La pasión Latinoamérica: En el contexto de las reclamaciones territoriales y políticas de Argentina y Venezuela
Escrito por Claudio Briceño Monzón | @CabmClaudio   
Jueves, 14 de Junio de 2018 07:13

altEste escrito lo inicié inspirado en la lectura del excelente libro de Roberto Fontanarrosa: Puro fútbol. Buenos Aires Planeta, 2013.

En 23 cuentos sintetiza el sentir argentino por el futbol, y uno en particular me encanto en su moraleja del hincha futbolero: el del 19 de diciembre de 1971, esa década que podemos denominar perdida en Argentina, de los años setenta, donde unos amigos hacen que un viejo hincha regrese a la cancha a una final de su equipo y en la celebración muere de la felicidad y es el epígrafe de este artículo.  

El futbol es de las pasiones nacionales, que más entusiasman en el mundo, que si sucumben, lo entierran a uno indirectamente, ser hincha de un equipo de futbol puede ser algo más que religioso, ya que el ir a la cancha es un ritual tan extraordinario como ir a una iglesia los domingos, e ir al estadio en una final de nuestro equipo, es como ir a la iglesia el día del santo. Viví en La Plata (Argentina), durante 5 años y disfrute la ciudad tanto o más que un platense desde tomar: mate, café, fernet, vino; hasta comerme un matahambre a la pizza, degustar un asado con hueseo, deleitar una empanada de media docena, un sándwich de milanesa, celebrar el día del ñoqui, merendar un helado de frutos del bosque, las facturas y no las por pagar sino por comer (medias lunas y pasta seca, como le decimos en Venezuela). Pero el futbol fue una pasión que asumí como parte de la religión que nunca he tenido y al llegar a la ciudad en el 2008, Estudiantes de La Plata quedo campeón de la Copa Libertadores de América, y la forma como los hinchas del Pincha Rata de la ciudad de las diagonales recibieron a los jugadores fue algo increíble, inolvidable en ese primer invierno austral, donde el fanatismo futbolero se hizo uno solo con las diagonales y plazas, a pesar que La Plata tiene una rivalidad futbolística muy acentuada, ya que la ciudad tiene dos equipos de primera división: Gimnasia Esgrima y Estudiantes. Yo soy oriundo de Mérida–Venezuela, ciudad andina del occidente de Venezuela, la cual se caracteriza por esa identidad andina futbolera de ser la última estribación de la cordillera de Los Andes, donde compartimos costumbres culinarias como la arepa de trigo y el practicar futbol, ya que Venezuela es un país caribeño y el beisbol es el deporte rey, por la influencia estadounidense. En Mérida al igual que en San Cristóbal ciudades andinas, el futbol es el deporte por excelencia. Mérida tenía igualmente dos equipo de primera división de futbol: Estudiantes de Mérida y el equipo de la Universidad de Los Andes, el segundo actualmente juego en la segunda división y el primero aun juega, por esa semejanza con el nombre de los equipos y sus uniforme fue que igualmente me hice hincha de Estudiantes de La Plata, y me transforme en un vulgar Pincha Rata.   

Hoy en la plena crisis existencialista que vivimos diariamente los venezolanos, mis recuerdos de La Plata, me traen gratos remembranzas de amigos, paisajes, olores, sabores, los cuales siempre llevare en el corazón. De pibe (Argentina) chamo (Venezuela), me enseñaron que la patria era la tierra de los padres, hoy con la vivencia de haber adoptado la cultura Argentina, la cual recorrí en auto–carro, de norte a sur desde Tierra de Fuego hasta Jujuy, desde Alberdi hasta Mar de Plata, de Santa Fe a Rosario, de Buenos Aires a La Plata; puedo decir y sentir que tengo una segunda patria no donde nací pero si donde viví y me sentí parte de su sentido de pertenencia, permanencia y procedencia.

La cuestión Malvinas, la viví con los amigos Rodolfo y Federico, que en mi caso la veo como un reivindicación latinoamericana, donde una guerra muy corta y de la cual los ingleses hasta  ridiculizan en la actualidad en programa de televisión, llevó a los argentinos a entender que ellos son parte de esa Humania del Sur, lo que llamamos América Latina; guerra que hizo que el estado cuartel instaurado en Argentina desde 1976 colapsara y que renaciera la democracia con la alternancia de poder, libertad y estado de derecho, principios democráticos que hoy están proscritos en Venezuela y que tanto añoramos. Esa pasión por la reivindicación ante los ingleses de las Islas del Atlántico Sur, la compartimos por un sentir similar por la reclamación de nuestra Guayana Esequiba, la cual perdimos en el Laudo de Paris de 1899, donde los ingleses con un árbitro Ruso y con la defensa del gobierno estadounidense nos vimos en la situación de ser despojados de 159.000 kilómetros cuadrados, que fueron reconocidos por la nulidad del Laudo de París por los ingleses y guyaneses en febrero de 1966 a través de Acuerdo de Ginebra antes que los ingleses le otorgaran la independencia a Guyana en marzo de 1966. 

No olvidando que en 1902 las potencias coloniales de Europa bloquean y bombardean las costas de Venezuela para forzarla a pagar deudas contraídas con súbditos de esas potencias, un gran argentino, Luis María Drago, salió en defensa de la débil Venezuela y, en nota dirigida al gobierno de Washington, el 29 de septiembre de 1902, sentó las bases, de lo que luego será doctrina que lleve su nombre y, al protestar contra el empleo de la fuerza, contrario al derecho internacional, insistió que era inadmisible y debía prevenirse cualquier política de expansión territorial disimulada bajo el pretexto de una reclamación financiera.

Durante la guerra de Malvinas en 1982, la actitud vehemente de Venezuela en apoyo a la República Argentina en el ámbito regional e internacional, fue una contundente y digna muestra de reciprocidad a la defensa hecha por el Canciller Luis María Drago durante el bloqueo de 1902. Venezuela intervino en las más importantes tribunas internacionales en reconocimiento de los derechos de la soberanía argentina sobre las Malvinas, exponiendo que en virtud de las resoluciones sobre descolonización de la Organización de las Naciones Unidas (1960-1966) era inaceptable la existencia de restos del viejo colonialismo británico en América y, peor aún, que Inglaterra los restableciera mediante actos de fuerza y hechos de violencia extracontinental que violaban y vulneraban los postulados de seguridad y paz continental consagrados en el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, TIAR. Venezuela cuestionó en los foros internacionales las posturas que estos organismos asumieron ante el conflicto y, particularmente, el caso de las Naciones Unidas al dictar una Resolución que, en apoyo a Gran Bretaña, condenaba la recuperación militar argentina. El apoyo diplomático, político y moral de Venezuela fue invalorable para la consolidación y el desarrollo de las relaciones bilaterales entre ambas naciones. Es relevante resaltar que el apoyo de Venezuela fue a la Cuestión Malvinas y no al gobierno de la Junta Militar, dirigida en ese momento el General Leopoldo Fortunato Galtieri, la derrota de las Malvinas deja a la Argentina en una aguda crisis política, económica y social, que pone al descubierto la crisis de la dictadura militare que venía gobernando desde 1976, Galtieri es reemplazado de la presidencia por el General Reinaldo Benito Bignone (sin el respaldo de la Armada y la Aviación, que se retiraron de la Junta Militar). Esta situación obligó al gobierno militar a aflojar los mecanismo de represión y se iniciaron públicamente los reclamos sectoriales: las Madres de la Plaza de Mayo aglutinaron a su alrededor a las organizaciones de los derechos humanos y sus marchas se convirtieron en un reclamo escuchado por todos; las organizaciones vecinales se multiplicaron e hicieron oír sus reclamos relacionados con los altos impuestos, los alquileres o los precios de los artículos de primera necesidad; los sindicatos emergieron del congelamiento impuesto por los militares y reaparecieron los conflictos y las huelgas para lograr aumentos salariales y la recuperación y normalización de los gremios intervenidos.

Actualmente en Venezuela como pasaba en la Argentina de los ochenta del siglo pasado, nuestro país no ha resuelto la reclamación del territorio de la Guayana Esequiba con la República de Guyana y no ha delimitado áreas marinas y submarinas al noroeste del Golfo de Venezuela con Colombia. En el caso de Argentina para 1982, tenía pendiente además del conflicto de las Islas del Atlántico Sur, estaba en el tapete la problemática fronteriza con Chile por la delimitación del Canal de Beagle, diferendo que fue resuelto post guerra de Malvinas por el Tratado de Paz y Amistad en 1984. Ojala y el actual gobierno venezolano no busque una excusa en la reivindicación del territorio de la Guayana Esequiba, para llevarnos a una guerra estéril e innecesaria con Guyana o con Colombia por la resolución de los diferendos pendientes.

En la percepción deportiva ambos países tiene unas diferencias sustanciales, ya que en Venezuela el futbol es una pasión, que actualmente es, que está comenzando a despertar el sentir nacional, ya que el beisbol continua teniendo su sitial en la cúspide del deporte venezolano, lo contrario a Argentina, donde el beisbol no lo entiende ni siquiera el 10% de la población, un país donde el futbol es parte de la religión nacional y donde Maradona y Messi son los santos más venerados por los argentinos. En Argentina e Inglaterra el futbol, es un ingrediente más del sentir nacional, y la rivalidad futbolística juega un papel preponderante en la construcción de las identidades nacionales de mitos de integración racial, de relatos de héroes que desbordan los campos de juego para transformarse en iconos nacionales. El futbol contribuye al análisis del proceso de invención de las naciones modernas, ya que los deportes modernos tienen un papel relevante en la invención y construcción del nacionalismo. 

La perspectiva de la Guerra de Malvinas, hizo que el rival más aborrecido del hincha argentino pasara de ser Brasil a Inglaterra, siendo que para los argentinos la venganza de Malvinas, fue en el mundial de futbol de México 1986, que Eduardo Galeno en su libro El fútbol a sol y sombra, relata: “Contra Inglaterra, Maradona vengó con dos goles de zurda al orgullo patrio malherido en las Malvinas: hizo uno con la mano izquierda, que él llamó mano de Dios, y el otro con la pierna izquierda, después de haber tumbado por los suelos a la defensa inglesa.”[1]

Hoy Diego Armando Maradona, un mito del futbol mundial, perdió vitalidad no por sus vicios y adiciones (consumo de cocaína), que tanto daño le hace a un deporte tan popular como lo es el futbol, hoy al inicio del torneo máximo del balón pie: el Mundial de Futbol Rusia 2018. Maradona perdió su fuerza ante los países de América Latina al apoyar una dictadura cívico militar como la que representa hoy el gobierno de Nicolás Maduro, que no tiene nada de diferente a la feroz dictadura de Argentina de Viola, Videla, Massera, Galtieri; que en 1978 hizo que Argentina ganara un mundial donde las libertades elementales no existían como pasa actualmente en Venezuela, que se quieren demostrar que las elecciones fueron transparentes y que en el país no pasa nada, cuando en realidad el sueldo no alcanza ni para comprar un kilo de carne y donde los niveles de frugalidad son tan simbólicos como el cinismo de un gobierno que se dice ayudar al pueblo y no puede ni reconocer que ya no tiene popularidad entre sus militantes que ya están tan cansados del autoritarismo que muchos han emigrados a los países vecinos buscando mejores condiciones de vida.          

Ojala la amistad entre los países sudamericanos sea cada vez mayor y cuando un país esté en una crisis existencias como la que actualmente tenemos en Venezuela, los demás países presten esa misma solidaridad que le brindo Venezuela a Argentina en la fatídica guerra de 1982, y donde el sentir patriótico pase de lo nacional a lo regional y verdaderamente podamos sentir aquella célebre frase de Simón Bolívar, que a muchos intelectuales les gusta des conceptualizar, de la famosa Carta de Jamaica:  para nosotros la patria es América.    

[1]Eduardo, Galeano. El fútbol a sol y sombra. 4ª edición ampliada. Buenos Aires: Siglo Veintiuno Editores, 2013, p.194 

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