La jalea real y la Federación
Escrito por Ricardo Ciliberto Bustillos   
Lunes, 20 de Febrero de 2023 00:00

altLa política venezolana tiene unas características muy particulares.

Una de estas, es ese continuo afán por mencionar y hacer uso de sus grandes hombres, sus ejemplos y sobre todo de los acontecimientos y obras que los hicieron merecedores de tan prestigioso puesto en las efemérides patrias. Así, sus nombres y hechos sirven para todo: desde  pronunciar pomposas palabras alusivas  en cualquier acto, sin importar su categoría y propósito, o para compararlos   con cualquier acción emprendida, por minúscula esta que sea. Súmese la tergiversación y las medias verdades históricas que siempre han estado  a la orden del día. Se manipula mucho y se aluden con un entusiasmo rayano en la irresponsabilidad. Es el caso – por ejemplo -  de nuestra Federación.

El 20 de febrero de 1859, en Coro, el comandante Tirso Salaverría, seguido por el también comandante Jesús M. Hernández, se alzan contra el débil gobierno de Julián Castro. Múltiples factores causaron esta confrontación entre liberales y conservadores, según el lenguaje de aquellos tiempos. La verdad es que fue una matazón sin sentido, aunque algunos le vean algunos visos reivindicativos, igualadores y federativos. Lo que sí es inocultable, es que salió nuevamente a relucir el personalismo, el caudillaje, el desorden y el populismo ramplón que arrastramos desde tiempos inmemoriales. 

Ezequiel Zamora y Juan Crisóstomo Falcón de manos con  aquellos textos exaltados, periódicos eficaces en sus alegatos demagógicos a favor de los pobres y negros, y a la labor de importantes personalidades liberales (Antonio Leocadio Guzmán, Blas Bruzual, Estanislao Rendón, Luis Level de Goda, Napoleón Sebastián Arteaga, Antonio Guzmán Blanco, entre otros) más  las noticias malintencionadas esparcidas entre los libertos como aquella que los godos iban hacerlos esclavos otra vez, hicieron de la Guerra Federal un enfrentamiento desolador y sin sentido que, al fin y al cabo, no produjo beneficios democráticos, económicos y sociales. Basta observar que la autocracia – una vez más -  se impuso, luego de unos cuantos meses, con el ascenso del general Antonio Guzmán Blanco (1870-1888) a la jefatura del Estado, quien sometió a la república aproximadamente  diez y ocho años y, si se quiere, unos cuantos más desde su auto-exilio en París.

Y es que siempre ha habido espejismos, cantos de sirena y ofrecimientos disparatados que  han persuadido o seducido a la gran mayoría, trayendo – consecuentemente - solo  descontento y frustración.

Hugo Chávez intentó con algún éxito desempolvar una especie de guerra federal o una confrontación social al dibujar una Venezuela dividida en dos: godos, corruptos, escuálidos, explotadores y ricos frente a pobres, engañados, explotados y patriotas. 24 años después, vemos sus fatídicos resultados. El ejemplo de la Jalea Real viene al pelo: innumerables abejas producen esta sustancia de manera permanente para alimentar a la reina y sus larvas. No descansan,  mueren de mengua, de  abuso y sin ningún tipo de consideración. Hoy los venezolanos, como estos desgraciados animalitos de la jalea real, estamos sometidos a las cúpulas y herederos de este “socialismo del siglo XXI” bajo una extrema  penuria y ahogo inusitados. Hay mucho sacrificio para beneficio de unos pocos.

A 164 años de la Federación, debemos observar nuestra realidad con sumo cuidado. Más, aquellos que se consideran oposición. Hay que prevenir  que en esta carrera de “primarias” se eche mano a ofertas, discursos y promesas diabólicas e irracionales parecidas a las que vivimos en aquellos días de conflicto. Sus consecuencias de devastación y horror no se pueden   olvidar, y sobre todo unas de sus causas u orígenes: la demagogia y el populismo.

 or el contrario, es hora de respetar y considerar a los ciudadanos; de hablarles con la verdad y la sindéresis que merecen; de procurarles razones y motivos suficientes para conquistar su voluntad política y electoral. Es la ocasión para proponer un cambio serio, factible, racional e inteligente. Es el momento de  unificar  criterios y diseñar proyectos viables. En fin, es la oportunidad de concebir y echar andar un renovado país y que nunca más se nos ocurra desenterrar, a pesar de la gran brecha en el tiempo, los espíritus e ideas  de la división social. Que de una vez por todas estemos claros que en política, la jalea real no tiene más  cabida ni posibilidad.

|*|: Especial para www.opinionynoticias.com)

 

 

 


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