El ¿valor? del bolívar
Escrito por William Anseume | X: @WilliamAnseumeB   
Sábado, 10 de Diciembre de 2022 06:53

altValor tenemos que tener los venezolanos para soportar el ataque económico permanente del régimen del terror.

El bolívar, nuestra moneda nacional, se convirtió este año en una inexistencia. Pulverizado resulta escasa palabra para definir lo que le ocurre. Al momento de escribir estas líneas el dólar de verdad, ese que querían innombrable desde el poder, el paralelo al oficial, está por llegar y seguramente llegará a costar cada uno unos veinte bolívares de esos cuyo último remoquete colocado fue el de soberanos. Soberana embuste. 

La depreciación de la moneda, del billete, porque moneda ya aquí no existe tampoco, incide en varios aspectos morales, sociales, culturales, políticos; no solo económicos. La depreciación del bolívar afecta la dignidad humana del venezolano. Nos humillan desde el poder al hacernos conocedores de que ese pedazo de papel que lleva además el nombre y la figura de nuestro glorioso libertador es caca. Además, constituye la representación más fehaciente del desmesurado fracaso "socialista" de este experimento que denominaron Socialismo Siglo XXI y su oposición ante el capitalismo y el libre mercado. 

Las dádivas del régimen por medio de los bonos populistas ya nada significan. Ni sal ni agua. Obviamente no pueden alcanzar el valor de ayuda social si para nada sirven. El regalo permanente ante el desprecio del trabajo honrado en toda su dimensión llega a su clímax. Hoy en día, el trabajo en Venezuela vale menos de un dos dólares semanales y así hacia "arriba" en la escala de sueldos. Diría alguien, ni para el pasaje. Hasta la movilización al lugar de desempeño de las labores está impedida. No profundicemos ahora en los demás aspectos laborales verdaderos como la protección social en la que el régimen está claramente aplazado. El discursito del poder obrero resbala y cae de trasero. La calamidad más profunda, el hambre y la desatención en temas como salud y educación se ciernen sobre todo trabajador venezolano. La esclavitud moderna se profundiza desgarradoramente. 

No será deleznable reiterar diariamente si es posible que Venezuela con este régimen del terror está situada en el cuarto lugar del mundo en materia de corrupción. Con lo cual también de glúteos cae el discurso de que el problema son las sanciones. Ese con el cual quieren engañar a diestros y siniestros, mientras lucen el poderío económico en sus vidas dilapidadoras, en cuentas bancarias y propiedades en todo el orbe. Esto mientras el supuesto ministro del trabajo ignora lo que percibe como remuneración mensual. Porque eso no le alcanza ni para las propinas. 

El dictador nacionalista Pérez Jiménez se esforzó por sitiar el bolívar entre las más fuertes monedas del mundo en un tiempo. La bonanza petrolera, cuando el petróleo y no la improductividad eran la marca económica del país en el orbe, nos dio una dimensión social y política importante. Se habló de pleno empleo, de riqueza que nos situaba en miras a una potencia en Latinoamérica. Hoy la destrucción del país en su producción, en su desprotección económica nos tiene en esta emergencia humanitaria compleja en la que el bolívar hoy manifiesta en su peor momento. Pero esta situación no es artificial. Es provocada desde el poder. Para hacernos sentir depauperados como individuos en un país depauperado en todo. Para humillar a cada uno y a todos a un tiempo. Para espantar a los ciudadanos. Para obligarnos a huir en procura de un aliento de vida. Única garantía que tienen para permanecer en el poder como lo hacen. 

La debacle económica tiene la intención de insistir en el flaqueo mundial con las sanciones. Para tener ellos más recursos con los que comprar conciencias internas y externas. No para la ciudadanía a la que desprecian hasta arrimarla a las fronteras y al hambre. El bolívar nada vale y nada vale el trabajo porque el régimen necesita desarrollar las actividades delictivas al margen: la guerrilla, el narco, la violencia, la delincuencia. No hay moneda ni trabajo que valga porque así lo quieren desde el poder para dar lástima afuera y conseguir recursos para su manutención y la de los suyos en un país destruido. Para ampliar la corrupción y permitirse sostenerse a como dé lugar. Sin escrúpulo alguno. Pero esto terminará muy mal para ellos. Ya se ve. 


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