Resiliencia
Escrito por Gustavo Roosen   
Viernes, 17 de Julio de 2009 06:45

altEntre mis recuerdos de infancia hay uno que en estos tiempos me vuelve de manera reiterativa: los pájaros de Apure, su dedicación a construir su nido y su persistencia en rehacerlo y volverlo a rehacer cada vez que los invasores -pájaros también- lo habían destruido. Pienso en ellos y pienso en el venezolano de hoy, cercado por la amenaza pero dispuesto a vencer el miedo, segregado en su propio país pero orgulloso de su condición y comprometido con su construcción, acosado por el poder pero inquebrantable en el reclamo de sus derechos, condenado a convivir con el caos y la arbitrariedad pero empeñado en transitar los caminos del orden y la legalidad, testigo de un irracional y sistemático proceso de destrucción de bienes e instituciones pero decidido a seguir reconstruyéndolos y animando la esperanza.


Los científicos sociales llaman resiliencia a esta capacidad de no rendirse ante la adversidad, de no perder la esperanza, de volver a empezar, de construir pese a las dificultades, de ver oportunidades donde otros ven obstáculos, de poner el foco en lo positivo, de salir fortalecidos de las adversidades y de las experiencias dolorosas.

Es la capacidad para seguir proyectándose en el futuro a pesar de los acontecimientos presentes y de su carga negativa. Los venezolanos, no hay duda, tenemos esa capacidad. Sólo así se explica la voluntad de mantenerse firmes, de trabajar, de seguir viviendo, de apostar al futuro y a su voluntad de construirlo.


Estrechamente vinculada con la entereza personal, la resiliencia nace de la fuerza interna, del espíritu, donde se conjugan valores como la autoestima, el optimismo, la fe, la confianza en sí mismo, la responsabilidad, la creatividad, reforzados socialmente por la solidaridad, la amistad, la comunión de principios y propósitos.


Frente a la destrucción, la resiliencia es la capacidad para proteger la institucionalidad y la propia integridad sometidas a presión, pero también la de pensar en la reconstrucción, prepararla y adelantarla. Resiliencia es fortaleza, la que recogimos de nuestros padres y su ejemplo, la que nos inspiran la responsabilidad y el compromiso con nuestros hijos y nietos. Lejos de alimentarse de ilusiones, se afirma en la comprensión de la realidad, pero sobre todo en la convicción de que es posible modificarla y en la capacidad para encontrar sentido a la vida, incluso a la adversidad. Como alguien ha dicho, la resiliencia se edifica desde la zona más luminosa del ser humano, desde sus fortalezas, desde la potencialidad de cada individuo para desarrollarse y para recuperarse.


Vivimos tiempos en los que se hace especialmente necesario fortalecer la resiliencia, individual y socialmente, en nuestros niños y jóvenes, en nuestros líderes, en cada uno de nosotros. Fortalecerla desde dentro, animando la esperanza, actuando sobre las soluciones, enfocándonos en las circunstancias que se pueden modificar más que en las inamovibles, sustituyendo rigidez por flexibilidad, estimulando la creatividad, resistiendo las presiones, denunciando la desfiguración de la verdad, construyendo un marco de relaciones interpersonales saludables, dando un paso todos los días en dirección hacia los objetivos, negándonos a la condición de víctimas y afirmando nuestra voluntad de convertirnos en protagonistas de nuestro propio destino.


El venezolano ha demostrado su capacidad de resistir, de recomenzar, de alimentar el optimismo sobre la base de su convicción y de su trabajo. No está dispuesto a renunciar al futuro. Esa seguridad le permite, aun en las dificultades, trabajar, sonreír, planificar y alimentar esperanzas. Esa es su fortaleza.


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