Maduro o vender el "diván" de los crímenes
Escrito por Omar Estacio Z. | X: @omarestacio   
Viernes, 30 de Septiembre de 2022 00:00

altA las víctimas, antes, en medio y después, de los tormentos más brutales, se las extorsiona

Siempre hay una cota más baja en la espiral de degeneración de la narcosatrapía que usurpa el Poder en Venezuela.


Terror, horror y mucha repugnancia. Esa es la reacción inicial que produce la lectura del Informe correspondiente a este año, publicado la semana pasada por la Misión Internacional Independiente de Determinación de los Hechos de la República Bolivariana de Venezuela, MII 2022. Los lectores se servirán recordar  que tal Misión fue creada por el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas, mediante resolución 45/20 del seis de octubre de 2020 y el informe que hoy comentamos, es el tercero que ha redido.

Stephen King acota que la literatura de horror funciona  a tres niveles. Los dos primeros con las sensaciones físicas y con los temores que se produce en el público lector o espectador. El tercero, se centra en lo repugnante. Noël Carol, por su parte, en un ensayo sobre el tema, agrega que al contrario del terror, el horror, necesita de un monstruo, no humano, responsable de las transgresiones en el mundo dentro del cual discurre la narración.

El MII 2022, no es mera literatura. Es historia pura y dura, con rigorismo muy técnico que documenta, no uno, sino varios monstruos, infrahumanos, con sus nombres y apellidos: Nicolás Maduro y Diosdado Cabello, entre otros. Verdaderos epicentros de las peores perpetraciones, que ejecutan con fruición, los jefes policiales y generalotes, al frente de un enjambre de subalternos tan depravados como sus jefes. Reza, a la letra, uno de los primeros párrafos del  documento en referencia: 

“Los organismos de inteligencia del Estado de Venezuela, tanto civiles como militares, funcionan como estructuras bien coordinadas y eficaces para la ejecución de un plan, orquestado desde los niveles más altos del gobierno, para reprimir la disidencia mediante la comisión de crímenes de lesa humanidad”.  No es que, de manera ocasional, el policía de rolito atropelle a un parroquiano, porque le cayó mal o porque lo percibió como rival en alguna aventura amorosa. Estamos ante una política de Estado, planificada, muy minuciosa, puesta en marcha, muchas veces desde La Habana, como veremos más adelante.  

Cuando, uno, cree que lo ha leído todo pero avanza sobre el corpus del MII 2022, siempre hay otra cota más baja, más rastrera, más abyecta en la espiral de maldad y perpetración de la narcosatrapía que usurpa el Poder en Venezuela.  Las torturas y la crueldad, por ejemplo:

A las víctimas, antes, en medio y después, de los tormentos más brutales, se las extorsiona. En la antesala de tales prácticas, a cambio de no someterlas a los maltratos. En plena ejecución de los mismos, para supuestamente suspenderlos y una vez cesados, como contrapartida de no reiniciarlos.  No hay allanamiento de morada o de establecimiento comercial, en los que los esbirros no saqueen las pertenencias de los allanados.  Los castigos colectivos, son también, marca de fábrica de la fementida “Revolución”. Si un buscado por la “justicia”, les es esquivo, el secuestro de sus familiares más cercanos es lo usual al peor estilo de los  castigos colectivos en la Alemania del Führer. Y, ahora que hemos empleado la palabra “justicia”: Esta última se encuentra corroída por, la venalidad, el prevaricato, por la sumisión ¡sin chistar! a las directrices emanadas de lo más alto de la cadena de mando. Comenzando por el TSJ hasta descender al más remoto juzgado municipal. 

Maduro, nació en Cúcuta. Lo sabemos. Aún así, parte de su juventud discurrió en Venezuela. Cualquier persona normal, aunque sea a medias, guardaría en tales circunstancia un mínimo de afecto por lo nuestro. Pero, Nicolás Maduro, no es un hombre normal. Es un indotado mental y moral. Además, su poco seso, se lo lavaron en Cuba cuando lo llevaron junto a otros subnormales, para adoctrinarlos e infiltrarlos, una vez devueltos a Venezuela. El corolario de lo anterior está reflejado en el Informe de la MII 2022, al levantarse acta del intrusismo castrocubano en los organismos represivos del gobierno “bolivariano” y en la dejación de nuestros derechos en la expoliación del Arco Minero. El tema que no se agota en el ecocidio de nuestro medio ambiente, sino que desciende a los avernos de la prostitución infantil, de la esclavitud contemporánea, de las comanditas entre los grupos criminales, el ELN, colombiano uno de éllos,  y los efectivos de la Fuerza Armada Nacional, como ocurrió con las masacres de Tumeremo (4 de marzo de 2016); del Parque Nacional Canaima ( 8 de diciembre de 2018); en el enfrentamiento de la Gran Sabana contra las comunidades pemonas   (entre el 22 y el 27 de febrero de 2019) porque la FAN pretendía impedir la entrada a Venezuela de ayuda humanitaria, proveniente de Brasil y de paso, robársela.

Tengo, para mí, que todos los venezolanos y con nosotros, todos los hombres de bien cualquiera sea su nacionalidad, estamos obligados a leer y  difundir el Informe de la MII 2022. Basta pulsar este  enlace  . Ante las perpetraciones de los narcosatrapas de Venezuela, pecatas minutas, las depravaciones  cometidas  por la monarquía Belga, en el Congo durante el Siglo XIX ilustradas por Conrad en "El Corazón de las Tinieblas".

Total, otro campeonato mundial del crimen para Maduro y pandilla. Pero en lugar de algún propósito de regeneración, los perpetradores han exigido a la ONU la eliminación de la Comisión Independiente de Determinación de los Hechos de la República Bolivariana de Venezuela. Al estilo de aquel marido engañado, que ordenó vender el diván en el que su mujer consumaba sus infidelidades. 

 


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