"Más grandotes se han caído", la expresión popular parece dar cuenta del pasaje religioso en la Biblia de David y Goliat.

Hoy podemos apreciarlo en la tenaz lucha de los ucranianos por defender su territorio de la invasión rusa. Nosotros cargamos en la historia con la guerra de independencia. La más reciente de esas victorias titánicas la constituyó el logro de los demócratas contra Marcos Pérez Jiménez. Ahora, el autoritarismo hace de las suyas a diario, en desconocimiento del Estado de Derecho en general, de la Constitución, de los DDHH y políticos. 

Pero se acerca el tiempo de las elecciones. Y el régimen tiene plena conciencia de no tener nada fácil la situación. Varios indicios nos dan cuenta de ese "detalle": la "renuncia" en pleno de los rectores del Consejo Nacional Electoral y sus suplentes, porque quienes no renunciaron resultaron removidos, sin derecho ni a pataleo, apenas una tímida cartica de sorpresa y malestar porque ni las gracias les dieron. Así de mal pagan estos seres a quienes le sirven cuando ya no les sirven para nada. Otra señal la encontramos en la negación a que ese CNE renunciado posteriormente se prestara a colaborar técnica y espacialmente con la primaria de la oposición. El solo hecho de haber admitido  conversar el tema parece haberle costado la cabeza a todos. Luego, y más importante, el régimen anda miedoso con esa primaria, fuera de sí, como presidente de asamblea moribunda. 

Por esto último, han perseguido, acosado, violentado psicológica, lingüística y físicamente a los candidatos a la primaria. En ese sentido, han repartido un verbo encendido que incluye la repartición de coñazos vociferados, o los coñazos mismos en diferentes actos proselitistas opositores, hasta se afincan en programas que son puro amor, pero que tienen como título un mazo y sus respectivos aporreos, procurando causar más presión sobre los candidatos y sus copartidarios. 

Hábilmente el régimen se vale de su propaganda oficial para hacer ver esa especie de imbatibilidad, de invencibilidad. Hace ver que llena concentraciones en La Vega, o en las regiones. Usando todos los autobuses, los pagos y la comida que es capaz de otorgar, obligando a movilizarse a los mal pagados empleados públicos a su disposición. Mostrando encuestas ficticias en las que incluso domina los porcentajes de apoyo popular. Pero atrás usa de nuevo a la tan descontenta Fuerza Armada, para mostrar también fortaleza con quienes deberían administrar las armas todas en la República. Busca fomentar la idea de robustez que le permita hacer calar la especie de estar blindado, imposible de derrotar por cualquier vía. Hace acrecer la desesperanza. Por eso los bajísimos sueldos o el color gris esparcido sin límites en la capital y otras ciudades. 

Por su parte, la oposición tiene como reto y obligación construir un discurso contrario. Con evidencias físicas y retóricas. Quienes están allí son unos impostores de los cargos públicos que deben ser desplazados y pueden serlo con la unión de todos los factores que se le oponen de verdad, políticos y sociales, religiosos. La idea del régimen es contener el avance de la primaria por todos los medios. Sabe que ahí comienza su derrota a labrarse. Pues sí, el régimen debe y tiene que ser derrotado electoralmente. Así coloque el más siniestro de los Consejos Nacionales Electorales, como seguramente hará. Qué  importa. La derrota la tienen pintada. Hay que trazar todas las estrategias para colgárselas en el pecho.