Super Mario Bros vs el Papa Francisco
Escrito por Edgar Rocca | @EdgarRocca   
Miércoles, 19 de Abril de 2023 00:00

altInicialmente, quería escribir un artículo sobre el Papa Francisco y la primera semana en el cine de Super Mario Bros.

Porque recientemente fue la semana santa y la película se estrenó por esas fechas. Eclipsando el estreno de Star Plus (DISNEY) “Amén. Francisco responde” dirigido por el periodista Jordi Evole, reconocido por sus entrevistas, aquí le da una ventana al Papa para que le hagan algunas preguntas incomodas, jóvenes de diferentes países y credos y hasta una actriz porno colombiana, que vaya discurso ese anti-Latinoamérica. Pues yo no creo que Colombia sea la meca de la pornografía. 

Pero para mí todo se diluye cuando omiten preguntarle sobre el celibato y cuando validan su argumento que las mujeres no pueden llegar a ser Papa pues las mujeres son “La iglesia” es decir la religión es femenina y ya eso es suficiente representación. La transnacional católica se apega a la real lengua española. Muy poético todo, por algo la gente terminó en el cine a nivel mundial y en un mercado como este Super Mario Bros vendió cerca del millón de dólares en cuatro días.

Pero eso me llevó a la siguiente reflexión. Toda esa gente está facturando con el audiovisual, a fin de cuentas, sea en España o en Hollywood, en español o en inglés, y aquí nosotros desde hace dos años esperando cual es el promedio presupuestario de largometrajes. Que si la comisión, que si la mesa técnica, pero todo se diluye.  A la larga el hecho es que se estrenan 27 películas en un año y su inmensa mayoría es de producciones independientes. 

Entonces nos quedamos con el tema ¿Cuánto cuestan las películas? Es un secreto en nuestro país. ¿Cuál es el valor del trabajo de los profesionales? La respuesta “lo que negocien” No me quiero meter con cifras porque una vez me pasó como productor, negociando con un actor “famoso” para nuestro entorno, que al ver el pago simbólico por 3 horas en un set para decir 5 diálogos me dijera: "Solo te quiero decir que tú no le pones precio a mi trabajo. Lo acepto porque soy amigo del director".

Lo dejé drenar y le dije, que no estaba en discusión. Que era un pago simbólico por respeto a su tiempo pero que estaba claro que no es el valor de su trabajo. Se quedó en silencio y se despidió y me hizo sentir que quizá pensó que yo lo decía por llevarle la corriente y no es así. Yo pertenezco a una generación invisible. Esa que le ha tocado trabajar sin presupuesto y sin estructuras. La generación de los dioses caídos. Donde todo lo que conocimos de niños ya no existe. 

Y en ese sentido, yo he procurado en diez años de experiencia, entender integralmente el medio en el que trabajo. Identificar y reconocer quien es quien, basado en hechos y resultado del trabajo de todos. De esa forma, he llegado a algunas conclusiones en esta época tan convulsa con respecto a la producción cinematográfica. 

La primera de ella es que las películas cuestan lo que nosotros como productores o inversionista podemos levantar. Lo demás es un absurdo. Ninguna película es igual. Menos en un país sin industria.  Escucharemos a productores que hacen películas con millones de dólares y los que las hacemos con poco decir el sacrificio que conlleva hacerlas. Pues gastar dinero es lo más fácil que hay.

Lo segundo sería el matrimonio necesario entre todos los que hacemos una película. Y ese matrimonio solo es posible trabajando con presupuestos abiertos que permiten aplicar estructuras porcentuales en mercados como este, que equilibren la dinámica de producir. Es decir, compensar la falta de presupuesto con porcentajes de participación y regalías. 

Al respecto, puedo dar un ejemplo que me ayudó a abrir los ojos al respecto. A inicios de 2020 una empresa mexicana especializada en comprar propiedades intelectuales internacionalmente, adquirió mis derechos para hacer un remake de mi primera película “El peor hombre del mundo” en los mercados de México y EEUU. El acuerdo era firmar la opción por cinco años y un pago por eso y si la película llegase a hacerse en alguno de los dos mercados yo podía recibir entre el 3 y 6% del presupuesto de filmación. Siendo este un millón de dólares el mínimo. 

Es decir, de hacerse la película yo recibiría como mínimo entre 30 mil y 40 mil dólares por mi derecho de autor, protegido y reconocido internacionalmente.  Pacté por el 4% porque el 6% es para los consolidados. Shane Black se hizo famoso por vender un guion por cuatro millones de dólares en una película con un presupuesto de 65 millones (6.1% porque era Shane Black). Ya había vendido millones para la industria con Arma mortal, por ejemplo. La película en cuestión era Memoria Letal protagonizada por Geena Davis y Samuel L. Jackson, en el enlace pueden ver lo que costó y la recaudación. 

Eso demuestra la importancia del guión hasta en la estructura porcentual y abre el camino para lo que todos en el medio deben exigir al hacer una película. Y esto es, el valor porcentual de su trabajo cuando considere que el pago es bajo o inexistente. Sea como participación o como regalías de imagen en el caso de los actores. En lo personal, lo he aplicado en las últimas películas donde he sido productor o director, recibiendo la confianza de parte del equipo. 

En tercer lugar, el tiempo y el equipo. Mientras más grande son los equipos, más lentas son las producciones. Un medio como el nuestro ya no aguanta rodaje de 8 semanas y 60 personas todos los días en el set. Eso es para las superproducciones. Lo tradicional en mercados más sólidos como Argentina o Chile son rodajes de cuatro, máximo cinco semanas y no más de 30 personas en set. De hecho, la pandemia, terminó de validar esa estructura.

Hace poco una amiga cineasta, me contaba su experiencia en un rodaje en Georgia, Atlanta, una de las ciudades donde más se hacen películas en la actualidad. En ese rodaje de tres semanas, el director era también el operador de cámara, director de fotografía y editor de la película. El presupuesto total de la cinta fue 100 mil dólares y el pago a este cineasta fue de 12 mil dólares y 3% de las ganancias cuando el film se estrene en Netflix.  Se puede decir que cobró 3 mil dólares por cada función y el porcentaje para compensar la labor ejecutiva que de cierta forma desempeña. Vale acotar que la película es la secuela de una exitosa película. 

También me valida el pensamiento constante que me lleva a pensar, que cuando el medio cinematográfico está sano, es negocio hacer películas y estrenar películas. Pero cuando no está sano es más perjudicial hacer negocio para hacerlas pues con resultados negativos todo se hace más riesgoso. Lo ideal es hacerla buscando la factibilidad desde lo poco y buscar que sea negocio en taquilla para así poder crear una industria. 

Recordemos que el área creativa es la que más sufre el desempleo en la industria dle cine. Cuando la mayoría de los directores pasamos uno o dos años en promedio (en los casos sanos) con nuestras películas para escribirlas, financiarlas, producirlas y estrenarlas; los técnicos y los mismos actores pueden hacer hasta cuatro películas por año además de videoclips y comerciales para compensar. Ojalá en un futuro podamos tener el medio que todos soñamos y sea negocio hacer cine en todos sus niveles. Aprendamos de Disney y de Nintendo.

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