Del desvalijamiento urbano
Escrito por Luis Barragán | X: @luisbarraganj   
Lunes, 07 de Noviembre de 2022 00:00

altUno de los mayores logros de la ingeniería automovilística de masas, consiste en la carrocería de una aparente

inconsistencia que sufre al propinarle una patada o un puñetazo en el estacionamiento, producto de una muy bien estudiada y calculada aleación. No obstante, desarrollando las distintas velocidades del vehículo, esa carrocería es capaz de contraerse, asimilar el impacto y aminorar las consecuencias de un accidente vial para los tripulantes.

El caso tiene un correlato con las defensas de aluminio capaces también de asimilar y aminorar el impacto, evitando la muerte de los pasajeros por la sola vibración ocasionada por los antiguos carros de una carrocería extremadamente dura. Fácil de observar, las ciudades venezolanas ya no tienen esos sistemas de aluminio y, a lo sumo, son substituidas por barras o lingotes de hierro que agravan formidablemente el impacto.

Ya no son solo las defensas de aluminio, sino aquello que sirva para la refundición de los metales, desde un poste de luz hasta una lápida del cementerio, por muy al este que se encuentre en la ciudad capital. El desvalijamiento ha sido continuo, trátese de un bombillo, una cámara de seguridad, cables, tuberías, etc., etc.

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El colmo de los colmos, es que se llevan las cabillas del “Oncológico del Juan Pablo II de Montalban”, como se desprende de una denuncia en las redes . Quizá esto responde a lo que, casualmente, hemos visto en otras parte de la ciudad, pues, aparentemente abandonados los trabajos de construcción, nos inquietaba que no hubiese aquellos antiguos penachos de hierro que hacían suponer de los otros pisos faltantes en correspondencia con la envergadura de las bases. 

Imaginamos que los ladrones de cabillas lograrán cortarlas al ras del concreto armado para revenderlas en un tan mercado difícil, o las emplearán para fines domésticos. Es difícil pensar en el uso de las cabillas de segunda mano para las construcciones, si consiguen zafarlas.

Ocultas también las cifras de accidentes viales, tampoco se sabrá del derrumbe o deterioro de casas y edificios por las intensas lluvias de los últimos tiempos, acaso, mal construidos o remendados con materiales igualmente robados, empleados con anterioridad, refundidos, improvisados, etc. La hipótesis puede lucir descabellada, pero guarda fiel correspondencia con el contexto desarrollado desde el poder.

Un poder vandálico que ejerce una perversa pedagogía en una sociedad lumpemproletarizada, constituye una faceta tan fundamental como otras, pues, suponemos que ya no se trata del hurto de cabillas acumuladas para su utilización, sino del corte de las mismas para su reutilización. Bajo este régimen, se dirá que de mosquito para arriba todo es cacería. 

 

|*|: Enlace a la Fotografía


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