Ley Orgánica de Educación: instrumento para la ignorancia y la mediocridad
Escrito por Ricardo Rivero Sira   
Jueves, 17 de Septiembre de 2009 06:43

altEl desarrollo de los pueblos, como el de las personas, involucra la puesta en práctica de cuatro principios consagrados como Derechos del Hombre: la verdad, la libertad personal, la propiedad privada y los recursos económicos, principios que a su vez constituyen y sustentan la democracia. Por el contrario la historia nos da cuenta que, en el atraso, pobreza física y espiritual de un pueblo está, siempre presente: la mentira, la imposición por la violencia, el pensamiento único, el colectivismo, el menosprecio de la dignidad de la persona, corruptelas que; al no respetar ni promover los derechos humanos, personales y sociales, económicos y políticos, están en la base de todo totalitarismo. La Rusia de Stalin, la Cuba de Fidel, la Corea del Norte de Kin II Sung, la Libia de Kadafi, son claros ejemplos de las realizaciones políticas del socialismo marxista: regímenes apoyados en la fuerza y no en la creatividad de la persona. Pura involución.

Ese “paraíso en la tierra” al que el Presidente Chávez nos quiere llevar y en el que, según Marx, “cada cual trabajará según sus fuerzas y recibiría según sus necesidades”, necesita un medio que lo propicie, que lo comercialice y le sirva de sustentación en el tiempo. Ese medio es, ni más ni menos, la “educación” y la ley aprobada será el Caballo de Troya que, al símil de los troyanos, utilizarán como ardid para embelecar y subvertir los valores que en el hogar los padres vamos; con el ejemplo diario, transmitiendo a nuestros hijos, como son, entre otros: el valor de la familia, la honestidad, la lealtad, la paz, la religión, el buen trato, el servicio, la responsabilidad, la coherencia, la confianza, la sinceridad, la fidelidad, la generosidad, la solidaridad, la amistad, la libertad, etc. y, en su lugar, sembrar en la mente de nuestros hijos y nietos esa concepción materialista del hombre con su falsa idea de redención mediante un pseudo ideal de justicia, igualdad y fraternidad, de formato único ignorando las diversas corrientes del pensamiento, con el solo objetivo de reforzar las tendencias totalitarias y opresoras del Estado y de la fuerza ideológica en el poder.

Los padres somos los primeros responsables de la educación de nuestros hijos porque le hemos dado la vida y tenemos la gravísima responsabilidad de educarlos de acuerdo con nuestras convicciones morales y espirituales. “Los hijos buscan en sus padres no solo unos conocimientos más amplios que los suyos o unos consejos más o menos acertados, sino algo de mayor categoría: un testimonio del valor y del sentido de la vida encarnado en una existencia concreta”. (JME), por tanto, el Estado al intervenir en el proceso educativo tiene que hacerlo como cooperador; actúa en nombre de los padres, y como garantía del bien común pero nunca como rector. A tal efecto J. Stuart Mill, señala que “El monopolio estatal de la enseñanza no sólo es incompatible con los derecho de los padres, sino que se tiene que convertir forzosamente en un grave peligro para el bien común y para la cultura”. Señala además que “El Estado puede tener razón para exigir a todos los ciudadanos un determinado nivel de conocimientos; pero no tiene derecho a prescribirles el modo y la persona de quien ha de adquirir tales conocimientos. El Estado que monopoliza la educación puede hacer lo que quiera con la educación”.

No hay nada bueno en esa ley. Ella ha sido diseñada con un objetivo netamente ideológico que no es otro que el de imponernos un régimen comunista que, como ha quedado demostrado en estos últimos 150 años, castra al hombre y los hunde en la indolencia, la indiferencia y los empobrece interior y exteriormente. Toda ella es una farsa. Basta con leer en “Principios y Valores Rectores de la Educación” el Artículo 3 y preguntarse si cuando estaban escribiéndolo pensaban en el ejemplo que da el Sr. Presidente, o el Ministro Cabello, o la Sra. Lina Ron, o la Fiscal Ortega Díaz, o la Sra. Cilia Flores, o Aristóbulo Izturiz, etc, etc, etc. Pero si están tan convencidos, aprovechen los años que le quedan, constrúyanse sus escuelas y liceos y envían a sus hijos a una formación marxista. Están, como padres, en pleno derecho.

Esta es una ley que va contra los derechos humanos, no promueve el bien común, ni ayuda al desarrollo humano, razón por la cual, los padres no podemos permitir que entre en nuestras escuelas, liceos y universidades. No pasará.

Fuente: El Carabobeño


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