El fin de los díscolos
Escrito por Ascanio Cavallo   
Martes, 15 de Diciembre de 2009 21:49

altLos partidos fueron bastante zamarreados en las elecciones presidenciales del domingo. No sólo quedaron abollados en esa competencia los de la Concertación (gobierno incluido), sino, de manera un poco menos visible, los de la Coalición por el Cambio

porque Piñera obtuvo su buena votación después de una última fase de campaña en que se liberó de sus condicionantes. Enríquez-Ominami construyó su campaña contra los partidos, y les arrebató 20 puntos valiosos en la presidencial.

Esta constatación es, posiblemente, la que llevó a algunos entusiastas a pedir la renuncia de los jefes partidarios. Pero sólo un análisis muy liviano puede limitarse a la presidencial y dejar de lado los resultados parlamentarios.

Y lo que pasó allí es que en ambas cámaras se fortalecieron los partidos grandes, la UDI y la DC, los  otros se defendieron bastante bien (sólo el PRSD tuvo un retroceso significativo) y desaparecieron casi todos los inventos de los últimos años. El Chile Primero de Flores no obtuvo ningún representante, el MAS se quedó con Navarro (al que no le tocó competir), la Nueva Mayoría de Enríquez no tuvo ni un solo elegido y el PRI de Adolfo Zaldívar se redujo a tres heroicos diputados (de siete), aunque con votaciones tan personalísimas que más bien confirman la regla.

Entre los 120 elegidos para la Cámara obtuvieron escaños sólo dos independientes: Miodrag Marinovic, haciendo honor al particularismo puntarenense, y Pedro Velásquez, figura histórica de la DC en pugna con facciones internas en Coquimbo.  

En el Senado, lo que se llegó a llamar "la bancada independiente" desapareció. Por fuera de las dos grandes coaliciones sólo quedó Navarro, mientras que la DC y el PPD arrasaron con los candidatos alternativos. El caso más significativo, tanto por su calidad política como por su trayectoria, fue la derrota de Carlos Ominami, inmolado en el altar de la candidatura de su hijo.

Desde el punto de vista parlamentario, esta elección marca el fin de los "díscolos". O por lo menos, de la manera en que algunos parlamentarios entendieron la forma de ejercer la discrepancia: La idea de que un parlamentario es "dueño" de sus votos se volvió recurrente, principalmente desde la Concertación. Esto se terminó el domingo.

Ningún "díscolo" conservó su asiento. Incluso un senador sólo ocasionalmente "díscolo", como Jaime Naranjo, fue vencido por un símbolo partidario, Ximena Rincón. Andrés Zaldívar le ganó a un capitoste socialista permaneciendo en la DC, no imitando a su hermano Adolfo.
A pesar del descrédito discursivo con que se lo ha rodeado, el binominal puede haberse fortalecido este domingo. O, para decirlo de otra forma: ¿Tienen los partidos hoy más, o menos, incentivos para modificarlo?

Resuelto el problema de la inclusión del PC a una escala realista -su porcentaje no permitiría una representación mayor-, otras objeciones contra el sistema son ahora un poco más dudosas. Tres en particular:

1) El sistema impide la renovación. Aunque es evidente que  favorece a los incumbentes, al menos esta vez, más de un tercio de los diputados son nuevos y la mitad de los 18 senadores elegidos también lo son en sus circunscripciones.

2) El sistema no es competitivo. Sigue siendo cierto que, una vez designado un candidato, tiene muchas posibilidades de triunfo y esto da una importancia tan grande a la nominación como a la campaña.

3) El sistema concentra votos en las dos grandes coaliciones. De esto no cabe duda. Pero si los votantes creyesen que esto es negativo, no habrían apoyado a muchos de los candidatos de los grandes bloques.


(*): Decano de Periodismo UAI

La Tercera








blog comments powered by Disqus
 
OpinionyNoticias.com no se hace responsable por las aseveraciones que realicen nuestros columnistas en los artículos de opinión.
Estos conceptos son de la exclusiva responsabilidad del autor.


Videos



Banner
opiniónynoticias.com