Hipocresía obscena
Escrito por Rafael del Naranco   
Martes, 07 de Julio de 2009 08:03

altEl general a cargo del desfile de ayer en Ciudad Bolívar con motivo del "5 de julio", lo enunció con fervor imperioso al terminar la parada: "Presidente: Preparados para apoyar a Honduras". Toda arenga forma parte del énfasis militarista. La patria y sus valores los representa la soldadesca; el resto de los ciudadanos, polvo y arena. Toda arenga forma parte del énfasis militarista. La patria y sus valores los representa la soldadesca; el resto de los ciudadanos, polvo y arena.

En cada militar se personifica la bruma de un Alejandro, Atila o Napoleón. Algunos, con nula épica que contar a sus nietos, llegaron a la tutela de una tribu por designación del clan, y al final, terminaron gobernando con los machetes.

Chávez tomó en sus hombros de hierro forjado la responsabilidad de llevar en un avión venezolano, con guardaespaldas cubanos, a Manuel Zelaya. Los miembros de la tripulación no intercambiaban coordenadas con la torre de control del aeropuerto de Toncontín si no con Tele Sur. La televisora lleva una semana trasmitiendo sin mucha dificultad, en vivo y directo, todo hecho contra el gobierno provisional en el pequeño país centroamericano.

El Presidente, por el mismo éter que aún no ha informado de la huelga de hambre de Antonio Ledezma en la embajada de la OEA, en una demostración palpable de "tolerancia informativa", se convirtió en reportero hacia el mundo. Estaba en su salsa.

Habló de muertos, heridos -(un inciso: ¿se contaron los caídos la intentona militarista el 4 de febrero de 1992, hoy convertida en fiesta patria?)-, y del "valiente Zelaya que se juega la vida en ese viaje de la libertad"; a continuación lanzó una perla de las suyas: La junta militar hondureña está apoyada por el imperio yanqui: ojo, no Obama; él nada sabe, nada ve, al ser una maniobra de los gorilas del Pentágono a sus espaldas.

Si no se tratara de una situación infausta en la que se juega con dados marcados y demasiados intereses políticos, platicaríamos sobre el show mediático en el que el Comandante-Presidente demuestra sus extraordinarias cualidades histriónicas.

Si de algo se le debe acusar al actual gobierno de Tegucigalpa, es de poca reflexión. A Zelaya lo hubieran podido botar tras una reunión en el Congreso, donde aquel era minoría. Eso no se hizo, y dio carne fresca a los compadres del ALBA. Comenzaron anunciando "batallas sangrientas", y se contabilizan dos cadáveres. Era la guerra mediática del fin del mundo con Tele Sur a la cabeza, cuyo canal está haciendo más para avivar los odios que los movimientos pacifistas en amainarlos.

Si el aludido golpe fuera "estilo Pinochet", en Honduras no se movería ni la hojarasca. Y los estadios de fútbol serían campos de concentración.

Mientras todo el poder del régimen está al servicio de Zelaya, al Alcalde Mayor de Caracas se le va la vida sobre una colchoneta.
Reivindica lo idéntico que el hondureño: Restituirle los derechos arrebatados -pasando sobre la Constitución- por Chávez y la Asamblea Nacional.¿Qué hacen los organismos internacionales? Esconderse por vergüenza. Nos hallamos ante la hipocresía más obscena


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