Del otro modo de hacer política: Barranquilla, 1931 (breve ejercicio histórico)
Escrito por Luis Barragán | X: @luisbarraganj   
Lunes, 06 de Marzo de 2023 00:00

altPublicado en marzo de 1931, el Plan de Barranquilla (PB) fue inicialmente suscrito por los exiliados Rómulo Betancourt, Raúl Leoni,

Pedro Juliac, Valmore Rodríguez, Ricardo Montilla, César Camejo, Pedro Rodríguez Barroeta, Simón Betancourt, Rafael Ángel Castillo, José Joaquín Palacios, Carlos Peña Uslar y Mario Plaza Ponte.  Al abordar el período histórico, Elena Plaza  caracterizó y catalogó los diferentes liderazgos de oposición que Cipriano Castro y Juan Vicente Gómez conocieron, siguiendo cercanamente a Ramón J. Velásquez: todos tradicionales, excepto el representado por los jóvenes que se dieron a conocer a raíz de los consabidos acontecimientos de 1928, cuyo principal rasgo de modernidad parte con la conformación de sendas organizaciones políticas que consagraron el deslinde al fundarse el Partido Comunista de Venezuela (PACOV) y la Agrupación Revolucionaria de Izquierda (ARDI), ambos de 1931 [PLAZA, s/f.: 42]. Entidad ésta que tendrá por inspiración y sustento el citado plan de una indiscutible trascendencia que, por cierto, levantaba la polémica entre los revolucionarios y los reformistas [LENGRAND-SOSA, 1981: 182-187], sustitutiva de la más antigua entre los liberales y los conservadores. Se ha dicho y mucho del referido PB, por lo que creemos, siendo la responsabilidad encomendada, en la necesidad de dejar que el propio documento hable, intentando en lo posible una perspectiva diferente; al respecto, por una parte, adoptamos la metodología sugerida por [PUERTA BAUTISTA, 2023], revindicando, por otra la elaboración y divulgación de un documento político, herramienta que fue común y cotidiana en el diario ejercicio político-partidista venezolano y, con mayor razón, al incursionar en la opinión pública; y, además, demostrativo de un diferente modo de hacer la política, hipótesis con la que abordamos el PB.

 

1.- Aspectos fundamentales de un documento político

A nuestro juicio, el siglo XX heredó del anterior las grandes y también improvisadas proclamas políticas de frecuente invocación de las glorias patrias, degenerando paulatinamente en un estilo panfletario y simplemente coyuntural de acuerdo al caudillo de turno y los amanuenses de los que dispusiera, hasta que irrumpe el PB, contrastando por su lenguaje y la naturaleza de los planteamientos de una clara inspiración marxista y, específicamente, leninista de la época; por ejemplo, la invocación del imperialismo y de la lucha de masas, constituye una novedad por entonces.  De fondo, estructura importantes aspectos (contextualización, diagnóstico y pronóstico), que conciten o aspiran a concitar un compromiso político de ruptura más allá de las circunstancias para una definitiva transformación histórica: siendo la política un término equívoco,  convengamos en un modo alternativo de hacerla, como “un acervo de conocimientos tocantes a la realidad social y la aplicación de ellos a situaciones concretas”, yendo juntas y relacionadas la teoría y la praxis, ejerciendo una conducción que motive,  induzca, estimule, y consensue acciones específicas tras una meta [BORJA, 1997: 767]. Por ello, concluimos con Manuel Caballero, en su estudio preliminar: “… Este Plan es el primer documento de la modernidad en Venezuela.  Hasta entonces, las proclamas de los diversos caudillos no hacían más que repetir las gastadas consignas del liberalismo, con su invocación de una libertad abstracta” [PLAN, 2007: 61].

El documento en cuestión, tiene también por contexto a América latina (SIC), importante porque las numerosas dictaduras padecidas desde la centuria anterior, superado el conflicto independentista, aislaron al país de la suerte continental, salvo determinadas situaciones, como la del bloqueo a nuestros puertos en 1902, u otras anteriores en las que igualmente se diligenciaba el apoyo y protección de Estados Unidos, al confrontarnos con Gran Bretaña a propósito del Esequibo; y podríamos sumar la idea de reconstruir la llamada Gran Colombia o, al menos, con Cipriano Castro,  procurar una sólida alianza de las fuerzas liberales neogranadina y venezolana. Además, como lo señaló Caballero,  hubo inquietudes y un ambiente de agitación en este lado del mundo por aquellos años [PLAN, 2007: 7 s.], entendiéndonos en el marco de la crisis generalizada del capitalismo, a partir de 1929, como lo ha enfatizado el Luis Fernando Castillo en una conferencia más o menos reciente..

El proceso de discusión entre los jóvenes suscriptores del PB, como alude Plaza, no fue sencillo al escenificar un “debate intenso y agresivo” al calor de las lecturas y las experiencias por entonces acumuladas [PLAZA, s/f: 41], teniendo por principal diagnóstico político la inevitable decrepitud de Juan Vicente Gómez y el consiguiente conflicto interno del poder en torno a la sucesión [PLAN, 2007: 65]. No obstante, como lo observara Caballero, sin enemigo externo al cual combatir, las Fuerzas Armadas cumple funciones de policía nacional, “hecha más para la represión interna” [Ibidem: 41], resolviendo e imponiendo su solución según las inmediatas circunstancias que produjo la muerte de Gómez.

Los firmantes del PB, pronostican un “pronto y decisivo conflicto” entre las masas populares y el gobierno de los Gómez,  por varios “factores concurrentes”, como la insurgencia latinoamericana que levanta vuelo a partir de 1929,  la crisis económica, el saturado descontento de las masas, la anarquía de los seguidores del régimen con “imposibilidad de acordarse  para la sucesión”, provocando el triunfo de la “voluntad nacional” por una “rigurosa lógica histórica”  [PLAN, 2007: 65].  Nos parece fundamental el ejercicio,  porque los rumores en torno a la salud de Gómez se intensificaron en los últimos tres años de su existencia [PLAZA, s/f.: 43], y, aunque parezca hoy obvio el desenlace de la dictadura gomecista, por entonces era inmensa la interrogante, esforzándose los noveles dirigentes políticos en acertar con un escenario en el que concursaban nociones novedosas como “masas populares”, “lógica histórica” y “voluntad nacional”, en el lenguaje político.

 

2.- Voluntad de ruptura

Contrastante con los manifiestos de la época, el PB destaca por las distintas medidas enunciadas, como el período preconstitucional o de la transición protagonizada por la civilidad, propugnando la desmilitarización de la administración pública, la inmediata utilización de los bienes expropiados a los Gómez en beneficio del pueblo, la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente para generar las leyes necesarias y reforzar al gobierno provisional, ensayando un nuevo sistema que va más allá del cambio constitucional.  La oposición que expresa la modernidad rompe con el caudillismo, esgrime una voluntad de ruptura con la movilización de las clases medias, la emergencia de  partidos modernos y otras organizaciones de masas, bajo el influjo del materialismo histórico, teniendo por principal escenario el medio urbano [PLAZA, s/f.: 36 s.].

En el orden institucional, el PB proponer la construcción de un Estado garantista, con libertad de expresión, asociación, reunión, libre tránsito, etc. Y el establecimiento de  un Tribunal de Salud Pública, capaz de procesar los delitos ordinarios, la corrupción y la violación de los derechos humanos por los prohombres y beneficiarios del régimen.

La alfabetización, o el término tan particular “desanalfabetización” que implica o sugiere una acción perversa y  deliberada del régimen a deponer, es puntero indispensable junto a la formación técnico-industrial y agrícola. Sentidos los ecos de la llamada revolución de Córdoba, es natural que los firmantes del documento respalden y realcen la autonomía universitaria. 

E, igualmente, natural que planteen otro y decisivo modelo económico, con la revisión de las inversiones extranjeras,  la atención a los servicios públicos estratégicos en manos del Estado y del municipio, la nacionalización de la caída de las aguas, la política de no más endeudamientos. Por lo demás, adelantándose al que anunció y aplicó López Contreras para sorprender al país y a sus propios aliados, el PB lanza un programa mínimo,  orientado a edificar el consenso de las fuerzas progresistas y modernizadoras que, en las próximas décadas, sabrá de una importante adaptación, ampliación y desarrollo, agotándose con el cumplimiento del llamado Acuerdo de Puntofijo, como lo ha señalado Caballero; acotemos,  deslindará a las nuevas generaciones políticas, posterior a la fundación en México del Partido Revolucionario Venezolano (PRV), influido por la vieja política y los viejos políticos: “Es a partir de 1931 cuando se da el verdadero vuelco.  Los jóvenes del 28 abandonan las ilusiones ´revolucionarias´ cuando se dan cuenta de que los jefes de las tales nada tienen de revolucionarios, en el sentido que esa palabra tiene en el siglo veinte” [CABALLERO, 1997: 53].

 

3.- Conclusiones

El PB renueva o funda una tradición propia del otro modo de hacer la política en Venezuela, entendida ésta como experiencia simultánea del pensamiento, la acción y la emoción, fundada en un firme y trascedente compromiso político.  Para la coincidencia y la discrepancia, el documento también le concedió identidad a un grupo de jóvenes venezolanos, dándole claridad a sus convicciones, perspectivas e iniciativas, en contraste con las ya agotadas prácticas panfletarias del medio convencional. 

Por lo demás, por muchas décadas, no se entendió la política, incluyendo su formulación al interior de los propios partidos para los más variados casos y niveles,  sin una formulación racional, susceptible de corrección y profundización. El  documento político, herramienta esencial de toda conducción colegiada, inherente a la política misma que se entienda por democrática,  ha desaparecido desde mediados o finales del siglo XX, como ahora el análisis político (realmente análisis, realmente político), en la era digital.


Referencias:

BORJA, Rodrigo (1997) “Enciclopedia de la política”. Fondo de Cultura Económica, México.

CABALLERO, Manuel (1998) “Las crisis de la Venezuela contemporánea (1903-1992)”. Monte Ávila Editores Latinoamericana -  Contraloría General de la República, Caracas. 

LENGRAND, Eloi – SOSA, Arturo (1981) “Del garibaldismo estudiantil a la izquierda criolla. Los orígenes marxistas del proyecto de A.D. (1928-1935)”. Ediciones Centauro, Caracas.

PLAN de Barranquilla, 1931. Análisis histórico” [Estudio preliminar: Manuel Caballero] (2007) Fundación Rómulo Betancourt, Caracas. 

PLAZA, Elena (s/f) “Los regímenes de Cipriano Castro y Juan Vicente Gómez (1899-1935)”. XI Diplomado de Historia de la Venezuela Contemporánea. Fundación Rómulo Betancourt – Universidad Pedagógica Experimental Libertador, Caracas. 

PUERTA BAUTISTA, Lorena (2023) “Metodología para el análisis de documentos históricos”. XI Diplomado de Historia de la Venezuela Contemporánea. Fundación Rómulo Betancourt – Universidad Pedagógica Experimental Libertador, Caracas. 

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