Con la Caricom no contemos
Escrito por Dr. Abraham Gómez | X: @fabrahamgr   
Jueves, 11 de Julio de 2019 05:54

altSiempre ha habido en la población venezolana, intrínsecamente, un principio nacionalista de reivindicación, en lo concerniente a la Guayana Esequiba;

porque Fuimos vilmente arrebatados de esos 159.500 km2, a través de una maniobra artera, urdida entonces por rusos e ingleses. Son laceraciones históricas, que no podemos sanar con paliativos, olvidar o eludir

El soberbio Imperio Británico apeló a todo tipo de añagaza diplomática (extorsiones incluidas) para que se conformara una Comisión Arbitral (sin la presencia de la representación venezolana) la cual  decidió despojarnos, de manera vil, descarada y vergonzosa, de la denominada Guayana Esequiba, con la conocida  sentencia laudatoria, celebrada en París, el 3 de octubre de 1899. 

Hemos sostenido tal contención desde hace más de un siglo. Nos asiste la razón; porque tenemos suficientes elementos probatorios: históricos, jurídicos, cartográficos, sociales, políticos y morales.

Estamos dispuestos a continuar, en las instancias que sean necesarias, hasta que se logre hacer justicia a Venezuela del daño patrimonial territorial que se nos perpetró. 

La contraparte en este asunto litigioso sabe que tenemos Justos Títulos, que han sido traslativos, desde que nos constituimos como Capitanía General de Venezuela, el 8 de septiembre de 1777.

No es poca cosa la que queda implícita en tal reclamo: hablamos de una séptima parte de nuestra extensión territorial, con su respectiva proyección atlántica; y de un conglomerado de compatriotas, Esequibanos, con quienes debemos tejernos en absoluta identidad nacional.

Sin embargo, prestemos atención a la estrategia que ha venido jugando la excolonia británica en este asunto.

Guyana, que rechaza la posibilidad de la figura del Buen oficiante, introdujo una demanda contra nuestro país, en la Corte Internacional de Justicia (CIJ); la misma fue ratificada el 19 de noviembre del año pasado. 

En ese acto jurídico, ellos piden, entre otros elementos, que la CIJ obligue a Venezuela a reconocer el írrito y nulo Laudo Arbitral de París de 1899, como cosa juzgada. 

Nuestra representación, se hizo presente el 18 de abril de este año, para invocar una figura legítima, y plenamente válida en el Derecho Internacional Público: No Comparecencia.

No obstante, dejamos sentado, ante la opinión pública nacional, que por el sólo hecho de habernos  decidido, por la no comparecencia ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ), luego de la demanda que interpuso el gobierno guyanés contra Venezuela en ese alto tribunal, todavía no obtenemos la  solución definitiva en la contención, por el área que vilmente nos arrebataron.. 

Invocar la no comparecencia, como lo hizo nuestra delegación, resultó, ciertamente, una postura estratégica inteligente; y evitó que los coagentes de la excolonia británica se salieran con la suya en la celada tendida.

Es verdad que la no comparecencia nos da un respiro, pero no aporta un último desenlace en esta histórica controversia.

Aunque Venezuela jugó bien la carta de la no comparecencia, debemos ser responsables ante el país y manifestar que el mandado no está hecho, completamente. Hay que afinar los pasos siguientes. 

Por ejemplo, mostrar y demostrar en cuanto escenario internacional tengamos oportunidad de asistir, que Venezuela desea un arreglo práctico y pacífico, para satisfacción de ambas partes; conforme al artículo 33 de la Carta de las Naciones Unidas. 

Por eso, nos resulta inapropiado e imprudente el pronunciamiento favorable a Guyana de la Caricom, al concluir, la semana pasada, su cuadragésima Asamblea Anual; por cuanto, Venezuela también integra tal ente regional, como país caribeño.  Lo más sensato, quizás, pudo haber sido asumir discreción e imparcialidad.

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