El desespero de los agentes del régimen
Escrito por William Anseume | X: @WilliamAnseumeB   
Sábado, 11 de Marzo de 2023 10:01

altLas sanciones le han causado un daño enorme a las posibilidades del régimen de Nicolás Maduro de ampliar la corrupción,

así como de acrecentar los favores a otorgar, que les permitan ganar venideras elecciones. Las recientes expresiones del psiquiatra permiten deducir varios elementos que no dejan de ser interesantes de ponderar. 

El presidente de la Asamblea Nacional espuria no es, no debería ser, quien dirija el ejecutivo, el Estado. Queda evidenciada así, ante el mundo, la descarada permeabilidad entre los poderes en nuestro país. Esa que muchos han señalado como parte importante de las razones por las que no existe hace mucho democracia en Venezuela. El psiquiatra habló como si fuera el jefe del Estado. Apartó a Maduro y sus funciones de usurpador. Se puso en su puesto. Se me podrá decir que es Rodríguez quien encabeza la representación de la negociación por aquel lado, pero eso es una cosa y muy otra asumir la vocería ante un gobierno extranjero. Para eso estaría un canciller, a lo sumo. La negociación se ha dado entre partes, con mediadores como Noruega y alguna gentileza mexicana. Una cuestión es la mesa, allá, tal vez alguna referencia aquí. Cosa distinta es encarar a otro país, por parte de alguien que dice representar un poder del Estado. También allí lució descolocado este agente llamado a contrarrestar el funcionamiento de la verdadera Asamblea Nacional electa en 2015. No sabemos si el control del país lo tiene un esperpento inflable, uno de carne y hueso o el negociador que hace de diputado, finalmente. 

Por otra parte, queda muy más claro el terror que impera entre quienes detentan el poder. Ahora vemos ratificada la idea de que los quince millones de dólares pesan no solo sobre las cabezas de algunos de ellos, sino también en su conciencia. En sus posibles actividades públicas. Lo hemos notado todos en los desfiles "militares", por la presencia del individuo de goma. O por la total ausencia siquiera de la figura. El miedo a un dron disparador debe ser un tormento diario para ellos. La angustia acerca de un caza fortuna colado entre las paredes de palacio, del Fuerte, del andén del aeropuerto, de donde yazca para intentar resguardar en el sueño la pesada figura. El miedo diario es el mismo ante aquella amenaza cantada cuando intentó ir a Buenos Aires. El miedo que se percibe cuando uno circula cerca de Miraflores. Uno mismo cree que esos espacios están prestos a ser bombardeados en cualquier momento. No es un espacio cívico, como siempre fue. Es un búnker militarizado. El miedo. 

Luego está el asunto central: las elecciones. Y es que las calles del país están comenzando a calentarse políticamente, no solo por la problemática laboral ante la cual el régimen no ha dado respuesta alguna, sencillamente porque no tiene respuesta alguna para dar. Ninguna satisfará las demandas. Las calles del país comienzan a calentarse con el discurso político. Un discurso ante el cual tampoco el régimen tiene respuesta. Sus agentes lo saben. Están las denuncias ante la Corte Penal Internacional, el reclamo por los derechos laborales, los servicios públicos, los derechos humanos, los presos políticos, la situación económica imposible de solventar en un país improductivo de metra. No encuentran respuesta los agentes del régimen. La única respuesta desesperada es la amenaza constante a todos, dentro y fuera. A los de adentro la amenaza es el genocidio. Matarnos de hambre y de mengua. La burbuja del  Venezuela se arregló, de los conciertos y el estadio, y los restaurantes y los rústicos, no les funcionó. La mentira y sus patas cortas rebanables. Para los de afuera la amenaza consiste en acrecentar los desplazados. Si no hay levantamiento de sanciones no habrá mejora salarial ni de seguridad social. Eso se torna equivalente a  producir una mayor estampida. 

Surge pues la extorsión: dame mis reales -como si fueran de ellos, por cierto-  o puedes olvidarte de libertad electoral. De libertades. De la posibilidad de ceder el poder. El secuestro es la amenaza mayor. El secuestro de las elecciones, lo que se traduce en la ampliación del secuestro a la ciudadanía. Así hablan en los penales. Así hablan los pranes. Los ladrones: el dinero o la vida -cuando aquí el dinero valía algo, pero supongamos, vale. Así hablan los secuestradores. No la entrego si no salgo ganador. 

La participación pública del psiquiatra es muy elocuente. Es la manifestación del terror ante el evento electoral. Y más. Ante la creciente presión que les significa la unidad que lentamente se va gestando. Sube la intencionalidad política. Desde abajo se arma la tramoya. Cuando se tenga un candidato, una candidata unitaria no habrá escapatoria. Deberán enfrentarlo- enfrentarla, así sea del modo que saben. Pero deberán enfrentarlo- enfrentarla. Porque Venezuela está decidida a obtener el definitivo triunfo electoral. Ese que ellos, los agentes del régimen, buscarán frenar de cualquier modo. De cualquier modo. Interesante panorama. Decidor como nunca el psiquiatra, quien apareció nervioso, fuera de sí. El descontrol se acerca. Peligro. 


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