La visita de Nylander
Escrito por Dr. José Alberto Olivar | @JAOlivarp   
Lunes, 17 de Abril de 2017 00:00

altFurtiva resultó la visita en Caracas del señor Dag H. Nylander, representante especial del Secretario General de la UN,

Antonio Guterres, para la atender la controversia fronteriza entre Venezuela y Guyana. A primera vista, no podía ser para menos, dada la convulsa situación política en la que nos encontramos entrampados, así como lo delicado del tema que tiene el enviado diplomático entre manos. No obstante, llama la atención dos cuestiones que no podemos dejar pasar inadvertidas.

La primera, el tratamiento oficial que el gobierno de Venezuela le brindó a Nylander, al calificarlo de “candidato a buen oficiante” y lo segundo, el contraste que marcó la reunión que el funcionario sostuvo al día siguiente con el presidente de Guyana, David Granger, y “su equipo de asesores” en Georgetown. En lo que respecta a lo sucedido en Caracas, se nota la soledad que rodeó tanto a la canciller venezolana y luego al presidente Maduro, en los dos encuentros que Nylander cumplió en la Casa Amarilla y de seguidas en Miraflores. ¿Con cual equipo de sólidos especialistas cuenta hoy el despacho de relaciones exteriores de Venezuela para atender esta importante materia? El silencio oficial que ha reinado en los últimos meses, no parece ser de prudencial tacto diplomático, dado que ese no es justamente el fuerte del régimen. Por el contrario, tal postura luce más bien entreguista, ante la nueva correlación de fuerzas que se ha puesto de manifiesto en continente, sobre todo en cuanto a la posible aplicación de la Carta Democrática en la OEA y el aislamiento internacional en que se haya el gobierno de Maduro. No provocar a los pocos aliados internacionales que le quedan al régimen en el Caribe, con un tema álgido que desde el punto de vista guyanés representa una “amenaza” para ellos, parece ser la tónica asumida, aun cuando, signifique colocar en riesgo la integridad del territorio venezolano. Eso sí que es una verdadera traición a la patria.

Lo otro es la insistencia de llamar al enviado, “candidato”. Candidato a seguir el juego de la indefinición, de los largos plazos que no conducen a nada. En cambio el gobierno guyanés, está muy claro en sus propósitos y así lo hizo ver hacia lo interno y externo, en el marco de la parada que hizo Nylander en Georgetown. No hubo dudas, la materia fue tratada desde una posición que luce ventajosa en comparación a Venezuela. Allá no se anduvo con eufemismos, Nylander recibió el tratamiento que debe en virtud del claro mandato de mediación que le fuese encomendado por el Secretario General de la UN.

Pobre diplomacia la nuestra que en lugar de profesionales de carrera, cuenta con alfeñiques como el tristemente célebre, Samuel Moncada, ostentando cargos que le resultan por demás incomprensibles. 


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