Honduras como elección
Escrito por Manuel Felipe Sierra   
Martes, 07 de Julio de 2009 21:30

altAhora más que nunca la OEA representa los intereses de los estados miembros y de ninguna manera los intereses de sus pueblos. Así como en el pasado el organismo fue el “Ministerio de Colonias”, para legitimar los golpes y las invasiones decretadas por Washington, ahora responde a los manejos de una mayoría de gobiernos directa o indirectamente orientados por el ALBA

La crisis de Honduras ha dejado varios asuntos en claro:

1) Ahora más que nunca la OEA representa los intereses de los estados miembros y de ninguna manera los intereses de sus pueblos. Así como en el pasado el organismo fue el “Ministerio de Colonias”, para legitimar los golpes y las invasiones decretadas por Washington, ahora responde a los manejos de una mayoría de gobiernos directa o indirectamente orientados por el ALBA. Si bien esta alianza agrupa a 8 países (sin contar a Cuba) de los 35 que integran el organismo, ello representa una minoría altamente calificada si se toma en cuenta el apoyo puntual de las naciones del CARICOM; y la “neutralidad positiva” de gobiernos como Brasil, Argentina, Chile, Guatemala, El Salvador, República Dominicana, Paraguay y Uruguay.

Esta es la razón por la cual el organismo condenó el golpe militar en Honduras ignorando que la salida de Zelaya fue el punto culminante de una crisis que aún no ha sido resuelta. No fue una aventura golpista convencional. Ningún militar se quedó con el mando y la destitución de Zelaya (que ya había sido deslegitimado por todos los poderes y la ostensible mayoría de los hondureños) se dio conforme a las disposiciones constitucionales. El acuerdo prematuro de la OEA, lógicamente, encadenó apoyos de otras instancias internacionales y de la mayoría de los gobiernos incluyendo al de Estados Unidos. A él se sumaron los medios de comunicación transnacionales en una furiosa cobertura no siempre ajustada a la verdad. Por esta vía, la OEA renunció a la negociación previa, canceló el irrenunciable camino del diálogo y declaró una condena express, prematura y desconsiderada, contra un país pequeño y pobre cuyos poderes habían actuado con riguroso apego a los mandatos constitucionales. Es decir, la OEA de manera insólita, contrariando su propia naturaleza, promueve una intervención brutal contra la soberanía de uno de sus miembros.

2) Las primeras declaraciones de Barack Obama más que cautelosas fueron infelices. Se comprende que el nuevo mandatario cuide sus pasos para marcar distancia frente a la gestión de Bush. Pero ello no lo autoriza para la ligereza y la premura con que actuó un presidente de los Estados Unidos, quien ante casos similares solía guardar su opinión, para que la Secretaría de Estado y los embajadores en los organismos multilaterales hicieran los primeros anuncios. Obama dió luz verde (si se toma en cuenta la inmensa expectativa que su mensaje ha despertado en el mundo), a la jauría que ahora acorrala a Honduras.

3) La evolución de los hechos ha demostrado que la estrategia exterior del chavismo ha llegado mucho más allá de lo que se supone. Ya la consolidación del ALBA y su periferia es un  logro que podía atribuirse a la eficacia de la chequera petrolera. Pero esa sola explicación no basta. ¿Cómo es posible que aún no se repare en la deslegitimación de desempeño del régimen venezolano? ¿Qué otra cosa es un golpe de estado continuado a la constitución y la flagrante violación a los derechos humanos constatados por los propios órganos de la OEA? ¿Por qué el organismo no reacciona ante sus decisiones que son burladas y rechazadas con altanería por Chávez? ¿Por qué no se dice nada cuando Chávez juega a la cuerda floja con sus repetidas amenazas de irse de su seno? La responsabilidad no podía atribuirse solamente a la actuación de un secretario general tan patético y poca cosa como José Miguel Insulza.

4) El cuadro tiende a estabilizarse. El regreso de Zelaya a la presidencia, tal como él lo plantea, no es posible. El gobierno de Micheletti ha propuesto un punto de encuentro con su disposición de adelantar las elecciones de noviembre. Los países centroamericanos han frenado el bloqueo y normalizan las relaciones comerciales. El gobierno provisional se consolida con un evidente apoyo popular. Ante la opinión mundial Honduras y los poderes internacionales reproducen la escena bíblica de David contra Goliat. Estados Unidos coge mínimo en sus pasos diplomáticos. Chávez, para preservar la influencia que ha demostrado en este caso, está obligado a obrar con cierta prudencia; y los voceros de la oposición venezolana que se rasgaron las vestiduras ante el “golpe militar”, ahora tendrán que reflexionar después que la opinión pública nacional se ha inclinado por una valoración más sensata y justa de una crisis, que bajará de presión pero que no habrá de cesar en corto tiempo.





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