Bolívar y Martí en defensa de Miguel Peña
Escrito por Antonio Ecarri   
Viernes, 18 de Septiembre de 2009 06:06

altLos que desgobiernan esta ciudad están colaborando más aceleradamente con el descrédito del gobierno que toda la oposición carabobeña unida, de lo cual deberíamos solazarnos si no fuese por los males que están causando en la población.

Ciertamente la actual gestión municipal además de ineficiente, por no tapar huecos, por no recoger la basura, por no atender los problemas de seguridad personal de los ciudadanos, se empeñan también en granjearse el odio colectivo de la valencianidad. En efecto, no satisfechos con cambiar los tradicionales símbolos de Valencia por un collage ininteligible, no contentos de salir con la bufonada, según la cual, iban a suprimir la fiesta brava, pero mientras tanto, paradójicamente, el alcalde se va a pasear con los dineros públicos por toda España contratando toreros. No complacidos, digo, con todo este derroche irracional e inaudito de mal gusto y dineros públicos, ahora se van a empeñar en destruir la figura del prócer valenciano Miguel Peña porque, según ellos, era enemigo del Libertador.

Queremos informarles, a los que desprestigian a esta ciudad y acampan, en mala hora, en el edificio municipal, que Miguel Peña fue uno de nuestros principales héroes civiles y a quien tenemos que agradecer el habernos concedido la nacionalidad venezolana. De lo contrario, sería la oligarquía colombiana quien manejara nuestro petróleo y qué decir de la posibilidad de que los “cachacos” hubiesen dejado colear un zambo hasta la presidencia de la República. Estos falsificadores de la verdad histórica no saben que los viejos problemas, políticos o personales entre los hombres, no pueden ser extrapolados dos centurias después, porque además de ridículos son una falsificación historiográfica que no tiene parangón. Miguel Peña, es verdad que contradijo el pensamiento del Libertador en relación a la permanencia de la Gran Colombia, pero lo hizo para enfrentar a los enemigos de Bolívar que se alzaron con el poder en Bogotá a la cabeza de los cuales estaba Santander.

Simón Bolívar, cuyo pensamiento y nobleza de alma se encuentra a mil años luz de sus falsificadores, no solo limó sus asperezas con Peña, sino que lo designó como diputado al Congreso de Ocaña después de los sucesos de la Cosiata y quienes se opusieron a esa designación fueron, precisamente, los santanderinos que conspiraban contra el Libertador. Así termina Simón Bolívar la carta que le envía a Peña defendiendo aquel nombramiento: “En fin, doctor, Ud. debe hacer valer su derecho y mi autoridad y Ud. debe hacer cuadros comparativos ante la gran convención. Muéstrese Ud. digno representante de Carabobo y no deje Ud. triunfar a sus enemigos, lo demás sería una timidez infame. Soy de Ud. amigo y servidor, Bolívar”.

Todos los hombres que nos dieron la nacionalidad, como seres humanos, tuvieron que cometer errores en sus vidas: Bolívar no fue una excepción y Peña tampoco; pero eso de pretender, según nos narra Alfredo Fermín -el centinela de nuestro patrimonio histórico- quitar el nombre de Miguel Peña a la más importante Parroquia de la ciudad y derrumbar su estatua, es para salirle al paso a esa infamia con todas nuestras fuerzas. La mejor argumentación para justificar que se erigiera la estatua a Miguel Peña por parte de los valencianos es, ¿saben de quién, camaradas cubanófilos? nada más y nada menos que del apóstol de la independencia cubana José Martí, en su biografía de nuestro prócer. Escuchémosle: “Honrar, honra. Hubo, ha setenta años, sucesos tales en esta ilustre tierra, que sólo en atención a que la polvareda que los ejércitos levantan en su marcha elévase tan alta cuanto son ellos numerosos, pueden aún los que abrieron la gloriosa vía estar oscurecidos por el polvo del camino. Más no a los ojos de los que en él andamos. Valencia erige hoy una estatua al doctor Peña; pues hoy paga Valencia lo que debe”.

Y así sigue refiriéndose José Martí -nombre que se empaña en los labios de los sátrapas que nos gobiernan- al prócer Miguel Peña: “Aquel lidiador audaz que así movía la espada como la pluma, sin que la pluma fuera más extraña a sus manos que la espada, aquel tribuno apuesto que supo, de los paños de la casaca colonial, corta y estrecha, hacer túnica y toga; aquel héroe colérico, sentidor de lo grande, amador de lo propio, mirado siempre como igual y como enemigo terrible por los héroes; aquel que con su amor ayudó a fundar pueblos, y con su rencor a volcarlos; el que rivalizó en pujanza con los grandes y venció en astucia a los pequeños (...) merece presidir, en aposento de bronce, los destinos de la ciudad que él supo hacer tumba de realistas, fortaleza de derechos y cuna de republicanos”.

Atrévanse pues, malvados e ignorantes, a tumbar la estatua de Miguel Peña que José Martí y Simón Bolívar, desde sus tumbas, vencerán de nuevo a los mezquinos e infames de todas las épocas. Los valencianos de hoy, sabemos de sobra de qué lado estaremos: Junto a Bolívar, Peña y Martí en defensa de lo grande y de lo nuestro.

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