La Educación Ambiental: Una visión del mundo desde los Niveles Iniciales
Escrito por Regina A. Londoño /José León   
Jueves, 09 de Julio de 2009 07:29

altLa desaparición de especies de la fauna silvestre y de la vegetación es un fenómeno  tan frecuente que nos acostumbramos a escuchar lo cerca que estamos del irreversible deterioro de nuestro hábitat. No obstante, el enajenamiento es tan desproporcionado, como la actitud negligente que asumimos cuando nos corresponde actuar como pobladores responsables de un medio ambiente cuya vida es sinónimo de nuestra propia supervivencia.
Los argumentos para convencernos de la culpabilidad, a veces acompañados de sanciones, han saturado de tal manera los espacios sociales que ya no son efectivos para detener nuestra acción “depredadora”. Publicidad, política, arte, filantropía, legislación y hasta la religión han estado involucrados en campañas y proyectos para revelar la crisis ambiental y la necesidad de acciones inmediatas y conjuntas pero, todo ello, no parece suficiente, porque cada vez es más evidente el deterioro progresivo causado por los grupos humanos.

Cuando propagandas y multas son infructuosos para que el hombre tome conciencia de su deber, sólo queda mirar hacia factores claves para lo que suena como un lugar común, pero que es una necesidad: el desarrollo sustentable: tales factores son, en su orden de importancia, los niños y la educación. Los niños, no como el tan esgrimido argumento de que son el futuro de una sociedad, sino como el presente enérgico de toda comunidad; seres que están en proceso de configurar su personalidad, habilidades, competencias, ética, intereses y, en definitiva, su visión del mundo. Un mundo del cual tienen que empezar a sentirse responsables desde sus posibilidades y con la guía de quienes les están proporcionando las herramientas necesarias para su desarrollo integral: los padres y docentes, tutores que deben responder en paralelo o independientemente cuando uno de ellos falle.

La educación, el segundo factor, aplicada a la conservación y defensa del medio ambiente, juega un papel fundamental, siempre y cuando sea promovida desde las etapas iniciales del desarrollo, no como una disciplina obligatoria más que se sumará a los programas escolares por temor a sanciones, sino como parte de una  forma de vida que contempla la necesidad de implementar actitudes y comportamientos que favorezcan el manejo responsable de nuestros recursos naturales. Así como los niños aprenden a caminar, a comer con autonomía, a respetar un turno, a dialogar con sus padres y gran cantidad de comportamientos necesarios para vivir y adaptarse a la comunidad a la cual pertenecen, están en posibilidad de asumir desde muy pequeños, conductas medio ambientales que se internalizarán y en las cuales se apropiarán como partes inherentes a su forma de vida cotidiana, como cualquier otro hábito o rutina.

Niño y Educación Inicial, dos factores que conjugados con el adecuado desarrollo de la autonomía, la responsabilidad, la sustentabilidad ambiental, la calidad de vida presente y la posibilidad de un futuro con recursos naturales aptos para la subsistencia de los seres vivos, nos puede ser una idea para la reflexión, sino un propósito de acción conjunta implementado por los gobiernos, sostenido por la comunidad y desarrollado en la escuela y la familia; un proyecto de inmediata ejecución donde los profesionales, ya sean forestales, biólogos o científicos de áreas afines, se pongan de acuerdo con los responsables de la educación de niños desde la etapa maternal para que, de manera conjunta, se establezcan programas masivos de protección ambiental, programas que permitan conjugar los saberes estratégicos de la acción docente, con los conocimientos necesarios para asumir la conservación y defensa del medio ambiente, teniendo en cuenta detalles que, a simple vista, parecieran elementales, tales como la construcción de hábitos, entre los cuales se cuenta el simple cepillado dental y el apropiado manejo de la basura, ya sea ésta una lata de refresco o el papel del caramelo, típicos residuos de los “quehaceres infantiles”.

Parece y es sencillo, si se suman voluntades y competencias: dos agentes con los cuales se puede contar desde la Universidad de Los Andes, y con vías de acción posible como lo es el Servicio Comunitario de Estudiantes Universitarios; responsabilidad que desde hace aproximadamente dos años las universidades del país llevan a cabo a través de proyectos que atienden problemas de las comunidades, a partir del perfil de sus Estudiantes y futuros egresados. Este nuevo deber universitario, el Servicio Comunitario, abre una senda que permite la urgente intervención de quienes tienen las herramientas académicas que, en el caso que nos ocupa, son en principio, los Estudiantes y Profesores de la Facultad de Ciencias Forestales y Ambientales y la Facultad de Humanidades y Educación. Teniendo esta alternativa real de intervenir, como Estudiantes, como Docentes y, principalmente como habitantes de un lugar que debemos preservar, estamos en la obligación de actuar desde nuestras parcelas para tender hacia una acción conjunta que permita dar respuesta inmediata y efectiva a lo que “nos afecta” en el presente, pero que en el futuro, si no actuamos ya, nos destruirá.


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