El voto castigo
Escrito por Ricardo Ciliberto Bustillos   
Lunes, 12 de Junio de 2023 00:00

altTendemos a confundir el concepto y la naturaleza del voto.

Pocos caen en la cuenta que ante todo es una importante manifestación de nuestra voluntad política, de respaldo a una posición, persona, punto de vista, a un programa o a un cuerpo de ideas, entre otras. El voto debe considerarse la máxima expresión de la participación ciudadana. No hay democracia sin elecciones, sin sufragios y, por supuesto, sin acceso al gobierno en cumplimiento de determinadas normas constitucionales que rigen este asunto. El voto es la piedra fundamental.

Hay algo que suelen llamar el ̈voto castigo ̈ que, en el fondo y si a ver vamos, es una errada decisión del elector. Es cierto que hay una línea extremadamente delgada entre lo que es un voto condena o sancionatorio y un voto a favor, positivo, de respaldo, apego y sumamente voluntario a una propuesta o postulante. Porque eso que en forma alegre denominan voto castigo, desde siempre, ha traído consecuencias muy lamentables.

Cuando se inició aquella andanada de críticas al sistema democrático mediante la cual se imprecaba la labor de los partidos políticos e incluso su misma existencia y sus propios dirigentes; cuando se formulaban otras soluciones descaradamente antidemocráticas; cuando se utilizaban sin rubor algunos destacados medios de comunicación social y figuras reconocidas de las academias, del foro, de los gremios y del quehacer nacional para disparar no solo contra la administración de turno sino también contra las instituciones fundamentales de la república; cuando se les echaba manos para caerle a palos a la Constitución y al andamiaje jurídico con miras a socavar el orden establecido, hubo – entonces - una explicable más no justificable avalancha de votos castigos – promovidos por los radicales y las viudas del golpismo – que trajo a la postre el desastre y la ruina que vivimos.

Eso que denominan eufemísticamente ̈voto castigo ̈ produce al final más desaliento, incredulidad y posiciones reñidas con la razón y la buena praxis política.

El discurso de Hugo Chávez y toda su oferta electoral tenían bajo las mangas altas dosis para alentar el ̈voto castigo ̈, y de paso, ya no contra el gobierno del momento sino contra la misma democracia. Aplaudido y atizado por personajes que jamás le fueron leales, utilizaron su fracasada aventura para convertirlo en el caudillo, cual siglo XIX, de una nueva Venezuela.

El voto castigo jamás ha procurado las soluciones que requerimos, tampoco ha traído estabilidad política y mucho menos beneficios a la democracia.

Añadimos que, en la escogencia del candidato o candidata de la oposición, tampoco debería aplicarse el voto castigo. Sufragar por alguien solo para impedir determinada candidatura, bien sea por venganza y retaliación, es hacerle el juego a la desesperanza y una cantada abstención. Lo peor es que la misma medicina nos la podrían aplicar a sabiendas de sus nefastas secuelas o resultados.

No podemos permitir que el voto castigo se constituya en un instrumento o herramienta para decidir nuestro futuro inmediato. La voluntad electoral no puede sustentarse en revanchas y retaliaciones. El gobierno jugará a ello en estas primarias y aupará a candidatos que la promuevan. En consecuencia, tenemos que tener mucho cuidado y estar claro que cuando llegue la oportunidad, votaremos a favor y no contra alguien. En otras palabras, la democracia que habremos de rehabilitar, no podrá sustentarse en votos castigos sino en votos a favor y en pro de la libertad, el progreso y el bien común.

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|*|: Especial para opinionynoticias.com


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