El dolor de una guerra
Escrito por Juan Guerrero | X: @camilodeasis   
Jueves, 12 de Octubre de 2023 15:54

altToda guerra es un fracaso humano. Más cuando ésta deriva de un pasado que tiene lazos de sangre y carne.

A tu simiente daré esta tierra,

desde el río de Egipto (Nilo), hasta

el río grande (Éufrates).

Génesis.


Toda guerra es un fracaso humano. Más cuando ésta deriva de un pasado que tiene lazos de sangre y carne.

Con cierto humor negro diré que cuando los hermanos, Ismael e Isaac tocaron la Tierra Prometida, ya el patriarca Abraham había pisado muchas veces ese espacio sagrado Hermanos o medio hermanos de sangre (Ismael, primer hijo de Abraham con la esclava Agar, e Isaac, primer hijo de Abraham con su esposa, Sara), dieron origen a los pueblos que hoy siguen disputándose el derecho de ser “herederos” de la Tierra Prometida. Más aun, un hijo de Isaac, Esaú, casó con una hija de Ismael. Todavía más, ambos hermanos sepultaron a su padre, Abraham y lo lloraron entrelazados. Para agregar más dolor al asunto de esta cruenta guerra fratricida, los estudios modernos indican que existe cerca de un 80% de afinidad (consanguinidad) del cromosoma Y, entre judíos y árabes. 

La historia del origen de estos dos milenarios grupos humanos deriva del mismísimo Dios de las religiones abrahámicas (judía, cristiana, islámica), creador supremo para estas culturas. Así, siempre el creador indicó al patriarca Abraham que tendría descendencia para heredar la tierra donde previamente le había ordenado emigrar, la inmensidad de llanuras, valles y rebaños, entre los dos ríos, el Nilo y el Éufrates. Para ello, tendría un hijo prometido por Dios. Pero al ser su esposa, Sara, aparentemente estéril, al paso de los años y con más de 80 años de edad, el patriarca Abraham no pudo esperar y fue cuando su esposa, le ofreció a su esclava, Agar, para que esta procreara un vástago. Así nació Ismael (El bendecido). Trece años después, casi centenario, Abraham concibió con Sara su hijo “prometido” (Isaac).

De estas dos estirpes derivan con los siglos las diferentes familias que nunca han podido ponerse de acuerdo para convivir como “Dios manda”, en armonía y paz. Las interpretaciones sesgadas a los textos sagrados heredados (Biblia, Talmud y Corán), que ambas dinastías conservan como sus libros de origen, para establecer sus corrientes religiosas, priorizan cada una a su favor la preeminencia de un hermano (Ismael/Isaac) sobre el otro. 

Independientemente del derecho de heredad sobre las tierras que Dios otorgó al patriarca, Abraham, para que éste a su vez, dejara en manos de cada uno, lo cierto que hoy, lo quecontempla la humanidad, es un claro ejemplo de la capacidad destructiva del ser humano, cuando arrastra por siglos, de una generación a otra, odio, rencor y resentimiento acumulados por tanto tiempo, para ser capaz de arrasar con su propia familia de sangre hasta llegar a extremos sanguinarios de barbarie

No creo que en la memoria de la mayoría de la población palestina ni tampoco, judía, siga existiendo ese resabio de atraso animalesco. De hecho, pienso que no. Sin embargo, es claro que detrás de toda confrontación bélica, la guerra, que siempre es azuzada y aprovechada por terceros, propicia la posibilidad para alimentar pasiones de incautos que, a nombre de falsos dioses, nacionalismos, ideologías y otras banderas, proceden a desarrollar estos actos de brutalidad enfrentando poblaciones, donde los inocentes sirven como lanzas de sacrificio en una interminable carnicería que no parece tener fin.

Es evidente que el pueblo palestino tiene su derecho ancestral a ocupar el espacio histórico que heredó del patriarca Abraham, igual que el pueblo judío. Además, siendo familia deberían ocupar con mayor devoción y hermandad dichos lugares llamados sagrados. Compartir la mesa encima de la “roca fundacional” donde el Dios de Abraham fijo el sitio del sagrado hogar, como la tradición dice y ordena, sería un acto humano que acercaría a los dos pueblos. Sin embargo, la cruel realidad hace que tengamos que presenciar la violencia desmedida de terceros, “militantes de las tinieblas del horror de grupos terroristas” que buscan con sangre, una venganza que, de seguidas, trae otra venganza. 

Estas nuevas generaciones, judías y árabe/palestinas, tienen entre las manos el reto de cambiar todo bajo otros parámetros, donde la justicia, el respeto al Otro diferente, el compromiso a las decisiones tomadas en conjunto y la compasión (“con pasión”), orienten los principios y valores llevados a procesos educativos sólidos, que preserven un vivir, convivir y compartir como sociedades avanzadas y prósperas. 

 

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