Si no implicara tanta tragedia, tanto drama, las presidenciales 2024 serían con pasmosa facilidad una comedia hilarante,

generadora de risas por doquier, pero lamentablemente son una demostración supina de la cavernicolización de la política venezolana, al extremo de ser solamente comprable con la cubana, la norcoreana, la nicaragüense y demás hierbas similares.

Son tan lacerantes a la lógica que al chavismo le dio por recoger su CNE cómo esperando ese gesto produjera mayor credibilidad a las presidenciales, pero ocurre exactamente lo contrario, la Asamblea Nacional en funciones, desconocida por la comunidad internacional por haber sido electa a través de un proceso electoral de los que generan sanciones, pero que además violó la Constitución por exceder el límite de diputados legalmente permitidos, bueno, ese parlamento es quien escogerá al nuevo órgano electoral, obviamente más chavista que el anterior. 

Si usted opina, la intención del chavismo es justamente generar más desconfianza para motivar mayor abstención, también es cierto, después de todo, el escenario electorero con instituciones públicas 100% psuvizadas es controlado por igual al 100% por el régimen; se vote mucho, se vote poco, gane la abstención, gane o pierda la oposición, el resultado es perturbadoramente invariable, el castrismo venezolano no pierde ni cuando pierde, por eso se desvive por lo electoral a pesar de ser el régimen más repudiado de nuestra historia.

¡Que desfachatez! Hacen gala candidatos “opositores” que el propio régimen entregó la directiva de los partidos que dirigen. Candidatos que provienen del chavismo, un comediante, personeros inhabilitados, figuras totalmente desconocidas, partidos recién fundados, atacantes de opositores y en esa fumarada todos los candidatos se ciñen herméticamente a la agenda del chavismo... sin lugar a duda, estamos en presencia de las peores "presidenciales" de la historia, cuyos efectos para la vida de los venezolanos no se harán esperar, serán dantescas.

Y entonces ¿qué hacer? Fijémonos: El único escenario capaz de convertir lo electoral en una alternativa real (no una ciencia ficción, un comercio furtivo entre cómplices) es un CNE electo por un pacto nacional donde participen diversos sectores, no solo gobierno y partidos, sino que incluya a la sociedad civil. La misión de ese acuerdo es asegurar la imparcialidad del máximo órgano electoral, la idoneidad que ordena la Constitución, pero ese escenario es muy poco probable. Del lado del castrismo venezolano no hay un gramo de democracia y del lado opositor solo existen mercenarios del voto esperando obtener prebendas, perdonen nuestra sinceridad… así, tendremos otro CNE conforme a la AN más chavista que hemos tenido los últimos 23 años.

Otro escenario, mucho más factible, sería un liderazgo (plural) que se oponga a la agenda del régimen y, entre otras acciones, se oponga radicalmente a la perpetración de elecciones psuvizadas. Ideal sería, como se señaló, que escapase de los barrotes partidistas, que sea integrada por distintos sectores nacionales, que se sume a las exigencias/presiones sociales que día a día se realizan en Venezuela, desasistidas en su totalidad de apoyo político.

La agenda del régimen sigue marcando la política nacional, al pie de la letra, sobrevienen solo sus escenarios, sus propuestas milimétricamente calculadas. Las peores presidenciales de nuestra historia no depararán nada nuevo, el compendio de sanciones continuará extendiéndose, condición con la que el chavismo ya sabe lidiar (y hasta le favorece). Colateralmente, veremos alargar la imposición del castrismo criollo, agravando más y más la ya trágica sobrevivencia de los venezolanos ¡Urge una oposición real, que se oponga!