Rafael Cadenas y el teatro del absurdo
Escrito por William Anseume | X: @WilliamAnseumeB   
Viernes, 18 de Noviembre de 2022 01:37

altAbsurdo parece más bien que escriba esto. Pero relataré lo acontecido.

Tal y como lo recuerdo después de tantos años. Tantos que no se efectivamente cuantos. Se trata de una colaboración especial de Rafael Cadenas con nuestro teatro. Estudiaba yo en ese entonces a la vez en la Escuela Nacional de Artes Escénicas César Rengifo, el mayor grado de los estudios escénicos del país en ese momento, y en la Escuela de Letras de la UCV. 

Cadenas ya buenamente afamado con justa razón, no era mi profesor. No fue mi profesor. Nunca inscribí materia con el, ciertamente. Mi búsqueda hacia el teatro y la literatura en general iba por otros rumbos más terrenos en aquel período. Cursé con otros excelentes profesores. Pero no se trata de exponer jactancia alguna aquí, sino del discreto, servicial y grande Rafael Cadenas, ahora tan dignamente celebrado, como le corresponde por la obtención de un nuevo premio internacional. El mayor en lengua hispana. Ese que hoy celebra Venezuela. Especialmente la Venezuela que cree en la democracia y adversa al régimen del terror. Cadenas recibirá pronto el Miguel de Cervantes en España. Nada menos. Augura mayores éxitos definitivos. 

Mi debut profesional en el teatro, en cuanto a que había cobro de entradas y despliegue publicitario, lo hice con unas obras extrañamente traducidas por Rafael Cadenas. El director le pidió al poeta en mi presencia, en el pasillo de la Escuela de Letras, que trasladara al español unos textos cortos del premio Nobel Samuel Beckett. Tan cortas que una está estrictamente medida en muy pocos minutos. Detritus la titularon los autores. Beckett es maravilloso, como maravilloso resulta Cadenas también con su verbo. Estuvo en esa selección, además, Impromptu de Ohio. Así, salí de un saco a la escena, debutando en el Teatro CANTV, haciendo uno de los muy precisos personajes de Acto Sin Palabras II. 

Cadenas acudió pausado y sereno a la sala y presenció el espectáculo ácido. Fue un regalo su trabajo en aquella oportunidad. La producción no tenía como cubrir los gastos de traducción tan valiosa, a pesar de que contó con un apoyo financiero que acaso alcanzó para la utilería, el vestuario y el afiche. Nunca supe las razones por las que el poeta dispuso de tiempo e intelecto invertido para aquellas misteriosas obras de Beckett sin traducción al español que se conociera aquí en ese tiempo. Por supuesto, mi afición por Beckett fue descomunal. Me sorprendía ese teatro tan distinto a todo. 

Hoy, el flamante traductor de obras muy cortas del irlandés está ampliamente consagrado y premiado en el mundo. Sirva este texto como orgulloso homenaje a su obra, pero también a su elevada generosidad para con unos jóvenes que ese instante soñaban con un mundo escénico trascendente. El valor personal de Rafael Cadenas supera en mucho su obra. Escribí esto porque considero estupendo que se sepa. Un intelectual cabal y un ser humano de excepción. Me contenta el disgusto del régimen para con su palabra, su pensamiento y su obra. También dice mucho de el. Para felicitarlo y enaltecerlo estamos todos los demás orgullosos venezolanos. 

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