La guerra de los cambures
Escrito por Ricardo Ciliberto Bustillos   
Lunes, 13 de Noviembre de 2023 00:00

altLa confrontación será dura. De eso no hay duda.

Y será entre el cambio de régimen o su continuidad. Venticuatro años son muchos para un estilo de gobierno, por demás lleno de errores y fracasos. Ya se ha dicho, suficientemente, que no hay ítems, logros o aceptables resultados que mostrar. El desastre aflora, sin disimulo ni ocultamiento.

Chávez la inició y Maduro consolidó esa inverosímil manera de gobernar. Entre otras cosas, de convertir la administración pública y demás poderes del Estado en un archipiélago de atribuciones, de decisiones unipersonales, influencias y círculos de la más estricta confianza, cuasi feudos que nos trasladan a la Edad Media, y más cerquita, a la Venezuela del siglo XIX.

El presidente repartió sus facultades y deberes entre ministros, directores, jefes medios y hasta en uno que otro funcionario de modesto o bajo rango. Incluso, es vox populi, que ni se atreven hacer una llamada telefónica de un titular a otro para solicitar su intermediación en un asunto de particular interés, por cuanto se consideraría invadir o entrometerse en áreas que se suponen han sido adjudicadas de modo absoluto y personal.

Esa nefasta asignación y distribución ha sido uno de los más grandes yerros de esta ya larga administración, de tal manera que resulta casi
imposible adelantar planes, concluir proyectos y entregar buenos resultados, dada la disgregación de responsabilidades y el uso y abuso de las prerrogativas concedidas. Todos los días nos dan un muestrario de ello, sin rubor alguno y sin el menor atisbo de rectificación.

El panorama aparece complicado, difícil. Mire por donde se mire, las encuestas señalan un rotundo rechazo al presidente y su administración. No era de esperarse menos. Y más allá de las trampillas de siempre, de los atajos a que nos tienen acostumbrados, y sobre todo de las perversas órdenes dictadas desde Cuba, lo cierto es que no hay vuelta atrás y la salida electoral se revela como inalterable y definitiva.

Releyendo un episodio histórico como el de la “Guerra de las Dos Rosas”, nos permitimos hacer un símil, obviamente, salvando las distancias, características y con un dejo de chanza. Recordamos que entre 1455 y 1487, se planteó una seria disputa entre las casas York y Lancaster por el trono de Inglaterra. La rosa blanca simbolizaba la York y la roja la Lancaster. Al final triunfó la primera. Antes de este conflicto, ya habían ocurrido algunos incidentes que anunciaban un pleito sucesorio de gran trascendencia. Choques y encontronazos entre miembros de las familias pretendientes, antes compañeros de ruta y de sólidas amistades.

Remitiéndonos a nuestra realidad, lo cierto es que la muy próxima pérdida del poder de Maduro y del PSUV presagian, en términos criollos, una “ Guerra de Cambures”: a ver quién sobrevive y hereda, políticamente hablando; quién se queda – con cierta posibilidad - enchufado; quién renegocia su status ante la Justicia local e internacional; quién continúa al frente de la disminuida organización y militancia del partido de Chávez y NM, y sobre todo, quién queda como cabeza visible para recomponerlo y actuar -como Dios manda- a través de la vía electoral.

La “Guerra de los Cambures” está a la vuelta de la esquina. Sobre todo, cuando ya comenzaron las defecciones, acercamientos, conversaciones, arrepentimientos y de lo que algunos radicales llaman traiciones. Hay que estar pendiente.


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