El cielo y sus barrancos
Escrito por Alirio Pérez Lo Presti | X: @perezlopresti   
Martes, 31 de Enero de 2023 00:00

altCada generación pareciera que está totalmente convencida de que acaba de inventar la pólvora.

Algunos, más abrumados, piensan que descubrieron el atardecer. En su esencia, lo humano no ha cambiado ni cambiará. Se necesita que pase un período muy largo para hablar de cambios evolutivos, por lo que nuestra especie se mantendrá como es durante un buen tiempo. En ocasiones veo los debates de la contemporaneidad y solo distingo esfuerzos tenaces por llover sobre mojado. 

Las ideas, la realidad 

En su infinito afán aspiracional, algunos atolondrados creen que están haciendo una revolución cuando a lo sumo llegarán a aspirar a hacer el ridículo. Lo mismo pasa con las ideas y el deseo de que la realidad se parezca a las ideas. En ese esfuerzo se les va la vida a muchos, constituyendo una pérdida de tiempo, pero también es la manera que muchos consiguen para dar sentido a sus vidas. De ahí que de vez en cuando nos encontramos a un grupo o una generación que desea torcer el rumbo de lo civilizatorio en un esfuerzo tenaz para que la realidad sea como las ideas que le pasan por la cabeza. Eso fracasará. 

Lo efectivo

Ya bastante ha recorrido la civilización para medio aprender qué sirve y qué no sirve a la hora de hacer el balance de la vida en sociedad. De ahí que se puede debatir siempre sobre lo mismo. Mientras más seguro de sus ideas esté quien las expone, más fanatismo hay en su pensamiento. Lo ideológico, a fin de cuentas, es una chaqueta de fuerza para que se estructure el pensamiento y a la vez de hacerlo entendible, a la par lo mutila. Toda ideología castra a la persona en su esencia porque es una cárcel mental en donde aquellas cosas que se tienen por ciertas son solo fosilizaciones conceptuales sin alas. La aventura del pensamiento es una apuesta siempre a la libertad. 

Sentidos y sinsentidos del vivir

Como necesidad imperiosa en lo humano, la vida debe tener un sentido. En esa búsqueda potencialmente aparece la aquiescencia como manera de conducirnos. Aquello que literalmente nos tranquiliza es lo que da sentido a la existencia. La paradoja es que no importa cuál sea el sentido que la gente le atribuya a la vida, sino que necesariamente debe tener un sentido o de lo contrario hay que buscarlo y en el más tenso de los casos, crearlo. El sentido de la vida es el que la persona quiera (o pueda) darle y en este aspecto las posibilidades no son tantas. Vivir podría interpretarse como algo excepcional. Lo paradójico es que tengamos que hacer un esfuerzo para encontrarle sentido a la vida. 

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