La educación desconectada
Escrito por Iván R. Méndez | X: @ivanxcaracas   
Domingo, 11 de Octubre de 2009 17:24

altEn la actualidad se está produciendo “la única revolución verdadera del siglo XX”, que no es otra, según Jesús Martín-Barbero, que la propagación del saber colectivo que transformará a la humanidad.

Esta revolución es casi subrepticia, pues los sistemas educativos son comandados por “dinosaurios” que empezaron a morir en 1968, luego del mayo francés y sus réplicas  en México, California, Milán y París, “pero su muerte es lenta, casi que estaría a  favor de su eutanasia,  indicó el antropólogo español-colombiano en una conferencia magistral* dictada en el Museo Nacional de Colombia.

Tecnología y Política: balance de medio siglo
Indica Martín-Barbero que la política de los  últimos 50 años padece una serie de males que le han restado densidad simbólica (Paul Ricoeur) o “la capacidad de convocarnos y mantenernos juntos”. El listado de males incluye la “desideologización de los partidos,  la promoción de la ignorancia, la manipulación del miedo y la inseguridad de las personas” y su dependencia de la publicidad, las encuestas y el “populismo barato” como estrategia de acción. Mientras que la tecnología  se ha ido llenando de experiencias humanas, tiene mayor espesor y promueve la creatividad en ciencias y artes, dotándolas de “potencial transformador de la realidad”.

Una paradoja:  vaciamiento de  la política frente al espesor de la tecnología.

Una denuncia: la educación comparte algunos de los males de la política.


Según el académico, Colombia (y Latinoamérica en general) tiene enquistada una sinergia perversa: los educadores le hacen el juego al sistema (y a los políticos), que cada vez tiende a estandarizar más los saberes, desechando el saber local, que actualmente es muy valorado en el mundo.

Mutación cultural
Hace cuatro décadas la antropóloga Margared Mead advertía que “los patrones de conducta” de los adolescentes ya no replicaban los de sus abuelos o sus padres. Esa aseveración es retomada por Martín-Barbero quien indica que “la educación dejó de ser el ámbito clave de la socialización”, pues los jóvenes se forman modelando a sus pares (deportistas, actrices, cantantes), lo cual evidencia una mutación cultural.

El sistema educativo como lo conocíamos desde el siglo XVII ya no cuenta con autoridad y legitimidad. Una hibridación está en curso en la cual las viejas formas de impartir formación interactúan con la nueva sensibilidad de los adolescentes, “que es fragmentada pero articulada” y que responde muy bien al hipertexto.

En las escuelas,  indicó contundentemente, tenemos “autoritarismo sin autoridad”.

El cuerpo afuera
Al llegar al colegio, asegura Martín-Barbero, los jóvenes dejan  afuera su cuerpo (y sus tatuajes), su memoria y su sensibilidad. Ese rompimiento sólo puede entenderse si se asume la comunicación como “maneras de estar juntos” y no como “trasmisión”.
Se evidencia que “la escuela no tiene nada que ver con la manera de estar juntos de los alumnos”. El intelectual valida su afirmación citando un estudio sobre “usos de Internet” efectuado en Guadalajara (México) en el 2008, cuyos resultados indicaron que la  escuela es el único lugar en el cual no dejan jugar a los niños con los computadores; mientras que en el hogar los padres los vigilan porque “proyectan su propia pornografía”. Sólo quedan los cibercafés como espacio para el juego y la apropiación creativa de estas nuevas tecnologías.

Hay tres mutaciones fundamentales que se están operando en esta generación “nexter” o “z” (Andrés López) de acuerdo al criterio de la comunicadora argentina Silvia Bacher en su libro Tatuados por los medios (Paidós, 2009): cambios en el lenguaje (no sólo en el nivel de las jergas), las escrituras y las narrativas. Para Bacher, el tatuaje es el lugar de desarrollo personal de los adolescentes.

Maestros en crisis
Hay que superar el modelo de maestros “que  prefieren alumnos  sumisos, conformistas y callados (…) pocos en el mundo son tan sumisos como los colombianos, tan incapaces de protestar”, asegura Martín-Barbero.  La profesión de maestro está en crisis, “tan atrasada y desconectada de las transformaciones claves de Colombia” (podría acotarse, sin duda alguna, de Venezuela y el resto de la región), agrega el académico.

“Google es mejor organizador de información, que los repetidores de saberes que se oponen  a sus alumnos que también saben”. Además, se ha propagado la moda de adoptar nuevas tecnologías en el aula, pero sólo “como ruido digital para tapar la crisis que padecen”. Hay que mantener presente que “las tecnologías no son  sólo aparatitos sino lenguajes”.

La escuela no es el sitio en el cual los estudiantes se encuentran  con su país creativo, con su país que da miedo, que duele: “la escuela no está formando ciudadanos”.

Y entonces, ¿cómo sería el perfil del nuevo maestro? Responde Martín-Barbero que  “deberían ser mediadores culturales; cruzadores de fronteras; intercambiadores de saberes, entrar por ciencia y salir por arte, por ejemplo”.

¿Qué hacer?
Desplegar políticas públicas en educación  que respondan a las transformaciones comunicativas, que no estén ancladas en los medios sino en lo que pasa entre la gente.

A su vez, cabe preguntarse “¿cuál es el sentido de la educación en la era digital, hacia dónde debería ir?” Una primera respuesta es que la escuela abandone la desgastante competencia con los medios audiovisuales, ¿a quién le importa en estos días de redes sociales si es mejor el colegio o la televisión para formar a los niños, sobre todo si éstos ya no se conectan con ninguno de esos espacios?

Jesús Martín-Barbero concluyó indicando  que hoy “no se puede ser ciudadano sabiendo sólo leer, hay que saber escribir y tomar posiciones”. Y se preguntó, junto a nosotros, “¿Por qué la escuela no puede actuar como encubadora del pensamiento crítico?”.


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(*): La conferencia, “Desafíos culturales de las nuevas tecnologías a la escuela de hoy”,  se realizó el día 07/10/2009. La sala  fue colmada por asistentes que duplicaron su capacidad de 255 personas. Agradezco la gentileza de la Dra. Nancy Avilán, quien logró ubicarme en los espacios del Museo Nacional de Colombia para seguir la presentación de Martín-Barbero.






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