Nuestra gran fortaleza
Escrito por Dr. Felipe Guerrero   
Viernes, 13 de Enero de 2023 00:00

altUn Trece de Enero de Mil Novecientos Cuarenta y Seis, un grupo de soñadores salió por los caminos y veredas de Venezuela

a «Ganar la Patria para la Patria»...

De aquel lejano Enero de Mil Novecientos Cuarenta y Seis a este Enero del Dos Mil Veintitrés han transcurrido muchas lunas. Hace setenta y siete años, con la utopía cargada de juvenil ilusión el grupo de románticos idealistas lanzó la flecha color esperanza hacia el cielo azul-celeste, para iniciar una marcha generosa orientada a mitigar el dolor y el sufrimiento,  ofreciendo lo mejor de cada uno,  en la lucha diaria para conseguir una sociedad más justa y equilibrada para todos.

Al recordar la histórica fecha, resulta urgente convocar a todos quienes comulgan con los principios del humanismo cristiano para que permanezcan fieles  a sus raíces.

No se puede dudar nunca del valor, la actualidad y la fuerza liberadora de la enseñanza social cristiana que inspiró el nacimiento de COPEI como organización hermanada con el Socialismo Cristiano. Su fuente doctrinaria es el Evangelioy de ahí su radical opción por los seres humanos marginados, por los hijos de Dios excluidos y por su liberación integral.

Los Demócrata Cristianos no tenemos necesidad de mirar a la «derecha» vestida de derecha, ni mirar a la otra derecha que se disfraza de «izquierda» para buscar contenido y oportunidades políticas. El ideal de construcción de un modelo Personalista y Comunitario representa nuestra propia contribución al combate actual de la humanidad, sin caer en la explotación inhumana que en nombre de «La Libertad» hace el capitalismo o de la esclavitud que en nombre del «Estado» hace el marxismo ilusorio. 

Es hora de transitar el camino del desierto para volver a nuestras raíces, para  retomar la ruta de la liberación integral,   porque esta es la única alternativa de liberación en la medida que luchemos por construir una sociedad personalista y comunitaria.

Hace setenta y siete años, un calificado grupo de soñadores fundan en los altos de la Lavandería Ugarte, ubicada en la tradicional parroquia caraqueña de «La Candelaria»,  una comunidad política que con  el devenir de la historia democrática venezolana, se ha de convertir en uno de los baluartes y pilares fundamentales de la libertad en Venezuela y del mundo. Desde su origen COPEI nace como una alternativa para ir más allá del fascismo, del comunismo y del decadente mundo capitalista. 

En momento solemne de nuestras vidas compartimos la generosa concepción de que aquel trece de Enero de Mil Novecientos Cuarenta y Seis: «No nacimos para que en Venezuela se perpetuaran las injusticias. Salimos a la lucha para construir con nuestras manos y con la fe del pueblo una realidad distinta». Ese ha sido nuestro transitar durante estos setenta y siete años.

En este transitar por el desierto,  rescato el mensaje que JUAN PABLO II dirigió a Gobernantes, Parlamentarios y Políticos, señalando que toda actividad política pasa a través de un diligente y cotidiano compromiso, que exige una gran competencia en el desarrollo del propio deber y una moralidad a toda prueba en la gestión desinteresada y transparente del poder.

Aseguró JUAN PABLO II que  «No se puede justificar un pragmatismo que, reduzca la política a pura mediación de intereses o, lo que es aún peor, a una cuestión de demagogia o de cálculos electorales» para ratificar que «La coherencia personal del político ha de expresarse también en una correcta concepción de la vida social y política a la que él está llamado a servir»

La lucha por la defensa a la dignidad de la persona humana en los días iniciales parecía ser nuestra fragilidad para luego transformarse en nuestra gran entereza; porque en esta desigual lucha hemos enfrentado la generalizada cultura que privilegia el egoísta individualismo en donde pareciera que sólo tienen la opción de ganar los que pertenecen a esa minoría que se lucra con el dolor ajeno y no le importa nada más que su ventajosa situación con el poder. Frente ese pragmático convencimiento, nos seguimos colocados al lado de los excluidos y  por eso hoy puedo proclamar que nuestra debilidad es nuestra gran  fortaleza.

Seguimos en el empeño de «construir con nuestras manos y con la fe del pueblo una realidad distinta». Esa es nuestra gran fortaleza

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