La política como música: en honor al Maestro Abreu
Escrito por José Rafael Revenga | @revengajr   
Domingo, 25 de Marzo de 2018 06:38

altHaber conocido a José Antonio Abreu por más de medio siglo y haber sido testigo recurrente de su desempeño en múltiples y variadas circunstancias

las cuales requerían, en medidas desiguales y cambiantes, tanto la absoluta discreción personal como el arrojo en la persecución de objetivos de interés colectivo, me hace tanto más difícil delinear algunos trazos de su persona como homo politikos.

JAA logra resolver el gran dilema planteado en la conducción de los modelos de gestión de una sociedad: la contradicción entre la opción por la libertad y aquella que enfatiza la justica igualitaria. El  Maestro, a través de sus actuaciones en la plaza pública y en la dimensión privada, desmontó el supuesto inevitable desenlace: la exclusión de uno de dichos factores si el alterno se hiciera plenamente presente. 

Su hazaña herculeana se impuso al considerar que la superación de la circunstancia existencial de cada quien tiene que fundarse en la capacidad personal de liberación la cual, a su vez, requiere para potenciarse de oportunidades intencionalmente diseñadas para compensar las carencias y las deficiencias iniciales las cuales aumentan el riesgo de un enclaustramiento en la pobreza de todo tipo.

Hace unas distantes tres décadas Arturo Uslar Pietri presencia un concierto de la Sinfónica Nacional de la Juventud Venezolana Simón Bolívar la cual ejecutaba la Segunda Sinfonía de Mahler: Resurrección.

Uslar comentó para ese entonces: 

“Yo paseaba la vista curiosa y desconfiada por el paisaje de aquellos rostros juveniles serenos, serios y casi transfigurados… pero a cada compás mi angustia se transformaba en emoción, en silencio contento, en satisfacción inexpresable…Era una nueva y estimulante presencia, una viva esperanza, lo que allí se asomaba era el rostro de un país distinto y mejor del que solemos ver en la faena diaria y en la mezquina pugna de intereses subalternos… Yo solo sé decir que sin ella el presente del país sería distinto y con ella el futuro tiene que ser mejor”.

Hace pocos años conversábamos Alba y yo con el Maestro cuando se me ocurrió mencionarle si conocía la magna obra Filosofía de la Música del eminente y bien recordado Juan David García Bacca. De inmediato, sus ojos brillaron con las ansias propias del deseo de adquirir saberes adicionales. 

Cuando nos vimos, un par de días más tarde, el Maestro tenía en sus manos una fotocopia de la voluminosa obra que le facilité.

En dicha ocasión le comenté al Maestro que el Filósofo había escrito al final de su vida:

Después de filósofo es mi postrer deseo

Llegar a ser músico,

grande o pequeño.

El Maestro manifestó, inmediatamente, su sorpresa llena de admiración.

En memoria de aquella informal conversación se me viene a la mente un decir de Sócrates en cuanto a la finalidad de la res publica:

 “difundir la felicidad a lo largo de la ciudad al lograr conducir a los ciudadanos a la armonía entre ellos…”.

Y para ello se requiere educar a los guardianes-conductores-gobernantes de la republica como Sócrates le indica a Glaucón, hermano de Platón,:

“Y la primacía de la educación musical –dije yo- no se debe, Glaucón, a que nada hay más apto que el ritmo y armonía para introducirse en lo más recóndito del alma y aferrarse tenazmente allí, aportando consigo la gracia y dotando de ella a la persona rectamente educada, pero no a quien no lo esté?”

El Filósofo, inspirado en Platón, hubiera podido comentarle al Maestro:

Que la política es música, la máxima

El Maestro Abreu es Político Magistral y Músico en grande. 

|*|: Artículo publicado el 16/11/2015

 

 


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