Del lopecismo y la oposición (a) sistémica (breve ejercicio histórico)
Escrito por Luis Barragán | X: @luisbarraganj   
Lunes, 27 de Marzo de 2023 00:00

altCrecientemente advertido, existe una rica perspectiva politológica para explicar a los protagonistas,

acontecimientos e intereses que explican nuestra historia, ejemplificada por Juan Carlos Rey.  Considerada una involución la reforma de la Constitución de 1936, la “dictablanda” traza un camino hacia el sistema populista de movilización de masas que nos pone en correspondencia con el enfoque sistémico cultivado por el autor [Rey, 1980 (b): 124-166]. Por cierto, según nuestro modesto y nada original criterio, hasta nuevo aviso, más eficaz en su aplicación histórica e historiográfica que otras interpretaciones, como las de clase.

 

1.- Cambio en la naturaleza de las relaciones políticas

En un capítulo sencillo y extraordinariamente pedagógico de una de sus más difundidas obras, Rey versa en torno al referido enfoque, las relaciones funcionales de sus elementos, insumos y productos, autorregulación y sostenibilidad, configurado el equilibrio homeostático como la más acusada distinción [Rey, 1980 (a): 269-300].  Gobierno y oposición, o, específica y concretamente, los partidos que integran a uno y a otro,  sostienen relaciones de pura cooperación con el gobernante, como las Fuerzas Armadas,  las llamadas Agrupaciones Cívicas Bolivarianas, y los gremios afines; de puro conflicto (suma cero), remitiéndonos a los sectores más jóvenes de la oposición y medios sindicales; y mixtas, sintetizado todo en los conflictos existenciales o antagónicos, frente a los agonales, o no existenciales  [Rey, 1980 (b); 269 ss.].

El de Gómez alcanzó o forzó sus equilibrios, gracias al empleo directo de la represión brutal, en contraste con el de López Contreras impedido de emplearla en sus inicios, asentando otras reglas de juego que lo hacen ver como un régimen democrático de transición, algo más que de transición democrática:  el positivismo sociológico legitimador deviene positivismo legalista. Por consiguiente,  el formalismo jurídico, considerado como “muy primitivo y al servicio del poder establecido”, contrario a la tradición del derecho natural, nos impone de la presencia y activación de los abogados oficialistas que “carecían de una técnica jurídica estricta y depurada, [y que] fueron hábiles en desarrollar toda clase de leguleyismos – argucias, artimañas, etc. – para que, ayudados por la vaguedad e imprecisión con la que estaban redactadas muchas leyes, y por la complicidad de los jueces, las decisiones de éstos favorecieran al gobierno” [REY, 2017:19 s.]. Vale acotar, hoy en nada nos sorprenderían las manipulaciones y trampas electorales del lopecista Franco Quijano, o la aplicación real de la legislación laboral de grandes y etéreos principios.

El producto más obvio, la equiparación de constitucionalismo y democracia, demofílicos [Rey, 2017:31], como sentimiento y estrategia de apoyo y adhesión al régimen, por mucho que un estrecho colaborador de Löpez Contreras, meritorísimo jurista,  como Tulio Chiossone, tildara de “progresista y programática” la Constitución de 1936 [CHIOSSONE, 1988: 132]. Otro producto, es el antipartidismo más extremo que obligaba al régimen a la creación de las Agrupaciones Cívicas Bolivarianas para canalizar las demandas de la población, generando involuntamente, en la acera opuesta, causa y efecto, un tipo de partido inherente al sistema populista de movilización de masas surgido por entonces [Rey, 2017:69].

Arrasados por Gómez, al iniciarse 1936,  no hay en Venezuela partidos ni líderes profesionales, apenas de vuelta al país, saliendo de la cárcel y de la clandestinidad, encausadas las protestas populares a través de lo que hoy se entiende como la sociedad civil organizada: Federación de Estudiantes,  Asociación Nacional de Empleados, Artes Gráficas y Linotipistas, o alguna autoridad universitaria, abogado, escritor o artista reconocido que los expresara o condujese.  De ARDI (Agrupación Revolucionaria de Izquierda) pasamos al PDN  (Partido Democrático Nacional), añadido ORVE (Organización Venezolana), en la acera opositora, ganando otros rasgos novedosos para las nuevas entidades políticas: son ideológicos, de masas, y, enfaticemos, de “responsabilidad política compartida”  [Rey, 2017:76, 92], como ni siquiera los conocemos en el presente. Sin embargo, 47 líderes políticos y sindicales son desterrados y, luego, el PDN ir a la clandestinidad, mientras las Agrupaciones Cívicas Bolivarianas, como atípico partido oficialista, tiende a confundirse con el Estado, aunque no llega a los extremos del ahora PSUV (Partido Socialista Unido de Venezuela). 

 

2.- La tentativa de una oposición leal

Aquella experiencia autoritaria está fundada en una plebiscitación popular que apela a las aclamaciones, u otros actos afines, mas no n el sufragio directo, secreto, universal y secreto, siendo las Agrupaciones Cívicas y un personaje público, como Franco Quijano, los artífices [REY, 2017:28, 41 s.]. Impedido de las acciones más brutales, el régimen encontró parte de su estabilidad de inicio al denunciar y rechazar las que tanto caracterizaron a Gómez, pues, así entendemos  la demolición de tenebrosa cárcel de La Rotunda, a guisa de ilustración; pero, igualmente, el equilibrio inaugural fue posible al ampliar el gabinete ejecutivo en relación a figuras como Rómulo Gallegos y Alberto Adriani, aunque – por una parte – ejecutaron el Programa de Febrero del cual se puede sospechar que provino del mandatario anterior, minucioso al planear la sucesión [CABALLERO, 1998: 65], y – por otra – el temor de las clases dominantes a arriesgarse a la elección de un nuevo Congreso que pudiera llevar a la votación directa, etc. 

La rápida actuación de López Contreras, impidió que fuese más allá el intento Eustoquio Contreras, y hasta pueden verse las concesiones que hizo el movimiento estudiantil o la aceptación del Plan Trienal, como un paso importante en aras de la estabilización [Rey, 2017:31], pero amainar el conflicto significa estimular unas relaciones agonales entre los actores del sistema que requieren de reglas claras, viéndose como competidores  [Rey, 1980 (b): 274 s.], partiendo la tentativa con la entrada al gabinete de Adriani, destacada figura de ORVE, prematuramente fallecido,  y de Gallegos, quien será diputado de la oposición en 1937. Rrnovado el paarlamento cada dos años, por una lado, se ha observado que  “los defensores de la orientación gubernamental no eran incondicionales, sino que muchas veces formaban un fuerte grupo con la oposición”, sumado el general Emilio Arévalo Cedeño,  y la oposición una “no muy pequeña minoría” del ilegalizado, pero representado PDV, sumado a Pedro José Lara Peña y Rafael Cadera.  [CHIOSSONE, 1988: 136 s.].  Acotemos, por otro lado, elegidos de acuerdo al canon, acaso, señal de una oposición leal para afianzar unas relaciones agonales, los diputados Lara Peña y Caldera ejercieron una fortísima oposición al Tratado Sobre la Demarcación de Fronteras u Navegación de los Ríos Comunes, suscrito con Colombia, el día 5 de abril de 1941 [CHIOSSONE, 1988: 160 s.]: a pesar de la delicada y gravísima materia, no hubo mayores perturbaciones y todo quedó reducido a “una encendida polémica en el Congreso y en la prensa nacional”  [ARRÁIZ LUCCA, 2007: 134].

Nuevamente, impuestas las relaciones existenciales o asistémicas, incumplidas las reglas de juego que las harían sistémicas en atención a sus necesarios equilibrios [Rey, 1980 (b): 292 ss.], opera el inciso 6° del artículo 32 constitucional, siendo anuladas la selección de Gonzalo Barrios,  Jóvito Villalba, Raúl Leoni y Juan Oropeza, como congresistas,  acusados de comunistas; o, en 1937, entra en vigencia la Ley para Garantizar el Orden Público y los Derechos Individuales (Ley Lara), que ha de significar también la expulsión de 47 dirigentes del territorio nacional [Rey, 2017:44]. Será inevitable la ruptura con la oposición encabezada por los más jóvenes líderes políticos y, si bien es cierto que no torturó y asesinó, como Gómez, también lo es que que persiguió y reprimió, limitando severamente las libertades [Rey, 2017:35 ss.], aunque – consabido – surgió una literatura de amplia divulgación con le confirió la paternidad de la democracia venezolana, entre los ochenta y los noventa del siglo anterior. 

En una obra publicada en 2009, por cierto,  en la que subsumió el ensayo [REY, 2017], se hacen observaciones sobre la crisis de legitimidad del sistema, por la falta de formalización o cumplimiento de las reglas, generando  incertidumbre y  conflictos existenciales, además, siendo posible constatar que, en las postrimerías del siglo XX, hubo múltiples enfrentamientos en los partidos aunados a los que ellos escenificaban internamente por los consabidos fraccionalistas [REY, 2009: 44, 270 s.]. Luce de interés, subrayar, según el postulado general, que el gobierno de López Contreras vivió severas tensiones de legitimidad, contando con una indomable oposición, por activa, hábil e inteligente, entablado un conflicto existencial; y, acorde al ejemplo concreto, hubo serias rivalidades y desencuentros en el seno de esa oposición de probables relaciones agonales a su interior en la medida que tuvo por objetivo fundamental al lopecismo.

 

3.- Conclusiones

Hay categorías politológicas de una extraordinaria aplicación en los estudios históricos, arrojando luces sobre protagonistas, acontecimientos e incidentes tan expuestos a su banalización. Ésta, deseándose una consumada experiencia historiográfica, ha dado pie a una literatura que genera confusión al interpretar el presente, como ha ocurrido con la exaltación del lopecismo. 

Hubo una tentativa de creación de una oposición leal a su gobierno, quizá propiciada por el mismo Eleazar López Contreras. No obstante, la realidad se impuso, y aunque el régimen no incurrió en los excesos de Juan Vicente Gómez, tampoco traicionó una naturaleza que bien la recoge la Constitución de 1936, cuya vigencia la entiende como expresión misma de la democracia.


REFERENCIAS

ARELLANO MORENO, A. (1977) “Guía de historia de Venezuela”. Editorial Centauro, Caracas.

ARRÁIZ LUCCA, Rafael (2007) “Venezuela: 1830 a nuestros días. Breve historia política”. Editorial Alfa. Caracas, 2013. 

BATTAGLINI, Óscar (1993) “Venezuela 1936-1941: Dos proyectos democráticos”. Monte Ávila Editores Latinoamericana. Caracas, 2005.

CABALLERO, Manuel (1998) “Las crisis de la Venezuela contemporánea (1903-1992)”. Monte Ávila Editores Latinoamericana - Contraloría General de la República, Caracas.

CHIOSSONE, Tulio (1988) “Memorias de un reaccionario”. Biblioteca de Autores y Temas Tachirenses, Caracas. 

REY, Juan Carlos (1980) “Ensayos de teoría política”. Editorial Ateneo de Caracas – Editorial Jurídica Venezolana, Caracas  (a).

REY, Juan Carlos (1980) “Problemas socio-políticos de América Latina”. Editorial Ateneo de Caracas – Editorial Jurídica Venezolana, Caracas (b).

REY, Juan Carlos (2017) “El decenio predemocrático y el surgimiento de la movilización populista. El caso de Venezuela, 1936-1945”.   Fundación Manuel García Pelayo, Caracas. 

REY, Juan Carlos (2009) “El sistema de partidos venezolano, 1830-1999”. Centro Gumilla – UCAB, Caracas.

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