones que van desde ese 1968 de la invasión soviética en Checoslovaquia, que por casualidad me tocó presenciar, hasta nuestros días, comienzo haciendo referencia a una frase que me dijo en el momento en que gané la nominación a la presidencia de la Federación de Centros Universitarios de la UCV en 1975, por un voto, sobre Pavel Rondón ex embajador de Chávez en Santa Fe de Bogotá. Me dijo “negrito tú no eres un hombre de la historia, eres un hombre de historias” y así ha debido ser, sin calzar las onzas de sus guantes, pero pegando duro.

Me leí de un jalón su libro. Discursivo y ameno. Sin la profundidad teórica que le ponía a sus otras reflexiones, un amigo común, ya fallecido, Luis Bayardo Sardi. Corrector de lujo de esas exquisiteces. Hay una descripción impecable sobre el chavismo y su discurrir. Conocedor, como pocos, de las sinuosidades de la izquierda, desmiembra el halo que se quiere dar el Presidente, a quien califica en su exacta precisión: Un autócrata militarista. ¡Y ya! Cuidándose de los conceptos alegres, como lo hace buena parte de la dirigencia opositora, que pretenden emparentarlo con Stalin, Mao Tse Tung, Hitler o Kim Il Sung, sobre todo, cuando subraya que en el régimen de Chávez, por ahora —y ya va una década—, no tenemos un “terrorismo de Estado”, signo marcador de las dictaduras.

Es riguroso cuando señala que los conceptos hay que usarlos con prudencia, ya que el lenguaje conduce a conductas y políticas que cuando se apoyan en premisas falsas o en verdades a medias, pueden conducir a graves errores. Destacando que “el afán de precisión no es mero preciosismo intelectual, sino muy concreta necesidad política”.

Sin embargo, no ocurre lo mismo, cuando trata el tema del segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez, a quien le endilga muchas culpas, que él, como ministro de Planificación del Gobierno que mayor inflación ha producido en el país, como fue el de Caldera, que le dio paso amplio a la emergencia de Chávez, tuvo. Asimismo, señala los errores garrafales de la dirección política opositora, pero oculta, ¿complicemente?, nombres, apellidos, vínculos de los cogollos con los grupos económicos y con los dueños de medios y situaciones que conoce muy bien, desde la conjura que dio al traste con el gobierno de CAP, abriendo, de par en par, la puerta de la “decadencia de la democracia” partidocrática, a la que no fue ajeno.

El libro de Teodoro, es un buen texto para la reflexión profunda de nuestro acontecer. Va mucho más allá de las menudencias de nuestra melancólica dirigencia opositora.


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