El expresidente Hugo Chávez tiene más de una década de fallecido, autor intelectual y material de la Venezuela del Siglo XXI.

Lo mencionamos para resaltar el hecho que su proyecto continúa viento en popa, incólume, al pie de la letra, está siendo llevado a cabo por todo el andamiaje de la desinstitucionalización, de la psuvización de las instituciones que deberían ser del Estado, pero pertenecen a quienes detentan el poder.

Es decir, para el chavismo nadie es indispensable, ni el propio Chávez lo fue, es un sistema apoderado de las estructuras del Estado, de nuestro territorio, de nuestras armas, instituciones de nuestras inconmensurables riquezas. Maduro es solo una pieza, la cara más visible de la revolución chavista.

Por tal motivo, observamos cómo al perder un espacio de poder mediante el sufragio, inmediatamente la desinstitucionalización roja “pare” un ente paralelo permitiéndole al chavismo preservar las competencias, facultades y recursos de lo perdido; los protectorados, las zodis, son una demostración de ello. Cuando en 2015 pierde la AN, se inventó una “constituyente” sin importarle que esa Asamblea Nacional fue el poder público más votado de nuestra historia y que para erguir la “constituyente” tuvieron que llenarse las manos de sangre… el mismo ministro de defensa reconoció la actuación “atroz” de unos de los componentes de las FANB.

Maduro puede, probablemente, tener el récord venezolano de más promesas electorales y anuales, cada vez que se enfrenta a una elección (va para la tercera) o envía su mensaje anual ante el parlamento, sus promesas y augurios han sido los más ambiciosos y espectaculares de nuestra historia, paradójicamente, sus resultados han sido los peores… y por mucho.

Contrario a los demás poderes de elección popular, el Ejecutivo Nacional tiene una acepción única y determinante. Siendo el castrismo venezolano un régimen enteramente militarista, siendo la Constitución en su Artículo 236,5 quien atribuye al Presidente la dirección de la Fuerza Armada Nacional bajo la figura de Comandante en Jefe y máxima autoridad jerárquica, nos topamos con una realidad imbatible: a diferencia de los demás poderes, el chavismo no puede entregar el Ejecutivo Nacional, perdería totalmente el control, la esencia y la clave de su régimen, así de simple.

Es por esto, que las presidenciales a las que se ha enfrentado Maduro han sido tan polémicas, las de 2013 las “ganó” con tan solo 260 mil votos en medio serias denuncias de fraude, de faraónico ventajismo. En 2018 las perpetraron con candidatos ficticios, 3 provenientes del chavismo y uno inconstitucional (el Pastor), lo que le costó su reconocimiento y sanciones internacionales.

Para 2024 no hay sorpresas, se quitan de encima inconstitucionalmente a la única candidata capaz de vencerlos electoralmente a pesar de todas las triquiñuelas electoreras, María Corina Machado, y colma el tarjetón electoral con falsas candidaturas “opositoras”, siendo personeros enanos en respaldo, a quienes las instituciones psuvizadas les otorga direcciones nacionales de partidos, cuotas de poder, indultos y pare de contar, candidatos prepagos que validarán las elecciones a pesar de su ilegalidad e inconstitucionalidad, sin protestar procedimientos ni resultados.

De continuar por el mismo camino de los últimos procesos electorales, las presidenciales 2024 serán otra elección “Made in Chavismo” con grandes ofertas, promesas, augurios miles de bienestar y desarrollo, pero materializando exactamente lo contrario. Vamos rumbo, no a unas presidenciales, sino a otra irremediable reelección de Maduro. @leandrotango