Hace pocos días un terremoto político ha sacudido a Colombia, cuando Nicolás Petro hijo del presidente de ese país

Gustavo Petro ha admitido ante la Fiscalía que recibió dinero de un ex capo del narcotráfico (¿ellos se retiran?), por lo que se le acusa de lavado de activos e enriquecimiento ilícito. Al principio se había negado a admitir sus delitos, empero, ante los resultados de las investigaciones, no le ha quedado de otra que colaborar con la justicia. Lo grave del asunto es que parte de ese caudal de dinero producto del delito, lo invirtió en la campaña presidencial de su padre, desde luego afirma que éste no lo sabía. Lo cierto es que el dinero no se puede ocultar y menos para los nuevos ricos que quieren darse la vida lujosa de magnates tan, criticada por la impostura izquierdista latinoamericana.

Petro no es un político improvisado como otros que han llegado al poder, ha sido parlamentario y alcalde y se trata del primer presidente de izquierda que gobierna en Colombia. Aún es temprano para saber hasta dónde llegará este asunto, lo cierto que los políticos de izquierda no salen de un escándalo de corrupción cuando llegan al gobierno, de tal modo que se ha hecho añicos ese mito según el cual los dirigentes de derecha son unos seres perversos y corruptos, en tanto los de izquierda pertenecen a un coro celestial objetos de estudio por la hagiografía. Es probable que aún existan personas que ignoren que la clasificación circunstancial de derecha e izquierda proviene de la revolución francesa en la cual ambas eran revolucionarias, sólo que un sector era más radical o extremista. Verbigracia, el precursor de la independencia hispanoamericana Francisco de Miranda militó con los girondinos, la derecha de la revolución francesa y eso no disminuye un ápice la grandeza de este venezolano universal, el primero de todos.

La mayoría de los dirigentes de la llamada izquierda latinoamericana, critican la forma de vida burguesa, muchos incluso predican la pobreza, pero una vez que alcanzan el poder practican la ostentación y el boato incluso de manera grotesca, la frivolidad en muchos casos la manifiestan en actos groseramente lujosos que no se compadecen con los ingresos que reciben como funcionarios públicos.Se ha visto el caso de Vilma Rusef y Lula Da Silva en Brasil, éste último incluso estuvo en prisión acusado por corrupción, Funes ex presidente del Salvador protegido en Nicaragua  por la dictadura grosera de Daniel Ortega, que además es una tiranía cruel y corrupta. Pedro Castillo en el Perú a poco tiempo de llegar al gobierno ya se acusaba a su familia de estar inmersa en actos de corrupción. La corrupción no es asunto de izquierdas o derechas, se trata del compromiso ético y moral de quienes ejercen el gobierno.