El término de la “Naranja Mecánica” es muy conocido entre los conocedores del fútbol,

pues, así se le conoció a una grandiosa selección de los Países Bajos (Holanda) en un connotado Mundial; y, además, ese sobrenombre ha venido acompañando de una forma u otra al equipo nacional de aquel país europeo; sin embargo, hoy quiero hablarles de la “Naranja Destartalada”.

Bien, la “Naranja Mecánica” fue un equipo compacto, demoledor, con técnica, profesionalismo y pasión al jugar, en cambio la “Naranja Destartalada” es totalmente lo contrario. Mientras la primera es un equipo ganador, la segunda es el fiasco completo.

Cuando hablo de la “Naranja Destartalada” me refiero al partido político venezolano llamado Voluntad Popular, cuyo color representativo es el color anaranjado, el cual por la vía de los hechos se lo arrebató al Movimiento Al Socialismo.

La organización Voluntad Popular nació bajo la sombra de su líder fundador, Leopoldo López, y aunque esto no es ningún pecado, debido a que otras agrupaciones nacieron de la misma forma (el Copei de Caldera, el MEP de Pietro Figueroa, el MIN de Renny Ottolina, hasta el MVR - Psuv de Hugo Chávez), lo que sí lo ha afectado han sido los errores de su creador.

Leopoldo López fue un alcalde relativamente exitoso en el municipio Chacao (aunque no es comparable con la gestión que hizo en su momento Irene Sáez), aunque no pasó de allí, pues su radicalismo le cerró el paso a optar a otros cargos políticos.

Debido a su pésimo olfato político endureció su discurso contra Chávez en el momento menos indicado y por ello lo inhabilitaron y no pudo ser candidato a la Alcaldía Mayor de Caracas, siendo reemplazado en esa oportunidad por Antonio Ledezma, quien sí ganó la elección.

Después, erráticamente, se montó en un plan radical denominado “La Salida”, que fue una política torpe, fracasada y que lastimosamente significó la vida de muchos venezolanos inocentes. 

Luego, creyéndose una especie de Nelson Mandela tropical, se entregó y fue a parar a una cárcel militar.

Preso se quedó, y nunca apareció la poblada que – según decían ellos – iba a salir a buscar a Leopoldo, sacarlo en hombros de la cárcel y llevarlo cargado hasta el Palacio de Miraflores. Ese sueño no cuajó, y significó otro de los fracasos de Leopoldo y de su “Naranja Destartalada”.

Cuando – por cosas de la vida – a Juan Guaidó le tocó asumir la presidencia de la Asamblea Nacional y se inventaron aquel parapeto del “Gobierno de Transición”, lo único que lograron fue la liberación de Leopoldo López quien terminó en el exilio dorado en España, y desde allá manejó los hilos del “gobierno de arena” de su pupilo Guaidó.

Al final, Juan Guaidó echó todo por la borda. Nunca consolidó nada, fue puro buche y pluma. El resultado de su aventura fue que los integrantes de la”Naranja Mecánica” quedaron – como decía mi papá – “buchuos”, mientras que todo continuó como siempre, es decir, Maduro en el uso del poder y la oposición desarticulada y desanimada. 

A la “Naranja Destartalada” nada le sale bien,  fracasaron en el intento de llevar a Leopoldo López a ser Alcalde Mayor de Caracas, fracasaron en las primarias de la oposición en el 2012, cuando por inhabilitación Leopoldo López salió del juego y tuvo que apoyar a Henrique Capriles quien a la postre ganó la consulta interna y luego perdió las presidenciales contra Chávez y después contra Nicolás Maduro. 

Fracasaron en la locura de “La Salida” y volvieron a meter la pata con lo del “Gobierno de Transición”, en pocas palabras la historia de Leopoldo López y de su “Naranja Destartalada” (Voluntad Popular) es una triste historia de fiascos y desencantos. Así de simple.

¡Para mí el guarapo dulce, el café amargo y el chocolate espeso!

|*|: Cogito ergo sum