De los venezolanos del Perú, por ejemplo
Escrito por Luis Barragán | X: @luisbarraganj   
Lunes, 23 de Mayo de 2022 00:49

altDiáspora es un término demasiado generoso que esconde una realidad brutal, comprobando la existencia

de una guerra no convencional que literalmente expulsó a millones de venezolanos de su propio país.  Así las cosas, continúa el curso de un proceso harto interesado de redefinición demográfica, frecuentemente inadvertido, convertida la situación de muchos de  nuestros coterráneos – dentro y fuera del país - en distintos tabúes.

Recientemente, la legítima Asamblea Nacional abordó la materia a propósito de la medida de expulsión de una venezolana en Perú, por fortuna, aparentemente superado el impasse. Nos correspondió expresar la inquietud y posición asumida por la fracción parlamentaria de Encuentro Ciudadano que va más allá de los clisés acostumbrados, al contextualizar un problema tan particular en las obscuras corrientes de un anti-occidentalismo que ha ganado terreno por la confusión y la perplejidad que genera. 

El totalitarismo de nuevo cuño al que le ha faltado la precisión y certeza de un nombre, laboratorizó este rincón del mundo tras el aparentemente cándido triunfo del chavismo en las postrimerías del siglo pasado, por cierto, expresando un fenómeno de terca resistencia al rentismo petrolero en declive.  Previsto su desarrollo político y estratégico de mediano y largo plazo, antes insospechado, el régimen forzó al exilio social y económico de los venezolanos, agudizando la persecución ciudadana, y bajando la presión interna al mismo tiempo que propiciando un factor inmediato de perturbación y desestabilización de la región latinoamericana (y caribeña).

La perversa ofensiva antivenezolana, ha encontrado fórmulas de perfeccionamiento en la propia región, solicitada la visa a nuestros desplazados en numerosos países o, tan presos fuera como adentro, inmovilizados por las trabas para salir de Perú, por ejemplo, debido a la cuantía de las multas que contrastan con las inmensas facilidades del gobierno colombiano que ha comprendido cabalmente nuestras urgencias. Hemos quedado a la merced de un gobierno activamente xenófobo como el de Pedro Castillo, afectando dramáticamente a nuestros favelizados compatriotas que, además, conocen muy bien el libreto que sigue el ocupante de la Casa de Pizarro. 

Agobiados por los problemas domésticos que agravó la consabida pandemia, no hemos logrado suficientemente caracterizar ese exilio tan masivo como inédito, confiados, en el peor de los casos, a la idea de quienes salen del territorio nacional no sólo se encuentran en mejores condiciones en relación a los familiares y amigos que dejan, sino que éstos pueden recibir una más efectiva ayuda económica. Añadida la peculiar inflación en dólares que sufrimos, menoscabando esa ayuda, subestimamos en propiedad el desplazamiento y la búsqueda de refugio en otras latitudes, obviando las vicisitudes que pasan nuestros paisanos de subidos tonos existenciales, como ocurre en Perú, o, muy arriba, e las fronteras con Estados Unidos.


Urge también un centro de estudios


Hemos indagado en distintas fuentes la realidad venezolana en un país que conocemos, porque le dimos abrigo por siempre a sus centenares de miles de exiliados sociales y económicos, y, al mismo tiempo no lo comprendemos completamente, por sus divisiones hasta raciales, quizá faltándole el equivalente de un intenso sismo político como el que vivimos acá con la guerra federal y la impronta igualitaria que le atribuyen los especialistas. Los nuestros, en una eterna huida por el mundo, han aceptado la dura supervivencia, acaso, suponiendo una estancia provisional que los celosos países vecinos trastocan en largos años de estadía..

Hay una muy marcada afluencia de los que fueron tan pobres acá, como ahora lo son allá, susceptibles de la sobreexplotación laboral, con salarios inferiores al mínimo de los peruanos que paradójicamente lucen mejores a los de Nicolás Maduro. Y éste, precisamente, incentivó la exportación de grandes clanes criminales, como el llamado Tren de Aragua, cuya fama por aquellos predios nos entristece, afectando severamente el prestigio de la inmensa mayoría de nuestros coterráneos que desempeñan con probidad, dedicación y honradez sus labores.

Tales vicisitudes delictivas, tensan el arco de los prejuicios y se hace difícil y riesgoso hablar de tamaña exportación, pero también desliza otros tabúes sobre las diferencias sociales entre los venezolanos que allá pueden agigantarse e inexplicablemente se agigantan, aprovechándose unos de los otros, o de fenómenos que escapan de la discusión política, como el de la prostitución, o – increíblemente – la niñez abandonada.  Creyéndose libre de toda responsabilidad,  el madurato sólo exalta acá a las víctimas de la xenofobia y de la pobreza, ofertándoles un regreso excesivamente publicitado a aquellos que también pueden caer en la trampa: por estos lares, absolutamente nada se ha arreglado, ni se arreglará con los mismos protagonistas. 

Compartimos aquello de la dificultad de juzgar el comportamiento de los nuestros en países diferentes, sobre todo cuando tratamos de venezolanos de a pie, con o sin formación académica, honestos y bregadores, cuya cotidianidad no entra en la órbita del reconocimiento político en Venezuela.  Están – allá -  huérfanos de cualquier protección y, como dijo un testigo digital,  regularizada la situación en Perú, por alarmantes que se hagan las condiciones de vida, no les es ni será fácil salir y solicitar asilo a terceros países.

No sabemos de un convincente esfuerzo de seguimiento de la realidad del desplazamiento venezolano, riguroso y objetivo que suscite el interés de nuestros científicos sociales, por lo que es necesario crear una agencia encargada de la materia. Así, la encargaduría presidencial podría levantar una suerte de centro de investigaciones que, por ejemplo, haga la debida pesquisa de los recursos dispuestos por la ACNUR para nuestros desplazados en Perú o en otras latitudes.


Voto y representación venezolana en el exterior 

Cobra interés la organización social de los venezolanos en el exterior, siendo inevitable la pluralidad de iniciativas y alternativas para ello, al igual que la debida rendición de cuentas de los recursos dispuestos. Valga acotar la importancia de una mínima estructuración de naturaleza partidista, pero – entre otras – la realidad migratoria, por ilustrar un caso, amerita de una atención organizada que va más allá de los circunstanciales y localizados intereses meramente políticos. 

En todo caso, inferimos, una mínima y fiable nucleación de los venezolanos, ha de impedir la manipulación ejercida directa e indirectamente desde Miraflores, contaminando las demandas de los nuestros. Porque también, es necesario reconocerlo, hay una migración de oficialistas irredentos que, a pesar del hambre y la miseria que los obliga a salir, se convierten seguramente en dóciles piezas de los servicios de inteligencia que, es de suponer, infiltran a terceros países según los intereses del Foro de São Paulo.

Interesado en apuntalar al gobierno de Castillo, actuarán en correspondencia las dependencias diplomáticas y consulares de Maduro reconocidas de nuevo. A la representación diplomática del interinato venezolano, no le ha sido ni le será fácil manejarse en una coyuntura que siempre requerirá de la sindéresis y sentido de oportunidad, pero también de compromiso y determinación.

Después de Colombia, la más nutrida colonia venezolana se encuentra en Perú, por lo que resulta inaceptable que ésta y las que se encuentran en las restantes latitudes,  los venezolanos tan venezolanos como los de acá, no ejerzan debidamente el sufragio. Y es más, superado el presente régimen en Venezuela, las colonias que se estabilicen en todo el mundo, no tengan la debida representación parlamentaria.

Finalmente, por un parte, tomamos nota del testimonio rendido por un número importante de personas digitalmente consultadas, aunque debemos destacar la atención dispensada por nuestros fraternos amigos Jonathan Noguera y Villca Fernández, así como la del señor representante del presidente Guaidó, doctor Carlos Scull, quienes están exceptuados de toda responsabilidad por las opiniones acá emitidas.  Y, por otra, reiteramos nuestra salutación a los coterráneos que, más allá de nuestras fronteras, no desmayan en la tarea común de alcanzar la libertad y la democracia en Venezuela: ¡Un fortísimo abrazo venezolanista! 

Fotografía: Villca Fernández, vistas del cono sur de Lima, Perú (18/05/2022).

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