Príncipes, monarcas o caudillos
Escrito por María Isbelia A. de Alfonzo   
Sábado, 27 de Febrero de 2010 09:35

altGran Todo, Poder Universal, Mente Infinita, Mente Divina o simplemente Dios ¿Cuántos Príncipes, Monarcas, Tiranos o Caudillos asoman sus narices agudas, olfateando  por las puertas del escotillón para quedar finalmente descubiertos en este mundo de hoy? No hay nada que se pueda esconder al parecer, tan solo la propia conciencia que es la única dueña de nuestra  existencia y que en algún momento nos delatará.

Desde el nicho de mis escritos y ante la pasión devoradora de los libros mis ojos ávidos de tinta pretendiendo comprender si posible fuera esta Revolución que nos venden subrepticia enmarcada en cánones democráticos ¡yo no sé! En el incipiente siglo XXI ¿Qué puedo decirte? Cuando prisioneros en la fría jaula de la venenosa serpiente, voraz, encantadora de gente, no sería para expirar en su mortal abrazo porque la democracia siempre nos ha servido de cobijo en el momento que el frío invierno, mejor dicho cuando el frío infierno de alguna tiranía con sus afiladas pezuñas en la garganta nos arañara.

Pero ¡Por Dios! Ernesto Sábato lo definía muy bien al referir en su argumento que el único régimen compatible con la dignidad del hombre es la democracia, fuera de ese valor intrínseco la existencia de los seres humanos es gris, anodina y frustrante.
Después de todo es importante recordar además una sentencia muy Kafkiana cuando los hombres finalmente se engañan con eso de la libertad, muchas veces tan confundidos parecen que el sentimiento de la libertad siendo uno de los más sublimes, el engaño que engendra también es supino al pretender confundir valores tan elevados con cualquier comunismo rancio.

Tan solo sé que Socialismo o Comunismo, llámese Revolución del Siglo XXI viene desde el vientre patrio entronizándose,  destruyéndolo todo con los implacables dientes de un sistema, exorcizar la triste turbulencia de los tiempos para no ser después los hijos de un triste destino sometido, caminando para quedar al final despellejados hasta el tuétano de los huesos.

Entre plumazos firmes y seguros escribo lo que ya he leído porque entendí que “El Príncipe” obra basada en la lógica inexorable, fecunda y densa, después de cuatro largos siglos sigue siendo espejo de tantas realidades.
Por las teorías concentradas en su obra Nicolás Maquiavelo ha sido sinónimo de perfidia, calculador y escéptico, se manifestó sin embargo como gran patriota italiano que admirando la actuación de César Borgia era su deseo se afianzara un gobierno absoluto que pusiera fin a las tiranías locales y de esta manera unificar y liberar a Italia.

Dado a los ideales de este escritor no era de extrañar que diera forma a un sistema de normas políticas que no inventó, sino que recopiló para la creación de su obra.

El Príncipe tiene como personaje protagonista un Monarca, referido en el sentido etimológico de la palabra a un Rey, a un Señor, a un jefe o a un Caudillo Militar capaz de gobernar un estado, como lo dijera Francis Bacon , Maquiavelo se limita a describir lo que los hombres hacen realmente, lo que son, no lo que debería ser, y luego se encuentra que quienes han triunfado supieron adoptar sus acciones a los tiempos que les toco vivir, son personas resueltas en el accionar, sin vacilaciones ni ambigüedades, comprendieron la necesidad de vivir en los territorios conquistados y convivir con sus milicias contando con el consenso popular, han podido forjarse un ejército propio a los fines de prescindir de tropas mercenarias que son la ruina de los Principados.

Si bien en los once primeros capítulos el autor traza con maestría un panorama completo de las diferentes clases de Principados, también es evidente su propósito de referirse al “Príncipe Nuevo” es decir el hombre que llega al poder en un estado no por sucesión dinástica sino por otras circunstancias como la virtud, la buena fortuna, el favor del pueblo que lo elige, la ayuda de los nobles o la colaboración militar de otros Príncipes.

Uno de los hechos más relevantes es que la figura del Príncipe trazado por Maquiavelo sigue vigente en nuestros tiempos lo que indica que el Príncipe vive aún entre nosotros, gobierna, rige, es astuto y cruel, invade territorios, crea imperios, persigue y elimina enemigos, supera obstáculos, crea ejércitos y armas nuevas, procura ganarse a los pueblos bien por la persuasión o por la violencia, cree que los hombres se inclinen al mal y no al bien, coloca en los puntos neurálgicos del estado a sus hombres de confianza, elimina a los rivales, lleva a cabo purgas, matanzas, asesina, roba, deporta, confisca, se prenden los ojos de la codicia, de tal manera se le hace necesario destruir para construir su gran máquina del poder que abarca, no el dominio de pequeños estados sino de continentes o del mundo entero si fuera posible.
Un hombre que quiere obrar en todo como bueno, necesariamente fracasará rodeado de tantos malos, decía Maquiavelo…

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