Moliendo café
Escrito por Félix R. Chacón   
Martes, 04 de Febrero de 2020 00:00

alt“Cuando la tarde languidece renacen las sombras, y en la quietud los cafetales vuelven a sentir, esa triste canción de amor de la vieja molienda que en el letargo de la noche parece decir…”

Le debemos el honor a nuestro Hugo Blanco habernos universalizado con su canción, además en tiempos en los cuales internacionalizarse no estaba tan de moda ni era tan fácil.

Moliendo café deja entrever la historia de amor que ha sido el café para esta nación, y el esfuerzo con el cual se forjó una economía cafetalera que antes de Hugo, el negro,  gozaba del más alto reconocimiento mundial por su calidad, mientras que puertas adentro era el combustible que nos motorizaba como venezolanos.

“Una pena de amor una tristeza, lleva el sambo Manuel en su amargura, pasa incansable la noche moliendo café…”

Y el día lo había pasado Manuel, entre otras cosas, tostando el café que previamente había cuidado desde su siembra hasta las diferentes etapas de procesamiento para que luego iniciara su largo periplo por los mercados en busca de consumidores ávidos de deleitarse con sus características organolépticas de inconfundible aroma e insuperable sabor.

Los productos que se dan a luz en un país son motivo de orgullo nacional. Forman parte de lo que nos hace pertenecer a la tierra en la cual nacimos y trabajamos. Se convierten en parte de nuestra identidad, de lo que nos une. Más aún aquellos que se logran con el esfuerzo de trabajar  la tierra. No  es casualidad que Francia sea conocida por sus Chardonay, Pinot noir, Cabernet Sauvignon o Merlots. 

Tampoco que Venezuela evoque pasiones con las denominaciones cacaoteras Chuao, Sur del Lago, o Carenero Superior. No fue azar que los Caracas Blues y los Fine Washed Tachira’s hayan logrado un sitial de honor en el mercado cafetalero mundial.

“Cuando la tarde languidece renacen las sombras, y en la quietud los cafetales vuelven a sentir, esa triste canción de amor de la vieja molienda que en el letargo de la noche parece decir…”

Dejar morir el esfuerzo, reconocimiento, calidad, tradición, y conocimiento que del café provienen, es un crimen en contra del país, el sector cafetalero todo, pero más aún en contra de los indios, blancos, negros, sambos que como Manuel trabajaron y trabajan la tierra para darnos orgullo nacional.

Cada vez que se muele café renace el aroma que una vez nos catapultó como los mejores.

Tampoco es casualidad que Moliendo Café junto a Caballo Viejo, sean los temas más conocidos del cancionero venezolano en el mundo, que así como sus dos autores, Hugo Blanco y Simón Díaz, fueron labrados en estas tierras.

“Una pena de amor una tristeza, lleva el sambo Manuel en su amargura, pasa incansable la noche moliendo café… da da da da”  

Un abrazo,

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