Sombras de otoño
Escrito por María Isbelia A. de Alfonzo   
Sábado, 12 de Junio de 2010 08:10

alt¡Oh Bellas Letras en la Literatura consagradas! En este momento de arrebatada indecisión, de incertidumbre y frío, de cambios y confusión, de tiempos y espacios cercenados, resquebrajados surcos del alma con alas caídas sin savia de amanecer,

esperanzas que emergen como fantasmas envolviendo el enorme corazón patriota en remolinos de estremecida nostalgia, sus radiantes bengalas de carmesí encendidas estallan desde el búcaro soberbio de mi cuello y entre mis pechos arden para perderse después en la penumbra de los sueños rotos, en las puestas de sol y en sus ocasos.

Caminos mil veces hollados pintando esperanzas en los pasos del incesante caminar, grita nuestra voz en la inmensidad  ¿Quién escuchará? Viaje sin rumbo entre acontecer incierto como al designio de Las Parcas  ¿Acaso pues el desacierto no es la estrella futurista del país? Porvenir fluctuante y gris de un poderío terrible y hostil… Incansable transitar entre luces y sombras a expensas de una llama flamígera que sube y se achica pronta a extinguirse, dejando tras de sí la verdad del manto del tiempo deshojado de nuestra patria valiente eternizada entre sus auroras bellas y sus cielos estrellados.

Y cuando suena el reloj su golpeteo indefinible en el silencio y el soberbio tricolor ondea al viento, una calma espeluznante esconde sus siniestros, se encienden los ojos de la codicia de un Nerón, Cesarismo de ocasión ¡Oh vanidad del hombre! Pretendiendo comprender si posible fuera que mientras Venezuela agoniza en su lucha interior, se va cerrando la jaula poco a poco, y nosotros aquí de pie tras la fuerte muralla cuya mole nos empequeñece.
Transcurrir constante e indetenible, inciertas y oscuras nubes del tiempo con sus cambios de humores y de pareceres, con sus veleidades anímicas, con los cambios de la fortuna, me detuve un instante al alfeizar de mi ventana recostada sintiendo al paso de las horas el tic tac de aquel viejo reloj, sin ser inmune a la implacable hostilidad del momento, y al estar sola con mis pensamientos oigo ecos de voces inconformes como queriendo atenuar la triste turbulencia de los tiempos, es el grito de la Venezuela enigmática que estremece sus cimientos: -¡Libertad! Te esperé y te esperé y más nunca llegaste.

-Silencio  -Le dije a mi voz interior, intentando contemplar la rapidez del verano pasar, el otoño llegar ¡Ay! Sombras de otoño dando paso al invierno cuando la primavera se aproxima, ¡Tú ves! El tiempo nunca deja de correr para ser todo y nada a la vez.
¿Quién pudiera decirlo? Que en el divagante transitar también pudiera contemplar hasta en el rincón de Dios una estrella de las que más destellos nos regala a nuestra vista, sin embargo no es fácil en la distancia detener en raudo vuelo mi pensamiento irreverente en paso de perdiz contra el viento, esperando vuelva a brillar el sol en mi ventana y tenga muros contra el tiempo.
Hay tensa calma en el olivar espeso, un gran silencio en la noche se aproxima, excepto las carretas del espíritu en velocísima carrera por desconocidos confines… Y me pregunto ¿Cuántos días faltarán para que el estoico paso del tiempo apoltronado en su asiento nos permita ver por su eterno agujero una visión que se ha perdido en años, el sol?

Sensible al acontecer del momento, proclamo la unión con desprendimiento, vale sacrificar defendiendo los espacios como el águila para no dejar de volar ni siquiera al cruzar por los pantanos en las sombras de otoño.
¡Oh imponente musa! Con cuánta frivolidad llegas a mí casi instantáneamente con ese ceremonial tan recurrente: -Siempre a sus órdenes Señora… Hay cumplidos así tan necesarios, con sus dones divinos que tan solo El Gran Todo los inspira en los momentos de incertidumbre y desaliento, poder descorrer las cortinas de mi numen en una música solemne traída por el viento para después ensalzar el pensamiento en rapsodias, poemas y fragmentos sintiendo relucir entre mi prosa las palabras acertadas que sirven de fundamento.

Inspiración literaria de mis sueños inconstante ven a mí con la rapidez del instante, y si al llamarte a mi no vinieres el abandono que deja tu ausencia sumiría mi alma de ingrata impaciencia con el solo pensar que allí no estuvieras en el momento que tu presencia es así tan necesaria, tan solo una pequeña intención bastará para alcanzar la fortaleza de tu poderío sin que nadie pueda detener mi vuelo divino, no es tan simple ¿Qué se supone que deba hacer? Que el camino de la musa al parecer venga a mi encuentro, silenciar el soberbio pensamiento o dejar volar mis palabras contra los muros en recurrentes choques contra el despotismo viento, mucho más allá de las sombras de la duda, mucho más allá de las sombras de otoño.  

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Continuará…



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